Crítica sin spoilers - Terminator: Destino Oscuro


Llevamos casi tres décadas sin ver una secuela de Terminator que esté a la altura de la original y siendo sinceros, probablemente nunca la veamos. Tras el estreno de T-2, que tomaba la fórmula de la primera y le daba un giro muy interesante con la incorporación del T-1000 y la “reconversión” del T-800, era muy difícil encontrar una manera de continuar la saga sin que pareciese otro refrito o un simple sacacuartos. Primero lo intentaron con Terminator 3: La rebelión de las máquinas, que cumplía como película de acción pero palidecía en comparación a su predecesora y luego regresaron con Terminator Salvation, cuya idea de situarla en la guerra contra Skynet resultaba fascinante pero de nuevo volvía a ser eclipsada por las dos primeras. De esta precaria situación nació Terminator Génesis, que en mi opinión es la peor de todas; un intento desesperado por revivir la saga a base de efectos especiales, personajes nulos y una trama que básicamente reiniciaba todo el universo creado por James Cameron. No obstante, el público seguía pidiendo (casi suplicando) una secuela que continuara de forma satisfactoria la historia de Sarah Connor, personaje clave en la franquicia, que había sido maltratado tanto en la tercera, cuarta como quinta entrega. Así se fraguó Terminator: Dark Fate, el nuevo capítulo de la saga y una secuela directa de T-2. En la silla del director se encuentra Tim Miller (Deadpool), un fan declarado de la franquicia que prometía devolverla a sus orígenes y para hacerlo, traía de vuelta a Linda Hamilton en el papel de Sarah Connor, una de las heroínas más carismáticas que haya tenido el placer de ver la gran pantalla. A su vez, Arnold Schwarzenegger también regresa y entre los dos ayudan mucho a levantar esta película. Los ingredientes están ahí, ahora solo falta combinarlos bien. ¿Lo conseguirá?


Empezaré por el guion, co-escrito por David S. Goyer, Billy Ray, Justin Rhodes y Josh Friedman y basado en una historia del propio Cameron. Si entráis en su página de IMDb, veréis que la lista de guionistas es casi tan extensa como la del reparto. Por norma general, esto significa que el material original no era muy bueno y que se pasearon por medio Hollywood tratando de maquillarlo para que luzca bien. Sin embargo, la historia de Dark Fate no es tan mala como pudiera parecer a priori; puede que sea lo peor de la película, pero no es un despropósito. Algo que me fastidió de Génesis es que su historia era semejante pastiche de líneas temporales, que se hacía muy pesado seguirla. En Dark Fate, las cosas van directas al grano, en la línea de la primera y la segunda. A nivel personal, el éxito de esta franquicia nunca residió en la complejidad de sus historias, sino en su facilidad para meternos de lleno en la acción. Tim Miller entiende esto y sabe cómo ganarse a los fans.

Hablando del trabajo de dirección, Miller tenía la ardua tarea de devolver la ilusión a una franquicia que llevaba tiempo desgastada. No es fácil llegar a la sexta entrega e insuflarle energía como ha hecho él. Su película es visceral, cañera, malhablada e intensa. La sensación de que los protagonistas están en todo momento contra las cuerdas es santo y seña de Terminator y con Dark Fate volvemos a sentirla; Mackenzie Davis, Hamilton y Schwarzenegger son fuertes y resisten todo lo que les echen, pero con cada pelea están un poco más cerca de la derrota. Es un juego del gato y el ratón, una lucha a vida o muerte que no dará tregua ni a nuestros héroes ni tampoco al espectador. Por si esto fuera poco, Miller se las ingenia para mezclar lo nuevo con lo viejo de forma satisfactoria: Mackenzie Davis y Natalia Reyes pronto se sincronizan con el ritmo de la historia y te las crees en sus respectivos papeles pero Hamilton y Schwarzenegger siguen siendo el alma de la película. Sin ellos, este proyecto no hubiese funcionado.


En el apartado interpretativo, el trío formado por Schwarzenegger/Hamilton/Davis es absolutamente genial. Los dos primeros representan el pasado de la franquicia, la nostalgia y el carisma necesario para que la audiencia se comprometa con la acción; por otra parte, Davis sorprende a propios y extraños manteniéndole un pulso a estos dos, logrando que su personaje brille por sí solo y ganándose un hueco en nuestros corazones metálicos. Su personaje es fresco, interesante y muy guerrero y la actriz lo encarna a la perfección: es letal, ágil y chulesca cuando tiene que serlo, encajando a las mil maravillas en la franquicia. Después están Natalia Reyes y Gabriel Luna, los eslabones débiles que pasan a un segundo plano con respecto al terceto protagonista. No actúan mal y tampoco desentonan, pero sus personajes no dan mucho más de sí: ella no deja de ser el Macguffin de esta historia, un recurso para que la acción se desenvuelva; mientras, él se asemeja a un Robert Patrick pero con menos poder de intimidación.

Por último, los efectos especiales –un aspecto esencial en esta franquicia– están a un nivel aceptable. Tim Miller trabajó durante muchos años realizando efectos generados por ordenador y eso se nota, sobretodo en la creación del Rev-9, el nuevo modelo Terminator que cumple el papel antagónico. El concepto no es nada nuevo, al fin y al cabo es una combinación del T-800 con el T-1000, pero este resulta real en vez de un personaje sacado del videojuego. Es cierto que hay ocasiones en las que se exceden con el CGI, sobretodo a la hora de generar efectos de partículas como el humo o el fuego pero en líneas generales cumplen su cometido.

En definitiva, Terminator: Destino oscuro es una secuela más que digna y puede suponer el resurgir de una franquicia muy querida por los amantes del cine que llevaba años de letargo. Es innegable que tiene problemas: algunos personajes no terminan de funcionar, el desarrollo de la historia no innova demasiado y se podían haber ahorrado algún que otro CGI. Sin embargo, también tiene aciertos muy reseñables como la llegada de una Mackenzie Davis que se postula como futura estrella del cine de acción, giros de guion que harán la experiencia más refrescante y un tono y ritmo que se asemejan al de las célebres dos primeras entregas. Han pasado muchos años desde que viésemos a Sarah Connor y os puedo decir que ha vuelto con la misma energía y mala leche de siempre. Linda Hamilton tiene un papel preponderante en esta historia, devolviéndole la emoción y el empaque a la saga. Quizá sea la nostalgia pero lo cierto es que, cada vez que aparecía el dúo Hamilton/Schwarzenegger en pantalla, la película ganaba enteros; su dinámica es uno de los puntos fuertes de esta entrega. Dark Fate tiene ritmo y acción a raudales, personajes con los que empatizar y algún as en la manga que te dejará boquiabierto. Poco más se le puede pedir al sexto capítulo de una saga a la que, desde luego, nunca se la puede dar por terminada.


6,5/10: VOLVERE. Y VOLVIO...A MEDIAS


1 comentario:

  1. necesito la clave para verla. la tengo en formato rae. porfa

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