Octubre es el mes señalado para el terror, los sustos y pasar un buen rato viendo películas escalofriantes. Casualmente tengo un blog de cine, así que me he decidido a recomendaros cinco películas terroríficas que todo buen amante del cine disfrutará. Claro que cine de género hay mucho por ahí suelto y hay que saber escoger bien ya que, de lo contrario, te encontrarás con alguna sorpresa desagradable como Jack Frost o Leprechaun. Verdaderos bodrios que si consiguen matar a alguien es del aburrimiento o de la risa. Por eso, este artículo va destinado a todos aquellos fans del terror que quieran conocer algunas pequeñas joyas del género. Hechas las presentaciones, pasemos a lo interesante:

1) Navidades negras (1974). Cinta canadiense dirigida por Bob Clark (Porky's, Historias de navidad) que contaba con actores consolidados como Keir Dullea y John Saxon y pasará a la historia como uno de los primeros slasher modernos, que junto a La matanza de Texas -esta última mucho más influyente-, inspiró algunos clásicos como Viernes 13, Pesadilla en Elm Street o la misma Halloween de John Carpenter. Cierto es que estamos ante un título olvidado pero no os dejéis engañar por ello, porque Navidades negras es un producto muy entretenido, con un ritmo que no decae, algún que otro personaje carismático -presten atención a la señora mayor- y un giro final del que estaría orgulloso Shyamalan. Si os gusta esta particular subgénero, no os la podéis perder.


Ficha técnicaNavidades negras

2) Los crímenes del museo de cera (1953). A algunos os sonará este título por su bochornoso remake que Hollywood tuvo la vergüenza de producir para mayor gloria de Paris Hilton. Pero hagamos como que esa aberración jamás existió y volvamos a lo nuestro. Esta cinta de los años 50, que curiosamente también es un remake, tenía a un grandísimo e infravalorado actor como Vincent Price dando vida al protagonista de la cinta: el atormentado escultor Henry Jarrod. Sin él, esta película no funcionaría; me atrevería incluso a decir que ni existiría. Probablemente pongáis en duda esta elección, alegando que  si no tiene gore ni tampoco sustos, entonces no es terror y probablemente estéis en lo cierto, pero a veces resulta refrescante ver una historia que prima el desarrollo de personajes por encima de estos trucos tan vistos ya en el género. Estos son los orígenes del terror que hoy conocemos. Por eso os recomiendo que, cuando estéis agotados de pasarlo mal, os pongáis Los crímenes del museo de cera y disfrutéis del terror de antaño.



3) El extraño (2016). Cinta coreana dirigida por el mismo director que firmó  títulos como The Chaser o The Yellow Sea, que únicamente con su sensacional telón de fondo en la campiña coreana logra cautivar al espectador. Con una ambientación intrigante, una historia detectivesca que se torna en pesadilla y un ritmo pausado que sabe muy bien cómo y cuándo escalar en tensión, Goksung -su título original- es una de las mejores cintas de terror que haya visto en los últimos años. Lo que más admiro de esta obra es su capacidad para dosificar el terror de forma que nunca pierdas el interés ni te agotes con demasiados "jumpscares". También juega mucho con la duda del espectador, el cual no sabe muy bien ni a qué atenerse ni qué esperar; algo que ayuda enormemente a construir una atmósfera asfixiante  que llegado el final explota como pocas logran hacerlo. Por favor, que no os eche para atrás sus dos horas y media de duración. Es como un ejercicio de fe, que exige mucho paciencia pero que al final recompensa. Si os gusta un terror más desafiante, que te calará hasta los huesos con sus perturbadoras imágenes y su original propuesta, entonces no lo dudes. Déjate llevar por El extraño.


