Screening Room, ¿beneficioso o perjudicial para el cine?


Algunos de vosotros ya estaréis al tanto, otros no. Para los segundos, este dispositivo llamado Screening Room promocionado por cineastas del calibre de Steven Spielberg, Martin Scorsese o Peter Jackson nos permitirá ver películas de estreno en casa por el módico precio -véase la ironía- de 150 dólares más un suplemento de 50 dólares por película alquilada. Alquiler que dura 48 horas, tras las cuales perderás los derechos y tendrás que volver a pagar por verla. Supuestamente este sistema está ideado para acercar el cine a los hogares de familias con niños o gente que, por cuestión de movilidad, no pueda ir constantemente y mirándolo de esta forma no me parece tan mala idea. Sin embargo, el alto precio del servicio y el hecho de que tarde o temprano pueda poner en peligro de extinción a las salas de cine me hace reconsiderarlo. Porque no nos engañemos, un aparato que te cobra 150 dólares (unos 120 euros) por ver un puñado de taquillazos al año que de todas formas en unos meses estarán disponibles, tanto digitalmente como en Blu-Ray, para la venta personal va destinado a la gente con alto poder adquisitivo, gente que probablemente ya disfrute de su propia sala de cine en su hogar, aquellos que odien tener cualquier contacto con el mundo y puedan encerrarse en su lujosa mansión, no va destinado a los mortales como tú o yo. Pero esta moda de sedentarismo llevado al extremo me preocupa, porque nuestra sociedad corre el peligro de que, en un futuro no tan lejano, las tecnologías se apoderen de nosotros (¡como aquel episodio de Los Simpson!) y nos destruyan y no hablo tanto de la aniquilación física sino de la mental y la psicológica. Imaginaos un mundo en el que no necesitemos salir de casa para nada, en el que todos nuestros deseos (como ir al cine) se vean cubiertos al instante con hacer un click, no cuesta mucho figurárselo, ¿verdad? Ya empezamos a ver la punta del iceberg que presagia nuestro naufragio social, pero aún tenemos tiempo a rodearlo y seguir navegando tranquilamente sino caemos en inventos como esta Screening Room, inventos que nos idiotizan y nos dejan postergados y aletargados en el sillón de casa, mermando nuestras capacidades tanto físicas como intelectuales. Cuando pienso en esta distopía me imagino la película Gamer con Gerard Butler y Michael C. Hall (Dexter), en la cual hay un personaje que, seguramente debido a su pasividad, padece obesidad mórbida. Pues así me imagino un futuro con todos estos inventos que esos lumbreras de Hollywood con su gran sabiduría -y gran avaricia-, continúan tentándonos con objetos que no necesitamos, aprovechándose de nuestras flaquezas para cargarnos con unos costes insultantes que sufragan sus áticos. Si para muchos ir al cine es un evento especial, la Screening Room es el anticristo, engendrado por aquellos que revolucionaron el mismo arte que tanto amamos. !Si una entrada cuesta alrededor de 7 euros y este trasto demoníaco pretende cobrarnos 40! ¡Con ese dinero podría ver 5 películas en una sala adecuadamente equipada y aún me sobrarían 5 para tomarme unas cañas! Aunque siendo justos tampoco les podemos culpar, ya que otras empresas llevan haciendo estas mismas prácticas durante años; 600 euros por un teléfono móvil, 3’000 por una televisión nueva, 300 por una tablet (que, según se mire, viene siendo un ordenador más pequeño o un móvil de mayor tamaño). Muchas empresas se lucran a nuestra costa y nosotros acudimos a sus llamadas como el perro de Pavlov. Ha llegado el momento de decir ¡STOP! ya basta, una película se ve en al cine igual que una ópera se ve en el teatro, todo es arte sin distintivos. Si los costes de la vida cada vez son mayores, ¿cómo esperan que nos gastemos ese dinero en algo innecesario? ¿cuál será el destino del cine independiente, aquel que proyectó las carreras de Spielberg y Scorsese, si cobramos 40 euros por filme? ¿Quién va a pagar ese precio por ver Yo, Earl y Raquél o El hijo de Saúl entre otras? Como digo, ir al cine es como ir a un restaurante o ir a un concierto, no se puede sustituir, no debe sustituirse porque muchos se enamoran de esta forma de arte por cosas como el olor de las palomitas recién hechas, ocupar una butaca en una sala llena de espectadores como tú y esperar a que se apaguen las luces para sentir esa magia, el sonido que te envuelve y las imágenes que te deslumbran y que crean esa conexión espiritual: tú, tus sentimientos y una experiencia cinematográfica. 


De todas formas, esta es solo una opinión y quiero dejar bien claro que aquí expuse mis razones, las cuales pueden diferir de las vuestras. Esas diferencias no deben enfrentarnos sino fomentar el debate que suscitan temas tan candentes como éste. Para ello, no dudéis en dejar vuestros comentarios, compartid vuestros puntos de vista sobre esta Screening Room.

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