Crítica sin spoilers - Doctor Sueño


El realizador norteamericano Mike Flanagan ya demostró su predilección por la literatura de Stephen King cuando estrenó El juego de Gerald hace dos años, una adaptación bastante exitosa que respetaba el espíritu y estilo del novelista. Poco después, volvería a repetir la fórmula con La maldición de Hill House, una miniserie con tintes a King producida por Netflix, que reafirmaba a Flanagan como uno de los grandes nombres del género de terror actualmente. Y fue justo en ese momento, cuando podía haber elegido cualquier otro proyecto, que decidió hacer una secuela de la gran película de culto, El resplandor. Otra cosa no sé, pero agallas desde luego tiene para querer revisitar este clásico del terror casi treinta años después. Y digo esto porque, tras anunciarse esta secuela, no solo había una legión de fans de Kubrick montando en cólera, sino que había otra de fans de Stephen King que odiaban y continúan odiando con todo su ser aquella adaptación libre de la novela. Las similitudes entre el filme y la obra de King son tan escasas y superficiales que prácticamente no impactan la historia de la película. Por eso, atreverse a hacer una secuela que respete a la vez el legado del cineasta y la visión del literato, es una misión cuanto menos temeraria. Doctor Sueño nos sitúa décadas después de lo ocurrido en El resplandor, presentándonos a un Danny Torrance ya adulto, que sigue cargando con la enorme carga de su pasado familiar. Los traumas que dejó en él el Hotel Overlook aún lo atormentan y hacen de su existencia un arduo camino hacia la muerte. Cual uróboros, Danny vive sumido en un ciclo eterno de autodestrucción: es un alcohólico y un vagabundo itinerante que viaja de pueblo en pueblo haciendo pequeños trabajos para seguir emborrachándose y seguir huyendo de sí mismo. En uno de estos pueblos conocerá a una niña llamada Abra Stone, alguien que está descubriendo su resplandor igual que él lo hizo en 1980. Sin embargo, alguien se esconde tras las sombras, un grupo de criaturas con forma humana que se alimentan de ese mismo resplandor…


Doctor Sueño dura dos horas y media, a las cuales podemos dividir en dos mitades: una primera en la que predomina una atmósfera de misterio que nos invita a conocer más de este universo expandido y una segunda que trata de complacer a los fans de la película original, llevándonos por caminos que ya transitamos anteriormente. En conjunto, la película de Mike Flanagan funciona porque los personajes y la historia que nos quiere contar resultan frescos y atrevidos; su éxito radica más en sus diferencias con la cinta de Kubrick que en sus similitudes.


Uno de los factores que causan más impresión de esta película es su habilidad innata para recrear esa misma atmósfera opresiva y malsana de la primera, a la vez que nos entrega una narración totalmente nueva y complementaria, que enriquece el universo de El resplandor en lugar de limitarlo.

Evidentemente, el guion se ha ceñido mucho más al relato de Stephen King de lo que lo hizo Kubrick con el primer libro y creo que es un gran acierto, porque de esta forma, Flanagan tiene libertad para combinar la narrativa del escritor con el terror psicológico del realizador. Doctor Sueño no se contenta con ser una adaptación más, sino que también pretende ser una verdadera continuación de la película de Kubrick. De ella toma los efectos sonoros, la música y también la estética; lo justo y lo necesario para que ambas obras mantengan una coherencia visual, sin que se las puedan tildar de copias.


Lo que en mi opinión ensalza a esta secuela, es la capacidad del director y guionista de desechar ciertos elementos y quedarse con otros. Por ejemplo, el Danny Torrance interpretado aquí por Ewan McGregor guarda los mismos recuerdos que el niño que vimos en los ochenta: la bruja en la habitación 237, su padre persiguiéndole con el hacha, las famosas gemelas en el pasillo, etc. Hay abundantes referencias tanto narrativas como visuales al filme de Kubrick, pero Flanagan no quiere depender de ellas para construir su película. La idea de que Danny sigue en cierto modo atrapado en aquel laberinto nevado y que esta niña, Abra Stone, le da un vuelco a su vida, me parece muy efectiva e interesante para el desarrollo del personaje. Otros secundarios como el de Cliff Curtis o el de Emily Alyn Lind también ayudan a contextualizar y a profundizar un poco más en el mundo que rodea a Danny y a Abra.