Ficha técnicaEl extraño

4) Brimstone (2016). Peculiar cinta del oeste que narra las desventuras de una joven madre muda huyendo de un perturbador reverendo que no deja de acosarla. Protagonizada por Dakota Fanning y Guy Pearce, esta cinta tiene más de terror que de western propiamente dicho y gran parte de culpa la tiene la brillante interpretación de Pearce, encarnando a este psicótico reverendo de una forma tan creíble que te helará la sangre. Tenía la duda entre ésta o Bone Tomahawk -supongo que ahora estoy recomendando ambas- pero me decidí por Brimstone por su enfermizo retrato de la sociedad americana del Lejano Oeste. La mayoría de personajes que pueblan la cinta están corrompidos de alguna manera; el director de la cinta, Martin Koolhoven, tiene una visión muy visceral de aquella gente. También cabe mencionar la valiente estructura de la historia: dividida en capítulos que desordenan la cronología argumental para obligar al espectador a unir las piezas del rompecabezas. Una confusión que le añade un gratificante punto de sorpresa. En definitiva, si prefieres el terror realista por encima del sobrenatural, donde la crueldad del ser humano supera lo imaginable y no te importa que el ritmo pueda decaer ocasionalmente, Brimstone es una buena opción.


Ficha técnicaBrimstone

5) La posesión (1981). Última pero no por ello menos importante recomendación para este Halloween. De hecho, podría decirse que este es el plato fuerte de una velada de pesadilla. Aquellos que me sigan por Twitter puede que hayan visto un tweet en el cual hice un adelanto de una de las películas que recomendaría en este artículo. Pues bien, aquí la tenéis. Esta colaboración franco-alemana dirigida por el polaco Andrzej Zulawski, protagonizada por una extraordinaria pareja de actores como son Isabelle Adjani y Sam Neill y rodada en las calles del Berlín dividido, es una auténtica locura para los sentidos. Una experiencia tan particular que la mayor parte del tiempo no sabes muy bien qué pensar. Para haceros una idea, imaginaros Madre! con esteroides; La posesión hace que ésta palidezca en comparación. Sin embargo, como no ocurría en la obra de Aronofsky, Zulawski guarda más y mejor sus cartas, evitando caer en el esperpento. Hasta tal punto las mantiene en secreto, que no sabía muy bien de qué iba: si se estaba marcando un farol o iba en serio. Y eso ayuda a construir la atmósfera que pretende. Dos horas durante las cuales te sientes incómodo todo el rato, como si estuvieses viendo algo que no deberías ver. No es la incomodidad del tipo Saw -detesto ese tipo de terror sensacionalista- sino algo más profundo, psicológicamente hablando. La historia comienza con la lenta destrucción de un matrimonio entre los susodichos protagonistas hasta que toma un giro hacia lo sobrenatural de forma impoluta. Cuando crees que estás ante un extraño drama sobre la pérdida del amor y sobre la complejidad de las relaciones maritales, descubres toda una subtrama grotesca e inverosímil. El guión fue ideado por el propio director en un momento delicado de su vida, cuando atravesaba el proceso de separación de su mujer, y creo que esta película es consecuencia de esa experiencia vital. Cabe mencionar que Adjani, la cual tiene una escena brutal en los pasillos del metro berlinés, ganó la Palma de Oro en Cannes por su magnética y diabólica interpretación. Os aviso que cuenta con algunas escenas nauseabundas, así que absténganse todos los que no soporten lo obsceno y malsano. Pero, si por el contrario queréis marcaros un Halloween para recordar, os sugiero que no perdáis la oportunidad de ver La posesión. Os aseguro que dejará una huella imborrable en vosotros.


Ficha técnicaLa posesión

P.D. ¡Qué pedazo pósteres se hacían antes!

Estas son las cinco películas de terror que os sugiero ver este Halloween. Como dije algunas no son terror estrictamente hablando pero creo que todas tienen suficientes elementos del género como para conseguir aterrorizarnos. Este es un género muchas veces denostado porque muchos no entienden su propósito; en mi opinión, el buen terror es el que te deja mal cuerpo. No porque te entren ganas de vomitar necesariamente sino porque despierta en ti una reacción de rechazo inmediata. Dicen que tememos lo desconocido; si eso es cierto, el terror debe ahondar en ese oscuro rincón de nuestra mente y sacar nuestros temores a relucir. Sólo así conseguirá impactarnos debidamente.

