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Alien pilló al público por sorpresa cuando salió en 1979. La obra de Ridley Scott había marcado a toda una generación que vio en el xenomorfo el verdadero significado de terror; como si de una pesadilla se tratase, la creación de HR Giger perturbaba nuestras mentes y nos perseguía en nuestros sueños. Pero esa no fue su única cualidad distintiva, ya que detrás del terror se escondía Ellen Ripley, una de las grandes heroínas que diera el cine. La sutil interpretación de Sigourney Weaver y el magnífico desarrollo de su personaje dentro de la historia hicieron de ella la última superviviente (¡sin tener en cuenta al gato Jonesy, claro!) y sin darse cuenta habían arrancado el principio de su lucha personal contra esta criatura de pesadilla. No obstante, tendríamos que esperar siete años hasta ver el regreso de la teniente y para entonces, Ridley había pasado a hacer thrillers policíacos como La sombra del testigo (1987) y Black Rain (1989), ninguna de las dos especialmente memorable. Entonces, ¿quién podría hacerle justicia a este gran personaje y de paso aportar su propio estilo? La respuesta fue un joven James Cameron que venía de hacer lo propio con Sarah Connor en Terminator y desde luego, no decepcionaría. Aliens: El regreso retoma justo donde lo dejó El octavo pasajero, cuando la Teniente Ripley escapó en una nave de rescate y mató de una vez por todas al xenomorfo que había masacrado a la tripulación entera de la Nostromo. Sumida en un largo sueño y vagando por el hiper-espacio, la nave de la teniente fue encontrada por la Weyland-Yutani quien a cambio le pediría que encabezara una misión de rescate al planeta LV-426. Aún traumatizada por los recuerdos que la persiguen, Ripley tendrá que reunir fuerzas de flaquezas y embarcarse en una nueva aventura suicida.

Lo que hace de ésta y la cinta original las mejores es que son muy distintas la una de la otra y aún así se sienten familiares. Cierto es que Aliens abandona las raíces de la original para centrarse más en la espectacularidad de sus secuencias de acción, pero la intensidad sigue muy presente. Cambian a la tripulación minera por marines y a la Nostromo por el complejo de colonos de LV-426 pero el concepto es el mismo: colocar a un grupo de individuos sin preparación suficiente, bajo circunstancias extraordinarias. Mientras la cinta de Scott jugaba más con el miedo a lo desconocido, esta es mucho más frenética. Ya no juega tanto con nuestro miedo sino que se centra en mantenernos pegados a la pantalla. Y ahí es donde entran en escena personajes tan carismáticos como Vasquez, Hicks o Hudson; marines tan hábiles con el rifle de pulso (una de las armas más queridas del género) como con la labia. Gracias a ellos el espectador conecta enseguida con la difícil situación que atraviesa este grupo de soldados espaciales, haciendo de esta secuela una de las películas más entretenidas de la ciencia ficción. Cameron sabía que una de las razones del éxito de la original era el vínculo que el espectador creaba con la tripulación de la Nostromo -desde Parker y Brett, hasta Ripley y Dallas-, de ahí que se tomara su tiempo estableciendo a estos nuevos personajes; mediante el uso de conversaciones tan sencillas como efectivas, Cameron les iba dando personalidad a cada uno de ellos. Este elemento aparentemente inocuo fue clave en las dos primeras entregas y es el que falla en cualquiera de las subsiguientes secuelas. ¿Alguno recuerda el nombre de un personaje en Alien 3 o Resurrection? Probablemente no, porque a ninguno nos interesaba lo más mínimo.


Otra gran incorporación fue la de Bishop y Newt, ambos imprescindibles a la hora de desarrollar el pasado de la protagonista. Recordemos que esta interpretación de Sigourney Weaver le valió una nominación al Oscar y eso jamás ocurriría sin un personaje con el que demostrar sus cualidades. Siempre digo que Alien jugaba al engaño con el público; primero dábamos por hecho que Dallas sería el protagonista, luego que sería Ash y justo al final nos dimos cuenta que era Ripley. En Aliens esto no ocurre porque ya la conocemos y sabemos de qué es capaz, con lo cual Cameron no tiene más remedio que analizarla más en profundidad. Descubrir su dimensión humana. Por una parte, Bishop representa saca a relucir sus prejuicios hacia los sintéticos así como los prejuicios del propio espectador. Creo que todos dudábamos de él. Por otro lado está Newt, una niña superviviente de la que se responsabiliza como si fuera su propia hija. Este es el lazo emocional que mueve a la protagonista a combatir de nuevo a estas bestias.


Los efectos especiales, que aún hoy en día se sostienen, son fruto de época dorada para los efectos prácticos como los ochenta. Muchos de los vehículos, escenarios y aeronaves que veis en pantalla fueron recreadas con el fin de crear una atmósfera rica en detalles que sumerja al público en esta experiencia. Desde la Sulaco hasta el exotraje con el que combate a la reina Alien, muchos de los elementos fueron realmente creados ¡Y todo esto con un presupuesto de 18,5 millones! Aliens es una prueba palpable de que no hacen falta cientos de millones para crear una gran película. Además quisiera mencionar la grandísima banda sonora de James Horner, que recogía el testigo de un Jerry Goldsmith que había dejado el listón muy alto. Haciendo uso de las notas de Goldsmith en los momentos de suspense, Horner supo darle a las imágenes el frenesí que necesitaban; la intensidad de su música eleva las escenas más espectaculares del film, otorgándole a la maestría visual de Cameron una dimensión adicional.


