Por muchas razones, la comedia siempre se ha prestado al medio cinematográfico; la principal siendo la efectividad que tiene en el público. Cuando está bien hecho, el humor puede llegar a contagiar a toda una sala y cuando eso ocurre...bueno, eso es mágico. El cine existe para hacer llegar emociones al espectador; ya sea la risa, el llanto, el horror o fomentar nuestra imaginación. El problema es que estas emociones no nos llegan a todos por igual, ya que lo que a mi me gusta puede que a ti no y viceversa. Sin embargo, hay momentos indescriptibles en la historia del cine en los que todos coincidimos; el baile de Frankenstein y Gene Wilder en El jovencito Frankenstein, las desventuras de Dustin Hofmann en Tootsie o las peripecias de un grupo de actores jugando a la guerra en Tropic Thunder. Todos aquellos momentos y muchos más guardan un denominador común; la risa. No importa si eres hombre o mujer, joven o adulto o que no tengas sentido del humor. Estos personajes y sus acciones encierran una universalidad que continua imperecederas en el tiempo, pasando de generación en generación cual tesoro que debe ser preservado. Mi pregunta es la siguiente: en los últimos años, ¿ha disminuido la calidad de este género?  


Para explorar debidamente esta cuestión, me gustaría comparar la presente década con otra cercana en el tiempo, como los noventa. ¿Que por qué elijo esta década? Porque creo que el paso del tiempo aún no ha ejercido impacto nostálgico en la audiencia -un factor que tiene mucho que ver en las preferencias de la gente-. Este es un intento por evitar que nuestra opinión influya sobre la calidad objetiva del filme.


Echando un vistazo a las comedias estrenadas a partir del 2010, observo que no hay muchas que hayan hecho reír a la gente. Con esto me refiero a que no hay (o al menos yo no encuentro) ninguna película que albergue un momento o personaje memorable. Juerga hasta el fin, Infiltrados en clase, Cómo acabar con tu jefe o Niños grandes son sólo ejemplos de comedias que cuentan chistes pero no son graciosas. Intenta sin éxito causar gracia pero su esfuerzo resulta a menudo forzado y antinatural; la comedia debe salir con espontaneidad para que surta efecto. Para demostrarlo, quiero hacer un ejercicio con vosotros: pensad en la última vez que estando en un cine, la sala entera se echó a reír una y otra vez, hasta que, miraras donde miraras no vieras más que sonrisas. Esa es la gran comedia y es muy difícil de conseguir. 


En los noventa se estrenaron Algo pasa con Mary, El gran Lebowski o Atrapado en el tiempo. Además, directores como Kevin Smith y actores como Jim Carrey o Mike Myers debutaron en esta década. Por otra parte, hoy día tenemos refritos como Dos tontos todavía más tontos, catastrófica secuela de una aceptable comedia de los noventa. Tampoco recordamos a ningún director/guionista o actor que haya saltado a la fama en los últimos años por su habilidad para hacernos reír. Y es que el hecho de que Deadpool, la película más graciosa de los últimos años, estuviese llena de vulgaridades y bromas soeces representa el mal que adolece a Hollywood: la creatividad. Que un cómico de la altura de Gene Wilder se viera obligado a la jubilación porque no le llegaban buenas historias en las que participar es muy duro. Esto no quiere decir que dejara de hacerse buena comedia, sólo que ya no se hacía tan a menudo. Sin embargo, de un tiempo a esta parte parece que ya se ha extinguido; que las carcajadas han abandonado las salas y se han sustituido por tímidas sonrisas. Ya no vamos con la esperanza de pasar un buen rato, sino que cruzamos los dedos para que la experiencia no resulte en desastre. Antes, la comedia era sinónimo de diversión; ahora de tedio. Muchas veces nos sale una risa forzada, porque la película no da para más, pero tampoco queremos salir sin habernos inmutado lo más mínimo.


En definitiva, creo que la madurez y el realismo en el tratamiento de las historias que se le ha exigido a Hollywood nos ha llevado a un extremo donde la buena comedia ha desaparecido. Puede que muy de vez en cuando nos echemos una risa en la sala, pero mayoritariamente salimos más deprimidos que alegres y optimistas. Sin duda, los tiempos han cambiado y parece que la industria del cine ha perdido la habilidad de reírse de sí misma, de tomarse más a la ligera y dejarse llevar. Sólo espero que sea una moda pasajera, que una nueva hornada de cómicos surjan e inspirados por los maestros del género nos rescaten de la seriedad que ha asolado al cine y que las carcajadas vuelvan a iluminar las caras de todos los cinéfilos.