Del 27/10/17 al 29/10/17

HACE 10 AÑOS...



Hace mucho desde que vi por primera vez Stardust. Recuerdo verla en cines y no impresionarme demasiado, pese al gran reparto con el que contaba: Robert De Niro, Michelle Pfeiffer, Claire Danes e incluso un pequeño papel para el legendario Peter O'Toole. La película estaba dirigida por Matthew Vaughn -que se daría a conocer por sus adaptaciones de los cómics de Kick-Ass y Kingsman- y contaba una historia romántica enmarcada en un contexto de fantasía bastante logrado para la época, que mezclaba una ambientación medieval con magia y algo de steampunk. El resultado es un híbrido de otras muchas películas del género como La princesa prometida, Narnia o Willow. Un producto de entretenimiento aceptable, con buenas actuaciones de De Niro y Pfeiffer y una historia reconfortante. Stardust no excederá las expectativas de nadie pero tampoco te decepcionará.




Oliver Hirschbiegel, director de la famosa cinta germana El hundimiento -que contaba los últimos días de Hitler encerrado en su búnker bajo un Berlín asediado-, daba su salto a Hollywood con una nueva adaptación de La invasión de los ladrones de cuerpos, cinta de serie B de los 50 asociada a la corriente política de la época representada en la figura de Joseph McCarthy -la famosa caza de brujas comunista-.  Fue todo un éxito en taquilla, recaudando un millón de dólares en su mes de estreno sobre un presupuesto de menos de medio millón. El impacto fue tal que unos años más tarde, a finales de los 70, Philip Kaufman dirigiría un remake protagonizado por Donald Sutherland y Veronica Cartwright (Lambert en Alien), que terminaría igualando o incluso superando en calidad a la original. Tras ésta, todas las revisiones que vinieron después fueron innecesarias y fallidas. Primero lo intentaría sin éxito el gran realizador Abel Ferrara y después le llegaría el turno al mencionado Hirschbiegel, que contó con actores de reputación internacional como Nicole Kidman y el mismísimo agente 007 Daniel Craig, para combatir a esta raza alienígena invasora. Pero ni con esas; la película es aburrida y plana hasta decir basta. Previsible, políticamente correcta y olvidable. La pregunta es si el Hirschbiegel de El hundimiento es el mismo de Invasión o es un doble sin emociones salido de una vaina extraterrestre.

Una familia de perdedores y…¿ganadores? Noah Baumbach nos narra con su estilo característico las vivencias de una familia de la sociedad media neoyorquina.


No estoy muy versado en la filmografía de Noah Baumbach, aunque lo poco que he visto me llama poderosamente la atención. Su cine recuerda, por momentos, a un híbrido entre el humor negro de Woody Allen y los personajes pintorescos de Wes Anderson (sin su extravagante diseño artístico); cabe recordar que, al igual que estos realizadores, Baumbach también elabora los guiones de sus películas. The Meyerowitz Stories es su última creación, que cuenta la historia de una familia disfuncional que se ve obligada a reunirse con motivo de la celebración de la carrera artística del progenitor, Harold Meyerowitz. Con un magnífico elenco entre quienes destacan Dustin Hoffman, Adam Sandler, Ben Stiller y Emma Thompson, este drama con tintes cómicos tiene mucho que decir sobre las relaciones paternofiliales.


