Crítica sin spoilers - It. Capítulo 2


Si hace años alguien me dice que It, el payaso Pennywise que vio su adaptación al cine en formato televisivo de la mano de Tim Curry, iba a convertirse en la película de terror más taquillera de la historia, yo me echo a reír primero y le digo que es imposible después. Andy Muschietti era un director desconocido, con tan sólo una película en su currículum cuando le entregaron las llaves de un proyecto que inicialmente iba a filmar Cary Fukunaga (True Detective, Jane Eyre). Por un motivo u otro, eso no llegó a ocurrir y al final, terminó siendo la decisión acertada; hay 700 millones de razones que respaldan su elección. Ambientada en los 80 y protagonizada por un grupo de niños, It capítulo 1 aprovechó el tirón de “Stranger Things” y supo trasladarlo magníficamente a la gran pantalla. La magia de aquella película y la razón de su éxito radica en esos niños y en la aventura en la que se adentran. Pennywise es el equivalente al demogorgon y Derry es la versión cinéfila de Hawkins. La primera película destacó dentro del género porque era accesible al gran público y porque supo equilibrar la ligereza de un relato narrado desde la perspectiva de los niños, con una iconografía oscura plagada de “jumpscares” convincentes. Dos años después se estrena esta segunda parte, ya con los niños convertidos en adultos, pero con la misma historia: el club de los perdedores ha de reunirse de nuevo para acabar de una vez por todas con el payaso Pennywise. ¿Habrá funcionado?


Quiero empezar este análisis comentando el aspecto que más me impactó: su duración. It capítulo 2 dura la friolera de 2 hrs. y 50 minutos. Repetid mentalmente esa cifra, dejad que cale y luego preguntaos si la secuela de una película de terror sobre un payaso asesino justifica semejante metraje. La primera media hora aguanta el interés y captura parte de la esencia de la novela pero, después, todo sentido de la sutileza se tira por el retrete. Yo soy un firme defensor de la ley de las dos horas: por norma general, una película no debería durar más de eso. Las excepciones suelen darse en el cine épico, en el bélico y en el melodrama clásico, por razones obvias. Aquellas obras eran eventos cinematográficos, a los que el público acudía al cine como una marabunta y que solían narrar algún capítulo histórico y/o romántico conocido para las masas.


Cuando me dirigía al cine para ver esta secuela, tenía mis dudas sobre qué le quedaba por contar a Muschietti. Estuve pensándolo de camino y no se me ocurría nada. Lamentablemente, mis sospechas se hicieron realidad cuando salieron los créditos finales y sentía que aquello había durado más que un día sin pan. Los personajes adultos son meros clichés, sus motivaciones, miedos y frustraciones apenas están esbozadas y el abuso de flashbacks para contar la historia es imperdonable. Muschietti intercala el presente con el pasado, a los adultos con sus versiones más jóvenes, pero ya no tienen la frescura que tenían en la original. Sus apariciones son más un recurso publicitario para atraer audiencia, que para servir a una narrativa.


Los protagonistas, Bill (James McAvoy) y Beverly (Jessica Chastain), son menos carismáticos que una piedra. Sus personajes son pueriles y unidimensionales, con los que difícilmente empatizaremos. Del resto del grupo sólo destacan Richie y Eddie, que dan la nota cómica y muestran cómo su carácter sigue de alguna forma marcado por aquel trauma infantil. ¿Os acordáis de Ben, el niño gordito del grupo? Pues ahora está hecho un Adonis y claro, eso le abre la puerta a ligarse a Beverly en un triángulo amoroso bastante vergonzoso formado por estos dos y Bill. El pobre Ben no se comía un rosco de niño, pero ahora que es un tío cañón, ya empieza a surgir el amor. ¡Qué triste! 3 horas para eso, amigos y amigas. 3 horas.


Otro problema importante que sufre es su falta de sutileza a la hora de asustarnos. Dejando claro que estamos ante cine comercial, otras franquicias del mismo estilo como Insidious o Expediente Warren han sabido mantener la tensión y la intriga mucho mejor que It capítulo 2. La película cuenta con innumerables “jumpscares”, tantos que llegaron a sacarme de una historia ya de por sí poco alentadora y es que una de las cosas más importantes que ha de tener en cuenta un director a la hora de hacer terror, es que la atmósfera que genere no se rompa en ningún momento. Que nunca nos demos cuenta que eso que estamos viendo es ficción. Muschietti emplea tantos fuegos de artificio y CGI que acaba perdiendo el norte. La estructura del “jumpscare” es siempre la misma y si haces excesivo uso de ella, acabas sacando al espectador de la experiencia.