Y vosotros que opináis acerca de este género en particular. ¿Os gustan las comedias actuales? En comparación con otras anteriores, ¿creéis que mantiene los mismos estándares de calidad? Como siempre, os invito a dejar vuestra opinión en la sección de comentarios debajo de este artículo. Hasta la próxima, pasad buen verano y disfrutad del cine. Saludos!
Wonder Woman es la última entrega del universo cinematográfico de Warner Bros., que pretende juntar a los superhéroes más carismáticos de DC en la gran pantalla, tal y como hiciera Disney con Marvel. La historia se ambienta durante la Gran Guerra y nos cuenta los orígenes del personaje; dónde y quién la crió y cuál es el motivo de su existencia. Como joven integrante de la raza de las amazonas, Diana cuenta con unas dotes para la lucha sobrehumanas y unos poderes que se escapan a nuestra comprensión, pero también desconoce muchas cosas de nuestra naturaleza. Originarias de la isla perdida de Themyscira, las amazonas aseguran su supervivencia aislándose de los hombres. Sin embargo, cuando un batallón de alemanes desembarcan en sus costas para entrar en combate, Diana cae en la cuenta de que los humanos han sido poseídos por Ares, el dios de la guerra, y decide ir al rescate para ponerle fin al conflicto armado. Dirigida por Patty Jenkins –cuya ópera prima, Monster, salió hace más de una década-, con una historia a cargo del guionista de Sexo en Nueva York y protagonizada por la desconocida Gal Gadot, mucha gente dudaba que este ambicioso proyecto fuera a salirle bien a Warner Bros. Más aún tras la decepción que supuso El escuadrón suicida y la controversia de Batman v Superman. Wonder Woman se convertía pues en su última bala en la recámara; un salvavidas para mantener a flote sus planes de futuro, que incluyen a Aquaman, Flash y Batgirl, así como La liga de la justicia –una versión de Los vengadores de Marvel-, que llegará más tarde este año. La pregunta es si Gadot, Jenkins y cía. lograron remontar el vuelo y evitar que Warner se lleve un último y posiblemente fatídico batacazo.

La responsabilidad que reposaba sobre la espalda de esta superheroína era mayor que la de cualquier otro personaje del cómic en la historia reciente del cine. ¿Por qué? Bueno, si echamos un vistazo a los inicios del universo cinematográfico de Marvel (MCU) observaremos que ninguno de sus proyectos llegó a tambalearse tanto a los ojos del público o de la crítica como lo hizo DC. Iron Man, Thor, Capitán América…todas fueron bien recibidas y obtuvieron el apoyo mayoritario de los consumidores, quienes a cambio, depositaban su confianza –y su dinero- en las futuras producciones de Disney. Pero Warner Bros. no corrió la misma fortuna: ni El hombre de acero –que a mi me gustó bastante- ni mucho menos Batman v Superman, tuvieron el éxito que se esperaba de ellas y eso ponía nervioso al estudio, que empezó a precipitarse y a tomar decisiones imprecisas. Siendo la más notable El escuadrón suicida; una película que pese a su buena recaudación, dejaba a este universo en una situación precaria de cara al futuro. Claro que ahora es muy fácil decirlo pero, quizá si hubieran comenzado con Wonder Woman, hubieran salido mejor parados. Y no lo digo sólo porque sea una gran película –que lo es- sino porque define perfectamente las motivaciones y la personalidad del personaje. Esto hubiera ayudado a su vez a mejorar Batman v Superman, ya que sentiríamos mayor empatía por los protagonistas. Pero eso es otro tema, porque aquí hablamos de Diana, Princesa de Themyscira y salvadora del DCEU. ¡Qué gran trabajo el de Patty Jenkins y el de todo el equipo de producción, incluido Zack Snyder! Podemos decir, sin ningún género de dudas, que ésta es la película que estábamos esperando.