Comenzaré hablando del guión de Baumbach, que articula con sencillez y eficacia los numerosos argumentos que pretende exponer. Temas tan complejos como el fracaso, la frustración o la decepción entre congéneres se tratan aquí con acierto y sutileza. Y como suele ocurrir en todas las familias, el origen de muchos males radica en las etapas formativas. Danny (Sandler) es el hijo más mayor: apenas pudo conocer a su padre, más preocupado de su arte que de su familia; su relación es tormentosa, ya que Harold lo ningunea y lo considera un don nadie. Jean (Marvel) es la hermana de Danny: su personalidad ensimismada encierra más secretos de los que salta a la vista. Por último, Matthew (Stiller), hermanastro de estos últimos, es el menor de la familia: su éxito profesional como hombre de negocios en Los Angeles no se compagina con la idea que Harold, su padre, tenía en un principio para él; aunque esté orgulloso, no sabe como decírselo.  En cuanto a Harold, ya entrado en la tercera edad, su vida se centra en recopilar recuerdos, tratar de pasar más tiempo con sus hijos y conmemorar su carrera de escultor. Estas serían, a grandes rasgos, las personalidades de los personajes protagonistas del filme. Por supuesto, Baumbach guarda lo más importante en los detalles de las conversaciones expuestas en el filme con cotidianidad ensayada; las fobias y las filias, los deseos y los miedos, las ilusiones y los desengaños tienen todos cabida en los diálogos de Baumbach. Esta es una de esas cintas que no presumen de grandes giros argumentales ni trucos efectistas sino más bien en la simpatía (o antipatía) que generan en el espectador. La historia pide la complicidad del público: si este se la da entonces disfrutará, sino le aburrirá. Digo esto porque las películas cuyo contenido es más humano y emocional que la media, suelen gustar o cansar. Porque el cine se mueve en el espacio entre dos polos opuestos: el lado más entretenido y el más sesudo y The Meyerowitz Stories se decanta más por este último. Cierto es que, como dije en la introducción, cuenta con algo de humor aunque este tampoco será a gusto de todos.  


En cuanto a las actuaciones, cabe resaltar al trío formado por Sandler, Hoffman y Stiller. El primero es probablemente el mejor: su personaje, que hace de brújula para el espectador, es con el que más logré empatizar. Su mejor actuación desde Embriagado de amor (2002). Por su parte, Hoffman hace un papel esencial para dar autenticidad al conflicto familiar y Stiller, con menos minutos en pantalla que estos dos, logra situarse con éxito como la “némesis” de Sandler. Las disputas entre estos tres son sin duda las más enriquecedoras del filme. No obstante, Baumbach desaprovecha en mi opinión a Emma Thompson y a Elizabeth Marvel. No es que sus personajes carezcan de interés; más bien parece que al director y guionista le importase poco o nada darles un significado. Tristemente quedan relegadas a un segundo plano. También eché en falta un acompañamiento musical en forma de jazz, un estilo muy utilizado por Woody Allen, que pega muy bien con el tono de esta cinta.


En definitiva, esta cinta nos habla de relaciones familiares: cómo se dañaron y cómo repararlas (si eso aún es posible). Y en este intento de salvar vínculos surgirán todos aquellos secretos, rencores y rencillas que se fueron acumulando tras años de amarga convivencia. Una película reflexiva, por momentos contemplativa, aunque siempre interesante. Pese a que el drama humano de Baumbach funciona, por momentos se siente como una oportunidad perdida; algunos personajes están completamente desperdiciados. The Meyerowitz Stories está concebida para los aficionados a un cine más íntimo y personal, que mira más a los entresijos emocionales de la sociedad moderna.


7.5/10: FAMILIA…NO HAY MÁS QUE UNA.
Ficha técnica

Título original
: Pociag

Año: 1959

Duración: 90 min.

País: Polonia

Director: Jerzy Kawalerowicz

Guión: Jerzy Kawalerowicz, Jerzy Lutowski

Fotografía: Jan Laskowski

Música: Andrzej Trzaskowski

Género: Drama. Thriller.

Reparto: Lucyna Winnicka, Leon Niemczyk.

Sinopsis: La historia de un hombre y una mujer en un compartimiento de un tren con destino a la costa báltica. 