Por su parte, creo que fue un acierto dedicar casi la mitad de la película en retratar a este grupo de villanos “sanguijuelas”: vivir con ellos, conocerlos, saber sus preocupaciones, sus fortalezas y también sus debilidades. Ayuda mucho a situar al espectador y también, por qué no, a entender mejor el universo de El resplandor, sin por ello quitarle ese elemento sobrenatural y de misterio que ya acarreaba del filme original. Vemos la cotidianidad de sus vidas sin por ello renunciar a la parte más tétrica y tenebrosa. Se nota que Flanagan le tiene mucho cariño tanto a la obra de Kubrick como, sobretodo, a la novela de Stephen King y entiende que es vital incorporar parte de este último en su película.


A nivel interpretativo hay que destacar a Rebecca Ferguson, que está un nivel por encima del resto, inclusive de Ewan McGregor. A la bella actriz sueca la conocemos sobretodo por aparecer junto a Tom Cruise en la saga Misión Imposible, donde interpreta a una agente secreta, como no podía ser de otra manera. Sin embargo, en Doctor Sueño sorprende a propios y extraños interpretando a un personaje vil, macabro y al mismo tiempo seductor y dulcemente manipulador. Rose, la chistera ejerce de líder de este grupo de nómadas siniestros, de vampiros succionaalmas que recuerdan mucho a la película de Schumacher, Jóvenes ocultos­, y lo hace con carisma y genio. Esto la convierte en una villana aún más intimidante e interesante de lo que estamos acostumbrados a ver en las grandes superproducciones.


Además de ella, Ewan Mcgregor también hace un buen papel, construyendo a este Danny adulto a partir de las sólidas bases que dejó la primera. Su interpretación combina la vulnerabilidad de alguien que ha pasado gran parte de su vida sufriendo, con las ansias de rebeldía y coraje que ya demostrara de niño, cuando se enfrentó a su padre en una batalla por la supervivencia. Claro que nadie va a descubrir a estas alturas a un actorazo consolidado como él. Siempre esperamos lo mejor de él y no tiene por costumbre defraudarnos.

En cuanto a los negativos, que los tiene, me centraría en la segunda mitad del filme, que hizo que ese bocado dulce de la primera parte acabase con un regusto algo amargo. Después de todos los empeños de Flanagan y su equipo por hacer algo diferente, llegado el ecuador, la historia toma un giro de 180 grados hacia la espectacularidad y la acción, donde el ritmo se acelera y el factor nostalgia se dispara a niveles insospechados. Por momentos sentí como si estas dos partes perteneciesen a películas distintas, juntándolas para darle al conjunto mayor intensidad y evitar así que el público se aburriese cuando, en realidad, ocurría justo lo contrario. Considero un error rescatar lugares y acontecimientos de la primera película para emplearlos aquí a modo de referencia y no me refiero a guiños sutiles que aparecen en el plano sin más, sino a escenas enteras tomadas directamente de El resplandor. Sin haber leído la novela y juzgándola tan sólo como una adaptación y continuación de la obra de Kubrick, hubiese preferido que el acto final no recayese tanto en las memorables imágenes que nos dejó y que hubiese aprovechado la oportunidad para que Flanagan crease las suyas propias.


No obstante, recomiendo encarecidamente su visionado. Doctor Sueño es, en sus mejores momentos, una película sobrecogedora y fascinante que toma la novela de King como brújula y, en sus peores, una digna continuación de la clásica adaptación de 1980. Me gusta la evolución de este Danny Torrance y como asume un rol de mentor de Abra Stone. La dinámica entre ambos es sensacional y realmente empatizas con ellos y con su “resplandor”. Rebecca Ferguson también se destapa ya no sólo como una estrella del cine de acción, sino como una actriz polifacética que guarda más de un truco interpretativo en la chistera. En cuanto a la dirección, creo que Mike Flanagan supera con creces las expectativas y demuestra, como ya lo hiciera Denis Villeneuve con Blade Runner 2049, que sí se pueden hacer secuelas a obras maestras si se tiene el coraje y la creatividad necesarias para no caer en el refrito. Además, tanto la BSO como los efectos visuales y sonoros están a un gran nivel y a pesar de durar dos horas y media, la película nunca cae en el tedio ni la repetición.

Huyendo de las siempre odiosas comparaciones, Doctor Sleep se ha convertido por méritos propios en una de las más gratas sorpresas de este 2019, así como en una de las mejores películas de terror del año. Aún con sus fallos, aplaudo a Flanagan por su valentía y a todo el equipo de producción, guionistas y al reparto, por crear una obra que consigue aunar lo mejor de King y de Kubrick, creando a su vez algo que se siente inequívocamente original y atrevido en comparación a las producciones hollywodienses estándar.


8/10: UNA SECUELA QUE RESPLANDECE POR ENCIMA DEL RESTO.

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