Empecemos por la fantástica visión de Patty Jenkins, la gran culpable de presentarnos a esta fantástica superheroína de una forma fresca, original y divertida, sin olvidar la seña de identidad del universo oscuro característico de DC. Y es que esta cinta tiene un poco para todos los gustos: acción, drama, romance e incluso comedia –aunque hablaré más adelante sobre este tema-. Se nota que ha sido un proyecto muy querido para Jenkins, ya que se toma su tiempo para asentar las bases de su protagonista y del mundo al que pertenece. En el primer acto nos trasladan a la idílica isla de Themyscira, para narrarnos los años de juventud de Diana, de forma que establezcamos  un vínculo con ella desde el inicio. De esta manera, simpatizamos con todas y cada una de las fases emocionales que atraviesa a lo largo de la película, porque su arco narrativo está bien desarrollado. Todos los personajes sirven un propósito en la historia de nuestra protagonista y eso le añade mayor emotividad una vez llegado el clímax final.

El guión sabe perfectamente a lo que va. Es simple, no se complica las cosas ni se hace marañas argumentales. De alguna forma sigue un patrón bastante clásico: primer acto –presentación del personaje y del peligro que le espera-, nudo –romance, conflicto interno y una amenaza “in crescendo”- y desenlace. Creo que hoy día estamos demasiado acostumbrados a historias frenéticas que deben complicarse en exceso, metiendo muchos elementos a calzador para sorprender constantemente al espectador y no darle tiempo para asimilarlo todo. En muchos aspectos, esta encarnación de la Mujer Maravilla podría equipararse al Superman de Richard Donner; no sólo por que haga guiños a esta película sino también por el tono de esperanza que mantiene el filme.


Puestos a tender paralelismos entre estas dos películas, cabe mencionar las similitudes entre sus dos protagonistas: Gal Gadot y Christopher Reeve. Ambos obtuvieron su primer gran rol enfundándose el traje de estos icónicos héroes del cómic y ambos obtuvieron una reacción parecida del público. Y es que, si bien no entrarán en el panteón de los grandes actores de su generación, tanto Gadot como Reeve tienen un brillo único en pantalla. Algo que nos hace creer instantáneamente en ellos, sentir lo que ellos padecen y apoyarlos en su aventura. A partir de ahora y como pasó en su momento con Christopher Reeve, todos asociaremos a Gal Gadot como la Mujer Maravilla que encandiló a la audiencia; la primera superheroína que sirve como un verdadero modelo a seguir para millones de jóvenes que crecieron viéndola en la gran pantalla.

Por lo demás, buena fotografía de Matthew Jensen, que brilla especialmente en el primer acto de la película, donde explora con majestuosidad las calles, los palacios e idílicos parajes de esta isla.  Las escenas de acción están bien rodadas, lucen espectacularmente, aunque el uso de la cámara lenta puede molestar a algunos. Aquí se nota la mano de Zack Snyder, aficionado a esta técnica desde su ópera prima, Amanecer de los muertos. La banda sonora de Rupert Gregson-Williams está bien, aunque el tema más memorable sigue siendo el compuesto por Hans Zimmer en Batman v Superman. Es difícil superar la adrenalina que corre por tus venas al ver a Wonder Woman peleando a ritmo de guitarra eléctrica.


Sin embargo, aún no existe la película perfecta –y me atrevo a decir que no existirá jamás- y esta no es la excepción a la regla. Cierto es que los fallos que cometen no son muchos ni notables, a diferencia de anteriores producciones de Warner/DC., pero tampoco pueden obviarse así como así. El primero y el más importante es la duración; se extiende casi hasta las dos horas y media de metraje, lo cual provoca que uno se encuentre algo cansado llegado el desenlace. Creo que habría salido favorecida de haberle quitado cinco o diez minutos. El ritmo estaría más equilibrado y el espectador habría llegado al clímax con más apetito. Dicho esto, el otro gran problema es el uso innecesario de la comedia, que a veces queda fuera de lugar. Parece haberse empleado para contrarrestar las críticas que recibieron  en Batman v Superman por su supuesta “seriedad”. A su vez, el villano vuelve a estar desaprovechado una vez más; sacado de la chistera en el último acto para justificar una última  y superflua escena de acción, no tiene ningún impacto en la historia. Sin entrar en spoilers, sólo diré que la forma en la cual nos revelan a este enemigo final fue muy torpe y estuvo pobremente integrada en la narrativa. Las grandes sorpresas son aquellas que, aún habiendo dejado pistas a lo largo del filme, son lo suficientemente sutiles como para no caer en la cuenta. Lo bueno es que cuando pensamos detenidamente, todo cobra sentido. Aquí nos encontramos con todo lo contrario; sí sorprende, pero porque no hubo ningún indicio previo, ni siquiera la menor de las sospechas. Claro que el guionista, siendo consciente de ello, se ve empujado a justificarse con una explicación tediosa en medio de la batalla.