Comentario: El cine del este de Europa se caracteriza por ser más frío y analítico que el de sus compañeros del oeste. Pociag no es ninguna excepción a la norma pero su director sabe mantener el interés del espectador más allá de su ritmo pausado. Tren de noche sigue la corriente del cine europeo de la época, abanderado por el neorrealismo italiano de Rossellini y De Sica entre otros (todos recordaremos el cine costumbrista español de Berlanga y cía.), para narrar con destreza y verosimilitud los acontecimientos que acontecen en un tren a múltiples y pintorescos personajes que encapsulan, por así decirlo, los rasgos característicos de la sociedad polaca de entonces. Si no os gustan los planos largos, los silencios prolongados y la aparente parsimonia argumental entonces esta película puede que no sea para vosotros. Sin embargo, si estáis interesados en un cine más personal que describa el sentir del director sobre los padecimientos morales de una sociedad que sufría las consecuencias de la II Guerra Mundial, Tren de noche creo que os gustará.

Fuente (Imágenes): https://www.filmaffinity.com/es/film601921.html



Del 13/10/17 al 15/10/17

HACE 10 AÑOS...


El Orfanato, la primera y en mi opinión más floja película de J.A. Bayona, es una cinta de terror que cae en el subgénero de casas encantadas. La historia es bastante simple: Laura (Belén Rueda) decide reabrir el orfanato donde se crió de niña y así se muda con su marido y su único hijo, Simón. Todo parece ir con normalidad hasta que nota algo raro en los juegos del niño. Así comienza a sospechar que la casa guarda un terrible secreto. En el momento de su estreno causó verdadero furor entre los espectadores españoles pero, la verdad, nunca entendí por qué tanto revuelo. Las interpretaciones no son nada del otro mundo, la historia está llena de incongruencias y fallos inexplicables, el drama de los personajes no termino de creérmelo y el giro del final...no lo firmaba ni Shyamalan. Los únicos puntos fuertes de la película son la fotografía y el trabajo de ambientación que están muy logrados (¡claro que filmar en un paraje tan espectacular como la costa de Asturias ayuda mucho!). Tiene algún susto convencional aunque nunca llega a asfixiar al espectador. El supuesto componente de intriga sobre el pasado del orfanato me aburrió y la trama del hijo de Laura, Simón, me cansó desde el principio.  En definitiva, un ejercicio de terror psicológico ingenioso pero fallido.

Fuente (imágenes): https://www.filmaffinity.com/es/film245378.html

HACE 20 AÑOS...


Si algo no se le puede achacar a Guillermo del Toro es que no arriesgue en sus planteamientos. Tras firmar Cronos, su debut como realizador, del Toro se traslada a Estados Unidos para iniciar su andadura en Hollywood. Con un gran reparto internacional entre los que destacaban Mira Sorvino, Josh Brolin, F. Murray Abraham (Salieri en Amadeus) y Charles S. Dutton, Mimic (aunque también podría haberse titulado "El ataque de las cucarachas mutantes") es un experimento cinematográfico "marca de la casa" del Toro. La historia es bastante ridícula, digna de una buena cinta de serie B: una epidemia causada por cucarachas está enfermando a los niños de NY. Para acabar con la plaga, la doctora Susan Tyler (Sorvino) crea un insecto híbrido de dos especies llamado Judas, cuyas secreciones exterminarán a las cucarachas...en teoría. La verdad es que pese a la insensatez de su argumento, la película cumple sobradamente con su objetivo: entretener. Cuando se estrenó, Stephen King dijo de ella que era original y terrorífica y estaba en lo cierto. Rob Bottin, un experto en el maquillaje protésico que ganó el Oscar por Legend (1985), creó con éxito los bichos mutantes que habitan las cloacas de la ciudad neoyorquina; mientras, del Toro demostraba una vez más su desparpajo tras la cámara y su habilidad para divertir al espectador con sus inverosímiles invenciones. Inspirada en el Alien: el octavo pasajero, Mimic es intensa, atmosférica y terrorífica. Una buena cinta para aficionados del género. Aviso: absténganse de ver sus secuelas.

Fuente (imágenes): https://www.filmaffinity.com/es/film412378.html


Y a vosotros, ¿cuál os gusta más? ¿Visteis alguna en el cine?
 Dejadme vuestras respuestas aquí abajo, en los comentarios. Hasta otra, pasadlo bien y disfrutad del cine. Saludos!