Entrando en el aspecto interpretativo, sólo Bill Hader y James Ransome, en sus respectivos papeles de Richie y Eddie, lograron engancharme y francamente sin ellos la película hubiera sido de suspenso. El problema es que los que a priori deben sostener el filme, pasan a un segundo plano: Chastain y McAvoy están desaparecidos. Ni rastro de su contrastada calidad actoral. Ambos van de aquí para allá, corriendo por Derry como pollo sin cabeza, gritando a los cuatro vientos y poniendo cara de susto a cada poco. Claro que cuando los guionistas no profundizan nada en los personajes, poco pueden hacer los actores.


Y es que el guion es, de lejos, el peor aspecto. Una historia que no atrapa ni interesa a la audiencia y que se limita a repetir la misma fórmula que funcionase en la primera, cambiando a los carismáticos niños por adultos aburridos e insulsos. Últimamente, hay una tendencia entre los guionistas de Hollywood por copiar la estructura de “Vengadores. Endgame”: Un grupo de protagonistas/héroes ha de derrotar a un payaso/salvar al mundo y para hacerlo han de reunir unos objetos/gemas del infinito que utilizarán en un ritual/guantelete para poner fin al problema, ser felices y comer perdices. La película en cuestión termina siendo un collage de escenas, donde cada personaje ha de enfrentarse a un problema, resolverlo en el último instante y volver con el resto del grupo para dar el siguiente paso. Cuando haces copy-paste de un guion de acción y pretendes encajarlo en uno de terror, acaba saliendo una mezcla muy rara y poco estimulante. Gary Dauberman y Jeffrey Jurgensen, guionistas de obras como La monja o Superagente Cody Banks, no se han roto la cabeza y han tirado por lo convencional. Eso sí, tres horas de convencionalismos…casi nada.


En cuanto a los aspectos positivos, a parte del trabajo de Hader y Ransome, cabe mencionar el encomiable entusiasmo de Andy Muschietti a la hora de filmar las escenas de terror. Al realizador argentino se le pueden achacar muchas cosas pero una de ellas no es la falta de inventiva detrás de la cámara: plano a plano va jugando con las enormes posibilidades que ofrece el pueblo de Derry y el payaso Pennywise y lo hace de una forma juguetona y entretenida. La ambientación también es un punto a favor: interiores como el de la biblioteca y escenarios como el de la feria están muy conseguidos y tienen un gran nivel de detalle, aunque sí me extrañó lo vacío que está en general Derry. Y es que el grupo protagonista deambula por la ciudad sin apenas interactuar con sus habitantes, algo que creo es una oportunidad perdida de darle más profundidad e incluso sensación de urgencia a la trama. El único por el que nos preocupamos mínimamente es el niño que aparece por primera vez en la escena del restaurante pero, de nuevo, me resulta muy poco para tanto metraje. En un pueblo fantasma como es Derry, hay poca cabida para tramas secundarias o conflictos entre los ciudadanos –algo que sería bastante común, teniendo en cuenta que un asesino de niños vestido de payaso anda suelto por la zona–.


En definitiva, It capítulo 2 ha sido para mí una de las grandes decepciones de este año cinéfilo. Una película que pretende abarcar mucho pero que aprieta muy, muy poquito y que nunca llega a justificar su existencia. Es una película exagerada y alargada hasta la extenuación, lo cual hace que los puntos fuertes que tiene se vean mermados. He notado en esta cinta demasiada intervención ejecutiva, como si quisieran crear un producto de marketing más que una película ordenada y coherente. Además, el uso de la comedia es bastante desacertado –salvo contadas excepciones, cuando Hader y Ransome interactúan en pantalla–, cargante y hasta absurdo. Cuando una película que se considera a sí misma de terror te hace reír más que pasar miedo, es que tiene un grave problema. Este segundo y definitivo capítulo acusa un “efecto marvel”, que es cuando la película abusa de gags cómicos para aligerar el tono y de esta forma, conseguir que más gente acuda a verla. Gente que no la vería de ninguna otra manera.


5/10: ¡Este payaso ya cansa con su numerito!

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