Comedia desgarradora

¿Alguna vez os preguntasteis cuál sería el resultado de una película que aunara la chispa cómica de Edgar Wright, la extravagancia colorista de Wes Anderson y el cruel dramatismo de Clint Eastwood? Bueno, quizá nadie quisiese ver semejante filme pero la buena noticia es que tampoco hace falta. "Me and Earl and the dying girl" (o "Yo, él y Raquel" en nuestro idioma) es, sin lugar a duda, una de las mejores películas en lo que va de año -flaco halago- y con toda seguridad terminará en mi top 10 al final del mismo. El encargado de pulir semejante diamante es Alfonso Gómez Rejón mientras Thomas Mann, Olivia Cooke y RJ Cyler son los tres jóvenes protagonistas que le aportan el brillo y el carisma. La historia gira entorno a Greg, un adolescente inadaptado y acomplejado por sus autoimpuestas limitaciones que, en su último año de instituto, se encuentra ante la dantesca tarea de buscar su lugar en el mundo. Su amigo o colaborador -como Greg lo llama en la película- es Earl, con el que comparte una profunda pasión por los clásicos del cine. Todo en sus vidas es monótono y rutinario y nada ni nadie parece capaz de cambiar esto hasta que a Greg le obligan a visitar a una compañera de clase que padece leucemia.

Como decía anteriormente, el director muestra valentía y desparpajo no solo a la hora de presentarnos a los personajes y llevarlos a situaciones donde estos puedan desarrollarse y conectar con el público, sino también insuflándole oxígeno con una estética particular que por momentos recuerda a Wes Anderson ("Gran Hotel Budapest"). Pero, no se dejen engañar por su inexperiencia porque Rejón tampoco se acobarda a la hora de mostrarnos el lado más oscuro y doloroso de la trama y aunque su esfuerzo por otorgarle mayor dramatismo del necesario a la cinta no resulta del todo convincente ni coherente, no se le puede achacar el hecho de querer ser lo mas fidedigno posible con la novela en la que se basa. La duración es razonable, ninguna escena se siente fuera de lugar ni divaga del argumento principal, está bien editada y contiene numerosos guiños al séptimo arte que caerán simpáticos entre los cinéfilos. Las actuaciones son sorprendentemente buenas y digo que me sorprende porque, pese a su juventud, ningún actor se queda rezagado, todos ocupan la pantalla de manera ecuánime. Cada integrante de este terceto protagonista tiene gran personalidad y magnetismo ante la cámara. Aunque su gran trabajo también es secundado por unos secundarios de lujo que, a su manera, enriquecen el conjunto y le añaden matices a la trama principal. El guión, basado en una novela del mismo título, sobresale en muchos aspectos y fracasa en otros. No digo que sea a partes iguales, porque lo positivo pesa más que lo negativo, pero sí resulta frustrante y decepcionante algunas de las decisiones que toma el guionista sobretodo llegado el tercer acto. La fotografía es original y juguetona con los planos y con la posición de la cámara.


En conclusión, esta es una sorpresa con mayúsculas y es una de esas películas que pasa bajo el radar por su aparente simplicidad pero sorprende con una narración sincera, humana y realista sobre la vida de unos adolescentes que se unen por un capricho del destino, un fatal desencadenante como es el cáncer que terminará por formar un vínculo profundo y perenne. Recomendable para los curiosos y los amantes del cine independiente aunque no enamorará al que busque en ella pasar dos horas de entretenimiento desenfadado.

7.2/10: UN TOBOGÁN DE SENTIMIENTOS


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