Recuerdos de un adiós. Denis Villeneuve se consagra como uno de los grandes cineastas en la actualidad, con esta maravillosa secuela de la obra maestra de 1982. 

Blade Runner 2049 es la ansiada y a la vez temida continuación de aquel clásico de la ciencia ficción más cerebral. Una película atemporal que marcó e influenció a generaciones enteras. Por lo tanto, el realizador canadiense Denis Villeneuve tenía ante sí el desafío más grande de su carrera; hacer regresar este título, revitalizarlo para el público actual y satisfacer a los muchos fans que aún sueñan con ovejas eléctricas. Una tarea titánica. Para superar este reto, contó con la ayuda de un equipo sensacional, entre los cuales destacan los actores Harrison Ford (volviendo a encarnar al icónico personaje Rick Deckard) y Rian Gosling; el legendario director de fotografía Roger Deakins; el guión de Hampton Fancher y la inteligencia musical de Hans Zimmer. ¡Casi nada! Como el propio título indica, la acción nos sitúa en el año 2049, 30 años después de los acontecimientos de la original, y se centra en el cazareplicantes conocido como K (Rian Gosling). En una de sus misiones, este “Blade Runner” recogerá una pista que le hará replantearse el significado de su propia existencia. Y aquí lo dejo, porque ésta es una cinta que debéis experimentar vosotros mismos. Cada sorpresa, cada giro dramático debe descubrirse en la sala de cine, que es el mejor y me atrevería a decir el único lugar para verla como se merece.







Comenzaré por el guión, que es en mi opinión la pieza clave de esta cinta. Lo fácil hubiese sido hacer un remake encubierto (reboot, creo que lo llaman) pero Hampton Fancher y Ridley Scott decidieron juntarse de nuevo, 35 años después de la original, para crear una historia que expandiera el universo, que desarrollase los planteamientos ya vistos y provocase al espectador con otros originales. Por una parte, tenemos nuevos personajes que pueblan este decadente mundo. Todos ellos tienen personalidades distintas con sus ambiciones, temores y deseos propios; y sin embargo, guardan el mismo aroma que los de la cinta del ’82. Esa tristeza y desilusión les acompaña allá adonde van. Un ejemplo muy claro, sin desvelar demasiado del argumento, es la relación entre los personajes de Ana de Armas y Rian Gosling. Como pasara en la original con Rachael y Deckard, ambos se sienten igual de atrapados en sus falsas existencias, pero su historia toma una dirección muy distinta. Pero esta secuela no se contenta únicamente con entregarnos personajes interesantes, sino que también explora otros lugares igualmente llamativos y cautivadores que Los Angeles. También nos reencontramos con viejos conocidos como Deckard. Algo que me produjo reservas cuando lo supe, ya que no estaba seguro si su inclusión se debía a verdaderas necesidades del guión o si, por el contrario, era una herramienta más de mercadotecnia para atraer a los ilusos como yo que caen fácilmente en la trampa de la nostalgia. El resultado no podría ser más satisfactorio: el talento interpretativo de Harrison Ford vuelve a relucir como no lo había hecho en muchos años; de lejos, su mejor actuación desde A propósito de Henry. No obstante, no todo son aciertos y aunque los fallos de guión no son muchos, sí son lo suficientemente importantes como para restarle calidad al producto final. Dichos fallos llegan sobretodo en el acto final; si a esto le unimos un metraje de más de dos horas y media, el resultado puede resultar frustrante para algunos espectadores que sientan que perdieron el tiempo. No entraré en detalles, pero creo que el final no estuvo a la altura de las atrevidas propuestas que había presentado. También cabe decir que ciertos personajes se encuentran infrautilizados en comparación a su relevancia dentro de la historia. Una descompensación que daña el ritmo de la cinta y puede incluso perder el interés del espectador.