En definitiva, Aliens es más que digna de llevar el nombre que Ridley Scott hiciera famoso en 1979. Su simplicidad se resume en su título; una letra al final cambia por completo el sentido de la cinta. Tiene momentos de terror y de acción, humor y drama, espectacularidad e intimidad. Personajes tan memorables como la cinta original y secuencias que te dejarán boquiabierto.  Algunos puristas critican que este fue el principio del fin para la saga; desvirtuando su esencia, extirpándole el halo de misterio al xenomorfo; transformándolo en una especie de plaga intergaláctica. Y sus quejas me parecen más que razonables pero eso no quita el hecho de que más de tres décadas después, nadie haya podido superarla.


9/10: ¡VENGANZA PARA RIPLEY!
“Alien, el octavo pasajero” es la segunda película del realizador británico Ridley Scott que, tras su exitosa ópera prima “Los duelistas”, cambia totalmente de registro para ofrecernos una de las mejores cintas de ciencia ficción de todos los tiempos. Esta película de culto de 1979 nos sitúa en un futuro en el cual los humanos colonizamos el espacio en busca de minerales, fuentes de energía y planetas habitables. En una incursión a un planeta lejano la nave comercial Nostromo vuelve a la Tierra con un cargamento de mena cuando, repentina y misteriosamente, el estado criogénico de la tripulación de siete -u ocho pasajeros, según se mire- compuesta por la suboficial Ellen Ripley, los ingenieros Parker y Brett, la navegante Lambert, el oficial científico Ash, Kane y el capitán Dallas se ve interrumpido por MADRE, el ordenador central que monitoriza la nave, debido a una baliza de “auxilio” localizada en un planetoide perdido en la galaxia al cual deben acudir al rescate según dicta la normativa de la empresa contratante Weyland-Yutani. Este es el punto de partida de una legendaria historia de terror cocinada a fuego lento, que avanza lenta pero segura de sí misma, al igual que su implacable antagonista creado por H.R. Giger.


Desde luego “Alien” ocupa un prestigioso lugar dentro de la amplísima estantería de obras maestras de todos los tiempos y aunque poco queda por decir de ella esta crítica está enfocada como un homenaje personal a una de la cintas que más me han marcado y fascinado de toda mi vida. En primer lugar, la dirección y fotografía -así como la escenografía- de está película es insuperable, magistral, consiguiendo una atmósfera opresiva, claustrofóbica y en definitiva apabullante. Más tarde se intentaría copiar esa ambientación -incluyendo las secuelas de la propia saga- con un fracaso evidente y rotundo, ya que fue algo único, una perfecta alineación planetaria de todos los elementos necesarios (esa oscura y laberíntica Nostromo, sus decorados ochenteros, el abrazacaras y su posterior transformación en xenomorfo y ese ambiente sucio, descuidado y pringoso). Pero no es el único mérito de esta película -que ya es bastante- ya que también cuenta con un reparto a la altura, desde la valiente y decidida Sigourney Weaver hasta el simpático gato Jonesy. Algo a resaltar es la evidente falta de un protagonista, ya que cada uno de los tripulantes tiene distinta personalidad así como una forma diferente de afrontar la terrible situación a la que hacen frente y eso se traduce en una mayor empatía con los personajes, conectando mejor con ellos y sintiendo más la pérdida de cada uno de ellos. La música de Jerry Goldsmith -un compositor cercano a este género- cambia increíblemente rápido de sonoridad: hipnótica y parsimoniosa al principio, se vuelve misteriosa e intrigante para terminar transmitiendo terror e inquietud. 




En conclusión, una obra imprescindible, que marcó un antes y un después en el género de la ciencia ficción de terror. Una película de bajo presupuesto -11 millones de dólares- que pese a contar con un director novato, una joven e inexperta protagonista y una propuesta arriesgada para la época, mantiene aún a día de hoy el estandarte de originalidad y frescura que tanto se echa en falta en el cine actual. Momentos que quedan para la posteridad tales como el pecho reventado de Kane, que tendido en esa blanca e impoluta mesa sufriendo lo indecible, perece y deja paso al inesperado huésped. Esos pasillos humeantes y oscuros con ese hilo musical que coloca en permanente guardia al espectador, mientras observa la impotente cara de miedo de los protagonistas que luchan contra un enemigo elegante y abominable, enorme y ágil, sigiloso y letal. Los primeros planos de Ellen Ripley, sudando sangre para sobrevivir, yendo por la nave con Jonesy en una mano y el lanzallamas en la otra, corriendo a contrarreloj para escapar del indestructible alien.

10/10: IMPRESCINDIBLE





  

   
El rumor se hace realidad, Neill Blomkamp (District 9, Elysium) dirigirá la quinta entrega de la franquicia xenomorfa. Se hizo oficial hace escasos días cuando la productora Twentieth Century Fox anunció este proyecto con dicho director al mando. Proyecto que presumiblemente llegaría a las salas de todo el mundo en 2018 y podría contar con Sigourney Weaver de nuevo en el legendario papel de Ellen Ripley. Por supuesto que esta secuela no está reñida con el estreno de la segunda parte de "Prometheus" de Ridley Scott aunque su productora Scott Free sí estará presente en "Alien 5".


Y a vosotros, ¿qué os parece la idea? ¿os gusta Blomkamp como realizador o elegiríais a otro? ¿ Será un éxito o un fracaso?