En definitiva, Wonder Woman es la guía que necesitaba Warner de cara a establecer su universo cinematográfico. Fuerte, emocional, inocente en algunas facetas aunque honrada en todas ellas, la Mujer Maravilla es un rayo de esperanza; el personaje que necesitaba desesperadamente la productora y el que pedía a gritos el público. Tiene sus fallos pero se los perdonas por el carisma que derrocha, por las buenas intenciones que transmite y por la dedicación de todas las personas involucradas. Por una parte, Patty Jenkins resucita su carrera y se convierte en una pieza esencial en el futuro de la franquicia; por la otra, la protagonista Gal Gadot dota de personalidad y frescura al género de los superhéroes. La actriz israelí guarda reminiscencias de aquellos carismáticos actores y actrices que copaban las carteleras en los ochenta. Esta cinta la disfrutarán tanto niños como adultos, hombres como mujeres, amantes del cómic o no, porque está hecha con pasión y ese es el sello distintivo del buen cine.



7,5/10: EL REFERENTE PARA LAS NUEVAS GENERACIONES
Del 16/06/17 al 18/06/17


HACE 10 AÑOS...


Idiocracia es una película atípica, de esas que ves y no entiendes cómo tuvo una recepción tan fría. La premisa es original como pocas: una oficial del ejército, interpretado por Luke Wilson y una prostituta interpretada por Maya Rudolph viajan por equivocación quinientos años en el futuro. Una vez allí, descubren una terrible verdad: la selección natural ha favorecido a los más estúpidos del planeta, ya que estos se reproducen más. De esta manera, el oficial se convierte en el ciudadano más inteligente, lo cual le lleva a trabajar mano a mano con el Presidente de los Estados Unidos, Dwayne Elizondo Camacho. Sin duda, esta es una de las sátiras que más critican la cultura moderna norteamericana de los últimos años; culpándola de la idiotización de las masas a través de un marketing alienador, de la comida basura y de la desinformación de los medios. Sin embargo, pese a tener un arranque demoledor, cínico y brillante en todos los aspectos, la película no consigue mantener ese nivel y termina cayendo en la trampa de las comedias fáciles. De todas formas, Idiocracia no deja de ser una comedia interesante con un concepto inteligente aunque una ejecución tosca.

Fuentes (imágenes): https://www.filmaffinity.com/es/film798386.html

HACE 20 AÑOS...


Paradójicamente, Convictos en el aire representa gran parte de lo que Idiocracia reprochaba. Dirigida por Simon West -director de la segunda entrega de Los mercenarios- y protagonizada por un Nicolas Cage en el punto álgido de su carrera -venía de ganar un Oscar por su interpretación en Leaving Las Vegas-, esta apoteósica cinta de acción hará las delicias de los seguidores del excéntrico actor. Como solía ocurrir con muchas películas de acción de los noventa, el título era bastante representativo del espectáculo que nos esperaba en la pantalla -véase, por ejemplo, Asalto al tren del dinero con Wesley Snipes y Woody Harrelson-, lo cual valoro positivamente, ya que no engaña a nadie. Titulándose Convictos en el aire, el espectador no debería exigirle más que vistosas escenas de acción y grandes ejercicios pirotécnicos. La película entrega lo que promete y eso es más de lo que pueden decir muchas otras del género. Es absurda e inverosímil pero, cuando se lo propone, también puede ser muy entretenida.

Y vosotros, ¿habéis visto alguna de estas películas? ¿Qué opinión tenéis de ellas? Como siempre, dejadme vuestros comentarios debajo del artículo y recordad: si os ha gustado el artículo, no olvidéis compartirlo y haced correr la voz. Hasta otra, pasadlo bien y disfrutad del cine. Saludos!