Otro aspecto importante en el éxito o el fracaso de esta secuela es la dirección de Denis Villeneuve. En mi opinión, su filmografía lo avala: Enemy, Prisioneros, Sicario y La Llegada. Su cine es evocador, reflexivo, visual y claustrofóbico. Es un director al que le gustan las historias más intelectuales, aunque aún no ha dado en la tecla en la faceta emocional. Su estilo es demasiado frío y calculador. Todo está demasiado encorsetado, ceñido a las exigencias. Aquí no hay lugar para el lirismo ni la inspiración de Ruger Hauer. Blade Runner 2049 es más aséptica que su predecesora. Pero si algo se le debe agradecer es su pasión a la hora de comandar este proyecto; podría haberse limitado a filmar en un gran hangar de California, con todos los sets generados por ordenador. Pero siendo un fan confeso de la original, no tuvo otra opción que trabajar en sets reales. Y es que el mundo que crea se siente como una prolongación natural del visto en el ’82. Los anuncios de Pan Am y Atari, las calles superpobladas y la suciedad. Los guiños siguen ahí y a su vez añade nuevos elementos para obtener una fórmula exquisita, que juega sobretodo con el deterioro medioambiental como gran aliciente. También hizo un buen trabajo dirigiendo a actores menos experimentados como Sylvia Hoeks, Ana de Armas y Dave Bautista. Es admirable y alentador ver a un director como él con tal pasión, mimo y dedicación hacia su proyecto. Independientemente de que te guste más o menos su trabajo, creo que nadie puede dudar de su compromiso.


En cuanto a las interpretaciones, he de decir que todas (o casi todas) están a la altura del título. Rian Gosling sabe guardar el equilibrio y la sutileza de un personaje confundido entre la frialdad que se le presupone y los pequeños cambios que van despertando en él conforme transcurre el filme. Harrison Ford cuenta con un papel que, como diría Eldon Tyrell, “brilla con el doble de intensidad y dura la mitad de tiempo”. El cartel nos lleva erróneamente a creer que compartirá protagonismo con Gosling y no es así. K es el protagonista de esta historia, igual que Deckard lo fue en la original. Sin embargo, algunos de los mejores momentos de la cinta los tiene Ford. Su historia continua con acierto y lógica, su personaje ha cambiado mucho tras tantos años. El tiempo pasa para todos, Deckard. En cuanto a los secundarios, cabe destacar dos sorpresas del reparto: Ana de Armas y Sylvia Hoeks. La primera encarna al personaje de Joi, la segunda al de Luv. Pese a tener un papel colateral, ambas desprenden magnetismo en pantalla. Dave Bautista, por su parte, demuestra que tiene más registros a parte de Drax en Guardianes de la Galaxia. De Robin Wright no hay nada nuevo que descubrir, es una gran actriz. Una vez hablado de lo bueno, hablemos de esa excepción que señalaba al principio. Jared Leto, un actor que no es santo de mi devoción precisamente (el único papel donde me convenció fue en El señor de la guerra), cae nuevamente en la sobreactuación que ya tuvimos la desgracia de ver en su versión del Joker. ¿Recordáis al Eldon Tyrell encarnado por Joe Turkel? Un actor desconocido, cuyo anterior trabajo fue el del siniestro barman del Overlook Hotel en El resplandor. La razón por la que aquel personaje intimidaba era porque su mera presencia era escalofriante. La forma en la que se movía, en la que hablaba y gesticulaba. Todo estaba al servicio del personaje. Jared Leto, por otra parte, se apoya demasiado en su “look” para intentar intimidarnos…y fracasa. Mucho ruido y pocas nueces. Mucho estilo para tan poca sustancia. Creo que ese fue el único y gran error de casting; al personaje de Wallace le hubiese ido mejor alguien con mayor presencia, como por ejemplo David Bowie, que sonó para el papel antes de su triste fallecimiento. Otra alternativa válida habría sido Ken Watanabe (cambiándole el nombre al personaje, por supuesto), gran actor asiático que le daría además un toque multicultural característico de este universo cyberpunk.


