
Quiero empezar este análisis comentando el
aspecto que más me impactó: su duración. It capítulo 2 dura la friolera de 2
hrs. y 50 minutos. Repetid mentalmente esa cifra, dejad que cale y luego
preguntaos si la secuela de una película de terror sobre un payaso asesino
justifica semejante metraje. La primera media hora aguanta el interés y captura parte de la esencia de la novela pero, después, todo sentido de la sutileza se tira por el retrete. Yo soy un firme defensor de la ley de las dos
horas: por norma general, una película no debería durar más de eso. Las
excepciones suelen darse en el cine épico, en el bélico y en el melodrama
clásico, por razones obvias. Aquellas obras eran eventos cinematográficos, a
los que el público acudía al cine como una marabunta y que solían narrar algún
capítulo histórico y/o romántico conocido para las masas.
Cuando me dirigía al cine para ver esta secuela,
tenía mis dudas sobre qué le quedaba por contar a Muschietti. Estuve pensándolo
de camino y no se me ocurría nada. Lamentablemente, mis sospechas se hicieron
realidad cuando salieron los créditos finales y sentía que aquello había durado
más que un día sin pan. Los personajes adultos son meros clichés, sus
motivaciones, miedos y frustraciones apenas están esbozadas y el abuso de
flashbacks para contar la historia es imperdonable. Muschietti intercala el
presente con el pasado, a los adultos con sus versiones más jóvenes, pero ya no
tienen la frescura que tenían en la original. Sus apariciones son más un recurso
publicitario para atraer audiencia, que para servir a una narrativa.
Los protagonistas, Bill (James McAvoy) y
Beverly (Jessica Chastain), son menos carismáticos que una piedra. Sus
personajes son pueriles y unidimensionales, con los que difícilmente
empatizaremos. Del resto del grupo sólo destacan Richie y Eddie, que dan la
nota cómica y muestran cómo su carácter sigue de alguna forma marcado por aquel
trauma infantil. ¿Os acordáis de Ben, el niño gordito del grupo? Pues ahora
está hecho un Adonis y claro, eso le abre la puerta a ligarse a Beverly en un
triángulo amoroso bastante vergonzoso formado por estos dos y Bill. El pobre
Ben no se comía un rosco de niño, pero ahora que es un tío cañón, ya empieza a
surgir el amor. ¡Qué triste! 3 horas para eso, amigos y amigas. 3 horas.
Otro problema importante que sufre es su falta
de sutileza a la hora de asustarnos. Dejando claro que estamos ante cine comercial,
otras franquicias del mismo estilo como Insidious o Expediente Warren han
sabido mantener la tensión y la intriga mucho mejor que It capítulo 2. La película
cuenta con innumerables “jumpscares”, tantos que llegaron a sacarme de una historia
ya de por sí poco alentadora y es que una de las cosas más importantes que ha
de tener en cuenta un director a la hora de hacer terror, es que la atmósfera que
genere no se rompa en ningún momento. Que nunca nos demos cuenta que eso que
estamos viendo es ficción. Muschietti emplea tantos fuegos de artificio y CGI que
acaba perdiendo el norte. La estructura del “jumpscare” es siempre la misma y si
haces excesivo uso de ella, acabas sacando al espectador de la experiencia.
Entrando en el aspecto interpretativo, sólo
Bill Hader y James Ransome, en sus respectivos papeles de Richie y Eddie,
lograron engancharme y francamente sin ellos la película hubiera sido de
suspenso. El problema es que los que a priori deben sostener el filme, pasan a
un segundo plano: Chastain y McAvoy están desaparecidos. Ni rastro de su contrastada
calidad actoral. Ambos van de aquí para allá, corriendo por Derry como pollo
sin cabeza, gritando a los cuatro vientos y poniendo cara de susto a cada poco.
Claro que cuando los guionistas no profundizan nada en los personajes, poco
pueden hacer los actores.
Y es que el guion es, de lejos, el peor aspecto.
Una historia que no atrapa ni interesa a la audiencia y que se limita a repetir
la misma fórmula que funcionase en la primera, cambiando a los carismáticos
niños por adultos aburridos e insulsos. Últimamente, hay una tendencia entre
los guionistas de Hollywood por copiar la estructura de “Vengadores. Endgame”:
Un grupo de protagonistas/héroes ha de derrotar a un payaso/salvar al mundo y
para hacerlo han de reunir unos objetos/gemas del infinito que utilizarán en un
ritual/guantelete para poner fin al problema, ser felices y comer perdices. La
película en cuestión termina siendo un collage de escenas, donde cada personaje
ha de enfrentarse a un problema, resolverlo en el último instante y volver con
el resto del grupo para dar el siguiente paso. Cuando haces copy-paste de un
guion de acción y pretendes encajarlo en uno de terror, acaba saliendo una
mezcla muy rara y poco estimulante. Gary Dauberman y Jeffrey Jurgensen,
guionistas de obras como La monja o Superagente Cody Banks, no se han roto la
cabeza y han tirado por lo convencional. Eso sí, tres horas de
convencionalismos…casi nada.
En cuanto a los aspectos positivos, a parte del
trabajo de Hader y Ransome, cabe mencionar el encomiable entusiasmo de Andy
Muschietti a la hora de filmar las escenas de terror. Al realizador argentino
se le pueden achacar muchas cosas pero una de ellas no es la falta de inventiva
detrás de la cámara: plano a plano va jugando con las enormes posibilidades que
ofrece el pueblo de Derry y el payaso Pennywise y lo hace de una forma
juguetona y entretenida. La ambientación también es un punto a favor: interiores como el de la biblioteca y escenarios como el de la feria están muy conseguidos y tienen un gran nivel de
detalle, aunque sí me extrañó lo
vacío que está en general Derry. Y es que el grupo protagonista deambula por la
ciudad sin apenas interactuar con sus habitantes, algo que creo es una
oportunidad perdida de darle más profundidad e incluso sensación de urgencia a
la trama. El único por el que nos preocupamos mínimamente es el niño que
aparece por primera vez en la escena del restaurante pero, de nuevo, me resulta
muy poco para tanto metraje. En un pueblo fantasma como es Derry, hay poca
cabida para tramas secundarias o conflictos entre los ciudadanos –algo que sería
bastante común, teniendo en cuenta que un asesino de niños vestido de payaso
anda suelto por la zona–.
En definitiva, It capítulo 2 ha sido para mí
una de las grandes decepciones de este año cinéfilo. Una película que pretende
abarcar mucho pero que aprieta muy, muy poquito y que nunca llega a justificar
su existencia. Es una película exagerada y alargada hasta la extenuación, lo
cual hace que los puntos fuertes que tiene se vean mermados. He notado en esta
cinta demasiada intervención ejecutiva, como si quisieran crear un producto de
marketing más que una película ordenada y coherente. Además, el uso de la
comedia es bastante desacertado –salvo contadas excepciones, cuando Hader y
Ransome interactúan en pantalla–, cargante y hasta absurdo. Cuando una película
que se considera a sí misma de terror te hace reír más que pasar miedo, es que
tiene un grave problema. Este segundo y definitivo capítulo acusa un “efecto
marvel”, que es cuando la película abusa de gags cómicos para aligerar el tono
y de esta forma, conseguir que más gente acuda a verla. Gente que no la vería
de ninguna otra manera.
5/10: ¡Este payaso ya cansa con su numerito!