Si seguís un poco la actualidad cinéfila, seguro que estaréis al tanto de las dos palabras que más resuenan en Hollywood: universo cinematográfico. Desde que Disney iniciara su mega-proyecto "marveliano" con Iron Man en 2008, este concepto no ha hecho más que ganar adeptos en los grandes estudios californianos. De esta manera, titanes de la industria tales como Warner Bros., Paramount o Universal han intentado por activa y por pasiva copiar este exitoso modelo de negocio. De ahí surgieron todo tipo de mezclas, algunas mejores que otras, como Transformers/G.I. Joe,  Harry Potter, Fast and Furious, Godzilla v King Kong y la más reciente: los monstruos de Universal. La idea de juntar a Drácula, Frankenstein y cía. era demasiado jugosa como para dejarla pasar y no les culpo por ello; ¡nada me emocionaba más que rescatar a estos gloriosos personajes  y devolverlos a la gran pantalla por todo lo alto! Entonces, ¿por qué me muestro tan pesimista?


Cuando te propones embarcarte en una misión tan ambiciosa como ésta, lo primero que debe preguntarse cualquier estudio es: ¿qué tono va a mantener mi universo y a qué tipo de espectadores se va a dirigir? Por ejemplo, Iron Man logró sentar las bases de lo que veríamos más adelante: buen humor, ligereza y acción. Por supuesto, todas estas características abarcaban un gran espectro generacional; a los jóvenes les encantaría la diversión desenfadada mientras, a los adultos, les llamaría la atención el buen acabado técnico. Luego llegó Warner/DC con la nueva adaptación de El hombre de acero –película que, en mi opinión guardaba la esencia del personaje a la vez que reinventaba los códigos de cara a un público actual- y delimitó su territorio; con un tono más oscuro, realista y adulto, prometían diferenciarse de Marvel. El problema es que no tenían –ni parecen tener aún- una hoja de ruta clara sobre lo que quieren hacer. Warner estaba tan obsesionada con alcanzar lo antes posible a Marvel, que se olvidaban lo mucho que les costó a estos últimos conquistar la cima. De ahí nacieron las prisas con Batman v Superman, un producto que pretendía alcanzar las cotas de épica de Civil War sin haber desarrollado antes a sus protagonistas. Vamos, lo que viene a ser empezar la casa por el tejado. Aunque Wonder Woman parece haberle dado cierto margen de maniobra a la productora, ésta no debe confiarse, ya que a muchos espectadores el balance aún les sale negativo. 


Algo que supo hacer bien Disney fue tomarse las cosas con calma; establecer unas bases y luego expandir sobre ellas, desatando sus corsés trayendo a bordo a directores ambiciosos y creativos como James Gunn, Jon Favreau o Taika Waititi. Nos guste o no, hay que reconocer que fueron los primeros en encontrar la fórmula mágica; mientras, otros estudios aún se esfuerzan en dar con la tecla. Entre ellos encontramos a Universal Studios, un estudio tan empeñado en ganar adeptos que confiaron en una figura reconocible como Tom Cruise para vender entradas, olvidándose de construir unas bases sólidas para su universo cinematográfico. Paradójicamente, la nueva versión de La momia no tiene como protagonista al personaje original de Boris Karloff, sino a una mega-estrella de acción que nos hace dudar sobre las verdaderas intenciones de Universal: ¿quieren traernos la nueva entrega de Misión Imposible? La verdad, es difícil saberlo. 

Si quieres ganarte al público hoy en día, necesitas algo más que un póster con una cara reconocible. Tienes que tener las ideas claras, saber a qué público te diriges -y a cuál no- y entender que no a todos les gustará tu visión. Aún no he visto La momia de Tom Cruise pero apuesto que intentan meter mucho de todo –comedia, acción, terror, romance- sin profundizar en nada. El público sabe cuando le estás vendiendo un producto sin identidad, indeciso y mal acabado que busca desesperadamente agradar a todos. En mi opinión, la elección de Cruise le hace un flaco favor a la franquicia, ya que no le da una identidad propia; la clasifica como otra cinta de acción más como Jack Reacher o Misión Imposible. Si su intención es seguir la estela de Marvel o DC, convirtiendo a estos monstruos en una especie de super-villanos, entonces nos les auguro mucho éxito.