Pero si hay un apartado que destaca por encima de los demás es la fotografía del maestro Roger Deakins. Si este señor no consigue un Oscar por este trabajo, la Academia habrá perdido el poco  respeto que le quedaba. Cada plano es para enmarcar, la iluminación es un personaje más (recuerda mucho al estilo del expresionismo alemán) y como juega con ella para iluminar u oscurecer figuras y rostros. También impresiona la forma en la que juega con los elementos, como el agua, para crear escenarios únicos. Es cierto que utiliza una paleta de colores más amplia que la de Jordan Cronenweth pero aún así consigue mantener el mismo tono lóbrego de la original.

Sin embargo, algo que no puedo pasar por alto es su larguísimo metraje, de casi tres horas. Desde luego, es poco corriente ver una película así de larga por numerosas razones: primero, porque los estudios suelen recortarla para que los cines la proyecten más veces al día y segundo, porque el espectador normal no está acostumbrado a tanta duración. Personalmente no tuve ningún problema de ritmo. ¿Por qué? Pues porque desde el inicio, Villeneuve marca la cadencia a la que va a fluir la narración. El canadiense contraviene las normas establecidas por Hollywood, dónde abundan los cortes rápidos y cargados de adrenalina, a favor de un enfoque más influenciado por el cine clásico. Aquel en el que las historias se cocinaban a fuego lento y los planos se mantenían durante más tiempo.   


Seguro que todos los fans recordaréis la mítica banda sonora de Vangelis, toda una sinfonía para los oídos. Poesía echa música. En esta ocasión no podremos disfrutar de sus acordes y su lugar lo ocupa Hans Zimmer y Benjamin Wallfisch. El primero es uno de los grandes compositores de nuestro tiempo y el segundo participó en It, el gran hit de terror del año. No quisiera entrar en comparaciones, ya que suelen ser odiosas sobretodo cuando hablamos de un genio como Vangelis, pero creo que Zimmer y Wallfisch hicieron un trabajo que, si bien no se acerca en calidad, tampoco es desdeñable. Utilizando un Yamaha CS-80, el mismo sintetizador empleado en la original, Zimmer y Wallfisch nos brindan algunas piezas cautivadoras.

El último aspecto que me gustaría comentar antes de cerrar esta crítica es el diseño de producción. Si en la original teníamos a Lawrence G. Paull como cabeza visible, aquí tenemos a un Dennis Gassner cuya carrera habla por sí misma. Muerte entre las flores, Barton Fink, Camino a la perdición o Skyfall son algunos de sus trabajos. El balance entre los decorados y los efectos generados por ordenador es absolutamente apabullante. Hay una escena en específico, cuando K anda por una especie de desierto, que me dejó boquiabierto. Sin duda uno de los mejores trabajos en lo que va de siglo XXI.


En definitiva, ¿es Blade Runner 2049 mejor que la original? La respuesta es un no rotundo. Pero, ¿acaso es posible superar lo insuperable? Villeneuve ni lo pretende ni pierde el tiempo intentándolo. En su lugar, el realizador de La Llegada se desmarca de la alargada sombra de Ridley Scott para crear una obra, con su estilo y sus características propias. De verdad que esta secuela no puede ni debe compararse a aquella obra maestra, porque eso fue magia cinematográfica. Lo que sí hace 2049 es añadir elementos nuevos, traer de vuelta los cánones establecidos previamente y mezclarlos de tal manera que no parezca ni un burdo remake ni algo completamente extraño. Si me preguntarais hace unos meses que opinaba de esta secuela, me hubiese mostrado escéptico. Pero Villeneuve y su equipo han conseguido que recupere mi fe en un cine más auténtico; menos empeñado en saciar el apetito del público y más de hacerlo pensar. Apoyado en un guión que sabe que dar respuestas es mucho menos provocador que plantear preguntas, ésta es una de esas experiencias sensoriales que te dejarán confuso al salir de la sala; te hará reflexionar. Y eso, vale el precio de mi entrada.


8,5/10: EL DESEO DE AMAR Y SER AMADO. DE EXISTIR PARA ALGUIEN.