Aún recuerdo ver por primera vez Batman, de Tim Burton, y quedar impresionado con el respeto con el que trataban a un personaje que sobrevolaba la ciudad de Gotham vestido de murciélago. Hoy en día os parecerá un locura pero cuando se estrenó, a principio de los noventa, supuso la primera fiebre del superhéroe en la gran pantalla. Y si nos remontamos más aún al pasado, podríamos considerar a Superman como la precursora de todo este movimiento que mueve masas actualmente. El problema de este particular género es su irregularidad en el tiempo; por cada Batman teníamos varias secuelas abominables y lo mismo ocurre en el caso de Superman. Incluso cuando otras como El cuervo irrumpían en escena, la ilusión acababa por desgastarse y los ingresos disminuían exponencialmente. Sin embargo, todo cambió cuando dos placas tectónicas cinematográficas chocaron; estoy hablando de la trilogía de El caballero oscuro de Nolan y de los inicios del llamado universo de Marvel. De esto ya ha transcurrido aproximadamente una década, durante la cual se han estrenado más de una treintena de estos filmes (¡sin hablar de las que aún quedan por salir!) protagonizados por estrellas mundiales y recaudando montañas obscenas de dinero. No obstante, el pasado año 2016 puede considerarse como uno de los más decepcionantes, tanto para DC como para la Marvel de Disney; por una parte, Escuadrón Suicida y Batman v Superman tuvieron un recibimiento dividido y por la otra encontramos al Doctor Extraño que, si bien gustó a gran parte de la audiencia, padece del mismo anquilosamiento que otras entregas anteriores como Thor: El mundo oscuro o Ant-man. Si a eso le añadimos el fracaso de X-men: Apocalipsis, la fórmula del superhéroe parecía agotarse…hasta que Deadpool sorprendió gratamente al público reinventando dicha fórmula y convirtiéndose, por derecho propio en la segunda película para mayores de 18 más taquillera de la historia. Su productora 20th Century Fox se frotaba las manos a la vez que planeaba su próximo movimiento.
Esto nos lleva a Logan, la última entrega del famoso mutante Lobezno encarnado por Hugh Jackman. Este sin duda alguna el film más adulto y maduro que haya producido nunca este género, más aún que la venerada El caballero oscuro, y os diré por qué. Primero, creo que es importante subrayar que no es necesario conocer todo el universo X-men para apreciar esta película, ya que se siente como una experiencia aislada y contenida. Yo la consideraría un híbrido entre un clásico western, con tintes futuristas y elementos del cine de cómics, lo cual es indicador de la tremenda originalidad y variedad de registros que nos ofrece. Cuando me inquirí sobre la dirección que parecen tomar los estudios con estos títulos, no me refiero simplemente a su calificación para mayores sino más bien a su apuesta por la innovación. Porque puede que el acérrimo lector de Lobezno vaya a verla de todas formas pero la mayoría de la audiencia ocasional está abrumada con tanto universo y conexiones por todas partes. La gran idea que tuvieron fue la de reconstruir el género tal y como lo conocíamos y lo habíamos asimilado. Deadpool, Guardianes de la galaxia y Logan no hacen más que lo que ya hicieran Blade (1998), Hombres de negro (1997) o Darkman (1990), pero adaptado a los gustos del espectador actual. Dicho esto, ¿qué significa esta lavado de cara para los superhéroes que están por venir?
Si miramos el futuro próximo del género vemos películas como Guardianes de la galaxia Vol.2, Wonder Woman, Spider-man: Homecoming o Pantera Negra entre otras. A primera vista, parece que los estudios están apostando por caras nuevas; personajes desconocidos, maltratados u olvidados a los que se les está brindando una segunda oportunidad. Y lo mismo podría decirse en cuanto a las elecciones de director: Ryan Coogler, Taika Waititi, Jon Watts o Patty Jenkins. Todos estos cineastas vienen de sobresalir en el cine independiente y ahora se les dan las llaves de proyectos con presupuestos desorbitados y la libertad creativa necesaria para hacer un producto único. Esto marca un antes y un después en Hollywood; donde antes dominaba el ejecutivo sobre el creativo, ahora los papeles se invierten. Pero este cambio no vino gracias a un milagro, sino a los últimos fiascos de crítica y taquilla como Los 4 fantásticos por poner un ejemplo. Recordemos por qué hacen películas los grandes estudios: para tener los mayores ingresos posibles. El objetivo no ha cambiado; lo que ha cambiado es la forma de alcanzarlo.
En definitiva, creo que el género de superhéroes está sufriendo la misma transformación que el western hace unas décadas; las historias están por encima de la espectacularidad y de los estereotipos. Reciclarse o morir, ese es el lema que han adoptado las grandes compañías para seguir imprimiendo dinero. Deadpool fue la mayor satisfacción que vio el género el año pasado y este año Logan ha recaudado más de 80 millones de dólares en su primer fin de semana. Por su parte, la productora 20th Century Fox observa como la audiencia les manda una clara declaración de intenciones al rechazar el anquilosado reboot de Los 4 fantásticos y respaldar estos otros títulos y ¿creéis que no se han dado cuenta del mensaje? No importa la cantidad de insultos que se digan o la sangre que se derrame; importa la narración y los personajes e importa, por supuesto, la diversión que proporcione la cinta. La gente a pie de calle continúa viendo las películas de DC y Marvel no porque estén seguros de que les van a entretener, sino para poder unir las piezas de estos interminables universos cinematográficos y no perder el tren del hype. Y es que conocer las conexiones entre las 14 producciones que Marvel ha estrenado hasta la fecha hartaría hasta al más paciente de los héroes.
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