Sin embargo, criticarlo sin ofrecer ninguna alternativa viable no tiene ningún sentido, así que daré una opción que creo habría funcionado mejor. Personalmente, un denominador común de las películas clásicas de monstruos siempre ha sido su capacidad para equilibrar el suspense –o terror- con la compasión y empatía hacia el protagonista. Muchos de estas criaturas forman parte de la historia del cine porque, pese a sus imperfecciones, son carismáticas y tienen magnetismo en la pantalla. De esta manera, algunas como la momia, el fantasma de la ópera o la novia de Frankenstein jugar´﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽de Frankenstein jugariían más con el romance y otras como Frankenstein o el hombre invisible lo harían con la acción y el drama, pero todas tendrían a estos personajes como absolutos protagonistas. No como secundarios al servicio de la estrella de turno. Tampoco entendería una asociación de justicieros al estilo Marvel o DC; Drácula jamás se entendería con la criatura de la laguna negra, por ejemplo.



Teniendo en cuenta esto, yo intentaría sorprender al público anunciando La novia de Frankenstein, ya que esta es la única propiedad con suficiente renombre que no se ha explotado aún. Todas las demás llevan consigo una pesada carga, ya sea en forma de estigmas o de insufribles secuelas. Tras la reciente trilogía de aventuras protagonizada por Brendan Fraser, la momia es una de ellas. Además, La novia de Frankenstein tiene a una mujer como protagonista, una tendencia en auge tras el éxito mundial de Wonder Woman y de su directora, Patty Jenkins, que está más demandada que nunca y cuyo perfil encaja a la perfección; en su debut ya demostró destreza para construir personajes femeninos fuertes y ahora hace lo propio con un taquillazo. Si a ella le añadimos actores de primera plana como el ya anunciado Javier Bardem (Frankenstein) o las futuribles Charlize Theron o Angelina Jolie, entonces hablaríamos de un arranque prometedor a un universo con un sinfín de posibilidades.
Ficha técnica

Título original
: The Mummy

Año: 1932

Duración: 70 min.

País: EE.UU

Director: Karl Freund

Guión: John L. Barlderston

Fotografía: Charles Stumar

Música: Peter Tchaikovsky

Género: Terror. Drama romántico. Antigo Egipto

Reparto: Boris Karloff, Zita Johann.

Sinopsis: 3700 años después de su muerte, el cadáver del sacerdote Im-Ho-Tep es exhumado por una expedición británica. Con lo que no contaban es con que la momia reviviera y se propusiera raptar a una joven de ascendencia egipcia que guarda semejanzas con su gran amor del pasado. 

Comentario: Esta semana se estrena en carteleras la nueva versión de La Momia, esta vez protagonizada por Tom Cruise. A juzgar por los trailers, no sabría distinguir la diferencia entre ésta y una nueva entrega de Misión Imposible. Demasiada acción, efectos especiales y muy poca caracterización hacen de este remake una más que probable decepción para los fans. No obstante, si aún no has visto la original protagonizada por Boris Karloff, te estás perdiendo una historia digna de tu tiempo. Pongámonos en contexto; años 30, la transición del cine mudo al sonoro aún se está llevando a cabo y la comedia sigue siendo el género dominante -a excepción de las incursiones dramático sociales de Charles Chaplin, el cine de von Stroheim y del expresionismo alemán-. Universal Studios era una joven y ambiciosa productora cuyo primera gran éxito tuvo lugar a principios de los años 20 con El jorobado de Notre Dame y poco más tarde, El fantasma de la ópera. Dos películas que sin saberlo arrancarían el primer gran universo cinematográfico del cine, continuando con el icónico Drácula de Béla Lugosi, el Frankenstein y la Momia de Boris Karloff y la novia de Frankenstein interpretada por Valerie Hobson, entre otros. Lo bueno de estas películas era que contaban una historia tan fantástica como humana y retrataban a estos monstruos más bien como parias de una sociedad que los repugnaba. Tampoco hay que olvidarse de las innovaciones en efectos especiales -véase El hombre invisible- y en efectos prácticos que trajeron a Hollywood de la mano de visionarios como Jack Pierce.

Fuente (imágenes): https://www.filmaffinity.com/es/film649699.html

Del 9/06/17 al 11/06/17


HACE 10 AÑOS...


