Quiero comenzar esta crítica al reboot a Cazafantasmas (2016) dejando claro que mi valoración de la película, sea buena o mala, no tiene nada que ver con el hecho de que haya cuatro mujeres protagonistas. Esta, como cualquier otra, es una obra cinematográfica y será criticada conforme a los pilares que la construyen: guión, dirección, actuaciones, fotografía, edición y música. Creo que la mejor manera de ganar igualdad en Hollywood es dejando de lado este tipo de tabúes y apreciarla en su justa medida. Sony, la productora y dueña de los derechos, decidió que tras casi 30 años de reclusión era hora de hacer regresar esta fantástica saga de películas nacida en los 80. El problema de estos reboots llega cuando la razón principal de su existencia reside, simple y llanamente, en un intento desesperado por sacar dinero. Claro que la idea es tan divertida y original -tres científicos que, convencidos de la existencia de entes paranormales, deciden formar un equipo de exterminio de fantasmas en NY-, que Sony no pudo resistirse a la idea de retornarla. El resultado es un producto sin gracia ni frescura, que obvia la mitología creada en las dos cintas originales y la sustituye con una historia simplona y efectos especiales a granel.