La habitación (Room en su título original) es el nuevo filme del prometedor realizador irlandés Lenny Abrahamson que firma aquí su mejor título hasta la fecha y donde nos cuenta la historia de una mujer que lleva secuestrada siete años, cinco de los cuales criando a su hijo Jack, en una celda. Siete años sin poder ver el mundo exterior, forzada a tener relaciones sexuales con su secuestrador, sin esperanzas y postrada al fatal destino que le ha tocado, deberá reunir fuerzas para mantener a su hijo al margen de todo. Protagonizada por Brie Larson y Jacob Tremblay -joven actor nominado al Oscar por su tierna interpretación-, La habitación es un tour de force por parte de ambos durante las casi dos horas de cinta. Sin duda, una de las mejores películas del pasado año 2015, absoluta merecedora de los elogios que recibió, entre los que se encuentran un SAG para Brie Larson y un Oscar también para la actriz norteamericana, aparte de presentarnos a una promesa de futuro como Tremblay.
Empezaré hablando del guión, gran culpable del éxito o fracaso de una obra. En este apartado sin duda destaca, en parte por ser una adaptación de una aclamada novela, escrita por Emma Donoghue, pero también por su gran trabajo de adaptación a la gran pantalla. Los diálogos entre nuestros dos protagonistas son emotivos y están llenos de tensión, porque no hemos de olvidarnos que ambos viven bajo condiciones deplorables, alimenticias y de higiene. Son dos luchadores, cada uno a su manera: el pequeño crece ante la adversidad que supone vivir sin comodidades privado de su libertad y la madre se aísla de todos los problemas que la rodean centrándose en cuidar de su hijo, su ser más preciado y evitar que su triste existencia no contagie al pequeño. No obstante, esta película está plagada de cambios sorprendentes y eso también afecta a la relación entre ambos y ahí fue donde comencé a darme cuenta de la riqueza de este guión. Evitando spoilers, sólo diré que hay cierto acto hacia la mitad del metraje que tiene grandes repercusiones en las vidas de ambos y nos muestra cómo reaccionan psicológicamente ante dicho cambio. Sin embargo, no está libre de fallos sobretodo a la hora de desarrollar algo de profundidad con el personaje de Brie Larson. Personaje que brilla más por la portentosa interpretación de la actriz que por el esfuerzo de la guionista por matizar al personaje. Ciertamente nos hace sentir por ambos, aunque eso no es tan complicado teniendo en cuenta las vivencias que atraviesan. Tampoco comprendí por qué no exploraron algo más los estados de ánimo que experimenta la madre durante su cautividad, antes y después del nacimiento de Jack.Pero, ¿qué importa cuán bueno o detallado sea el guión si las actuaciones no están a la par? Bueno, pues aquí lo están, superando incluso a la propia historia ya que la relación madre-hijo funciona como un reloj suizo, encaja a la perfección y te sumerge aún más en la narración. Te hacen sentir miedo cuando ellos lo sienten, tensión cuando la acción los coloca en peligro, felicidad en sus momentos más esperanzadores, podría continuar poniendo ejemplos eternamente ya que La habitación es una “montaña rusa” sentimental sin caer en convencionalismos o trucos melodramáticos. Aquí las emociones afloran en ti por lo grotesco de los acontecimientos que transcurren en pantalla y me asustan más aún porque esto puede ocurrir en un mundo tan frío y despiadado como puede llegar a ser el nuestro. Lenny Abrahamson saca lo mejor del joven Tremblay, demostrando gran capacidad para lidiar con actores de distintas franjas de edad. Una interpretación tan brillante como la suya no viene por casualidad, no se consigue por arte de “birlibirloque” sino por un trabajo colectivo sobresaliente y un ambiente sano de trabajo. Me encantó la gran habilidad y manejo de la cámara durante la primera mitad de película sobretodo. No hay que olvidar que filmar en un set tan limitado donde la variedad de planos es tan pequeña como el tamaño de la habitación, no es una tarea fácil de realizar.
En conclusión, La habitación es uno de esos raros filmes que te atrapan desde sus primeros compases, con unas interpretaciones estelares y una historia de lucha como nunca antes hayamos visto. La habilidosa dirección de Lenny Abrahamson y una fotografía intensa -sobresaliendo en la primera mitad- también ayudan en la realización de una de las mejores películas del año pasado. Como dije antes, habría preferido una mayor exploración en la psique de nuestra protagonista para poder relacionarnos mejor con ella en la segunda mitad de metraje. Algunas tramas y personajes secundarios se desperdiciaron -el personaje de William H. Macy defrauda por su falta de relevancia y por el desperdicio de uno de los secundarios más respetados de la industria- pero son detalles menores, buscando imperfecciones en algo casi perfecto. ¿La recomiendo? Absolutamente ¿Es para todo el mundo? No para el que vea el cine como un producto de entretenimiento. Estamos ante un retrato de un terrible secuestro que se alarga siete tortuosos años, cinco de ellos cuidando de un chico mal nutrido y aislado de todo lo que le rodea. Pero como él mismo dice, el mundo es inmenso y está lleno de árboles, perros y personas, algunas buenas y otras malas y, por si alguien cree que el mundo está del revés, estas obras nos recuerdan que siempre hay algo o alguien por lo que merece la pena luchar.
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