Steven Soderbergh cerraba aquí su estilizada adaptación de la comedia de atracos de los 60, conocida como La cuadrilla de los once. Como ocurre en muchas franquicias, la mejor de la trilogía es la primera parte, donde veíamos al equipo formado por once carismáticos ladrones enfrentarse a un filantrópico Andy Garcia, desempañando a su vez el papel del dueño de un casino. Divertida, dinámica, llena de comedia y momentos memorables, aquella cinta trajo de vuelta un subgénero olvidado por muchos. Luego vino Ocean's Twelve, una secuela mediocre que casi nos hizo olvidar el buen tiempo que pasamos con la original. Tosca, confusa y ridícula hasta decir basta. Sin embargo, tres años después, en 2007, Soderbergh y cía. buscarían -y encontrarían- la redención en esta tercera parte que incluía a Al Pacino como nueva víctima de las tropelías de la banda liderada por George Clooney. Sin ser mejor que la primera, Ocean's Thriteen recuperaba parte de la frescura que la segunda había olvidado. Cierto es que mantenía gran parte de su inverosimilitud, pero al menos dejaba de tomarse tan en serio; no nos olvidemos que en muchos sentidos, esta saga sirvió de inspiración a la celebérrima franquicia de A todo gas. ¿Queréis un consejo? Yo haría mi particular trilogía: primero vería La cuadrilla de los once de Sinatra y Dean Martin; luego la primera de Soderbergh y para terminar esta tercera. 

P.D. Y si os sentís con ganas de más, aquí os dejo dos recomendaciones adicionales: El quinteto de la muerte de Alec Guinness y Peter Sellers y Un trabajo en Italia de Michael Caine -del que hicieron un interesante remake en 2003, con Mark Wahlberg y Charlize Theron encabezando el reparto-.

Y vosotros, ¿habéis visto Ocean's Thirteen? ¿Qué opinión tenéis de la película? Dejadme vuestros comentarios debajo del artículo. Si os ha gustado, no olvidéis compartirlo y hacer correr la voz. Hasta otra, pasadlo bien y disfrutad del cine. Saludos!

Hace tiempo que Passengers se estrenó en cines y estaréis preguntándoos: ¿por qué hacer una crítica ahora? La premisa de esta película me fascinaba; una expedición de colonos emprenden un viaje de 120 años a Homestead II -¿no encontraron un nombre mejor?-, un planeta donde iniciar una nueva vida. Sin embargo, cuando un problema de origen desconocido origina un fallo en el sistema de la nave, este acarrea un destino fatal para uno de los tripulantes: despertar de su hibernación 90 años antes de llegar a su destino. Sólo y con unas perspectivas de futuro devastadoras, este tripulante tendrá que elegir entre quitarse la vida o condenar a alguien más para que le haga compañía. ¿Verdad que es un planteamiento interesante? Pues ya se encargaron los trailers de convertir esta intrigante premisa en una comedia romántica al estilo de Tienes un e-mail, sólo que en vez de tener a esa magnífica pareja formada por Tom Hanks y Meg Ryan, aquí nos encontramos con dos maniquíes. De ahí que no la haya visto en el momento de su estreno. Por supuesto que nadie duda de que Jennifer Lawrence y Chris Pratt son dos de las mayores estrellas del momento, pero cuando les respaldan 110 millones de presupuesto y unos efectos especiales impresionantes y yo no hago más que bostezar y mirar la hora, es que algo mal se está haciendo. Algo llamado guión.

Hoy en día, Hollywood tiende a ahogar buenas ideas con altas dosis de “entretenimiento” simplón, efectos especiales insustanciales y actores cuya única motivación es cobrar el cheque al final del rodaje. Esta obra es un claro ejemplo de cómo prostituir un concepto, que podría haber tenido mayor significado, para venderlo a las masas. No obstante, cuando estas dos visiones entran en conflicto y nadie sabe darle un propósito, la película termina por confundir a todos los espectadores; tanto a los que buscábamos una ambiciosa producción de ciencia ficción como a los que soñaban con ver una tórrida historia de amor. El guión está a cargo de Jon Spaihts, conocido por trabajos como Prometheus y eso debería de alertarnos de inmediato, porque si de algo sufrió esa precuela de Alien es de no saber lo que quería ser: ¿explorar los orígenes de la raza humana? ¿contar una historia reflexiva y analítica o una experiencia de terror de serie B? Jon Spaihts se pierde en su propio mar de ideas.

La cinta arranca de forma tensa y con una sensación de intriga que consigue atraparte en su historia. Todo bien de momento…hasta que tiene que explorar sus posibilidades en el segundo y tercer acto y ahí se diluye toda ilusión que pudieras tener. ¿Por qué? Pues porque no pasa absolutamente nada; ni hay desarrollo de personajes –los intentos por dotarles de un pasado y una motivación resultan un fracaso estrepitoso-, ni se explora el potencial de la nave en la que viajan –sólo llegamos a conocer la piscina y el bar, como si estuviésemos atrapados en unas vacaciones insoportables- y tampoco llegan a explotar temas tan contundentes como el peso que la soledad ejerce sobre el individuo. Sinceramente, no hay nada más frustrante que ver dos horas en las que la ciencia ficción está subyugada por una historia de amor tan predecible como ésta: chico conoce a chica, chica se enamora de chico, chico y chica viven un tórrido romance, chico esconde secreto a chica, chica se entera y se cabrea, chica se reconcilia con chico y viven apasionadamente hasta el final de sus apestosos días. Además, parece que nuestro amigo Spaihts tiene una vicio malsano por incluir Deus Ex Machina sin parar; como si quisiese superar el récord de más tonterías por minuto. Sin entrar en spoilers, la inclusión del personaje de Laurence Fishburne en la historia es de lo más bochornoso y ridículo que he visto en muchos años. ¡Eso sin mencionar el cameo/cachondeo que nos trae el amigo Andy García! Me lo imagino en el set de rodaje preguntándole al director Morten Tyldum: “¿y decís que me vais a pagar por esto?”


Ahora es cuando os preguntáis si al menos las actuaciones de Pratt y Lawrence salvan a este engendro de arder en la hoguera. Lamentablemente, tengo que deciros que su química en pantalla es similar a la de Ben Affleck y Jennifer López en Una relación peligrosa –peligrosa para la salud-. Por mucho que lo intenten –y creedme, lo intentan-, los protagonistas son antipáticos por naturaleza: él condena a la desconocida más maciza de la nave a morir para satisfacer sus necesidades; mientras, ella es una periodista con delirios de grandeza y un comportamiento infantil. Con deciros que el personaje más simpático fue el de Laurence Fishburne, que aparece menos de cinco minutos en pantalla, creo que ya os lo digo todo. Ah sí, se me olvidaba que también hay un androide, aunque tampoco tiene nada que hacer –como nadie en este filme-, más allá de servir whiskys y sonreír. El personaje de Bishop en Aliens es un Premio Nobel en comparación con este insulso montón de chatarra. Pero lo mejor nos espera en el desenlace, cuando unos actores desatados comienzan a gritar, correr y llorar por la nave. Por supuesto, nada de esto nos importa lo más mínimo, ya que a esta altura de la película lo más seguro es que estemos durmiendo, tronchándonos o apretando los dientes, mientras nos encomendamos al dios del cine para que ponga fin a nuestro sufrimiento. Eso sí, Tyldum está tan satisfecho consigo mismo que llena todo el tercer acto con efectos especiales y bonitas escenas de acción; como si eso fuese a salvar semejante bodrio. 


En definitiva, Passengers resulta demasiado aparatosa; se olvida de explorar sus potencialidades, conformándose con repetir la fórmula de comedia romántica facilona y confiando en que sus dos estrellas protagonistas le aporten carisma. No obstante, estos personajes comienzan a caer antipáticos enseguida; sus acciones y sus comportamientos se vuelven más incoherentes a medida que transcurre el metraje y llegado el clímax final, toda apariencia de formalidad se pierde para dejar paso a las chorradas argumentales de siempre –¡Oh no, el núcleo de la nave estaba gravemente dañado todo este tiempo, pero ha esperado hasta el último acto para iniciar la secuencia de autodestrucción! ¡Aunque no tengamos ni puta idea de cómo arreglarlo, seguro que lo conseguiremos porque somos Chris Pratt y Jennifer Lawrence!-. Si esto no basta para sacarte de quicio, no te preocupes, porque Tyldum y cía. tienen un as en la manga: el uso ridículo de grandes actores como Laurence Fishburne y Andy Garcia. El único que permanece como un profesional es el director de fotografía Rodrigo Prieto que, cual músico en el Titanic, busca darle algo de dignidad a esta catastrófica producción.


3,5/10: EL ANUNCIO MÁS LARGO DE EDARLING.

P.D. ¿Tanto presupuesto y ésta es la mejor barba postiza que encontráis? ¿Tan difícil era dejarse barba?