De dioses, hombres y monstruos

Batman v. Superman: El amanecer de la Justicia -un título casi tan largo como su metraje- es la carta de presentación del universo de Warner Bros./DC cómics, comandado por el realizador Zack Snyder (300, El hombre de acero). Los encargados de dar vida a estos dos titanes de los tebeos son Ben Affleck como el murciélago de Gotham y Henry Cavill regresando al personaje de Clark Kent/ Kal-El y a ellos se les suman actores de la talla de Jeremy Irons, Amy Adams o Laurence Fishburne, entre otros. La historia se centra en el épico enfrentamiento entre sendos superhéroes, explorando sus diferencias; mientras el hijo de Krypton aún está adaptándose a las leyes de La Tierra, confrontando las críticas que surgen entorno a su figura, más aún tras el desastre visto en El hombre de acero, el justiciero enmascarado Bruce Wayne no sólo tendrá que enfrentarse a Superman, sino también a su propia vejez y al aislamiento social que lo ha convertido en antihéroe. El primero sufre las consecuencias de aquellos que lo condenan por ser diferente, asustados de aquello que desconocen la humanidad trata de expulsarlo a toda costa. El segundo lidia con la muerte de algunos de sus allegados -léase Robin-, sufriendo secuelas tras tantos años de lucha sin cese contra el crimen. Entre medio, aparece un enemigo inesperado, Lex Luthor interpretado por Jesse Eisenberg, el cual tratará de capitalizar sobre el combate del siglo en beneficio propio.

Me gustaría empezar por los aspectos positivos, porque no todo es blanco u oscuro, genial o desastroso y desde luego, Batman v Superman es prueba de ello. Seguramente muchos coincidirán en que Ben Affleck interpreta esta versión del filántropo de día, justiciero de noche, Bruce Wayne a la perfección y con esto no pretendo compararlo con otros, más bien alabar su trabajo. Esta versión de El caballero oscuro recuerda mucho a aquella introducida por Frank Miller allá por los años 80. Para los que no sepan de que hablo, básicamente este es un Batman herido psicológicamente, forzado a retirarse por motivos personales que lo han alejado de la senda del bien, desengañado con el mismo código que juró defender. Affleck consigue transmitirnos sobriamente esa rabia, esa ira -en palabras de Alfred, encarnado por Jeremy Irons- que invade su personalidad. Queda patente que desde Daredevil ha adquirido esa madurez interpretativa que le permite brindarnos esos matices tan necesarios para dibujar el carácter de este atormentado personaje. Tampoco sorprendo a nadie cuando digo que Jeremy Irons personifica al mayordomo Alfred, aunque no se le permita desenvolverse demasiado. Por la otra parte, Henry Cavill cumple como ya hiciera en El hombre de acero y Amy Adams, por momentos, resulta creíble en su rol de Lois Lane aunque en otros se contenta siendo la dama en apuros. Las escenas de acción me encantaron sin excepción. Cierto es que la épica batalla final se apoya quizá demasiado en el CGI, dándole un aspecto cercano a un videojuego, aunque no llegó a molestarme lo suficiente ya que soy consciente que una película de estas características debe sustentarse sobre unos buenos efectos especiales y BvS aprueba notablemente en esta faceta. Hablando del apartado visual, Zack Snyder vuelve a demostrar un talento particular a la hora de deslumbrarnos con imágenes de excelente calidad, colorido -aquí dominan los tonos grises- y gran originalidad. Otro punto positivo -y quizás el último a reseñar-, es la dirección que Warner Bros. y DC cómics toman para diferenciarse de su gran competidor: Disney y Marvel. Me atrae ese mundo descarnado, pesimista, deshumanizado y lóbrego, inspirado en la trilogía de El caballero oscuro de Christopher Nolan, ya que en este mercado tan competitivo no hay sitio para dos universos calcados, así que si Marvel opta por la ligereza propia de Disney que mejor para DC que apostar por lo contrario, dirigiéndose hacia el sector más adulto. 


Dicho esto toca hablar de aquello que nadie quiere oír, sobretodo habiéndose depositado tantas ilusiones en esta obra. Como cualquier cinta, BvS no es perfecta y aunque su intento de acercarse lo más posible pueda ser admirable, su tozudez a la hora de querer abarcarlo todo termina por ofuscar dicha tentativa. Hay un dicho cinematográfico que manifiesta que una obra debería, como máximo, situarse alrededor de las dos horas de duración. Bueno, pues los editores de BvS parecen no estar muy de acuerdo visto el corte final de dos horas y media, al que habría que sumarle una versión extendida para mayores de 18 años de tres horas. Lo que esto conlleva -aparte de disminuir sus ingresos- es que el ritmo debe ser impecable para no correr el peligro de perder la atención del espectador. ¿Lo consigue? No. Zack Snyder no es conocido por dominar el arte de contar linealmente una historia como tampoco de saber captar la atención del público, sus películas suelen ser muy inconsistentes en lo que a ritmo se refiere-véase Sucker Punch o El hombre de acero-. Aquí vuelve a cometer ese mismo error, dividiendo su obra en dos partes tan diferenciadas como inconexas; la primera recuerda a un drama judicial o político, centrado en la polémica con Superman mientras observamos, a su vez, la atropellada presentación del antihéroe Batman así como los planes de Lex Luthor para acabar con la amenaza que suponen ambos. Esta parte es un lío, está mal editada, salta de trama en trama sin aparente nexo de unión ni repercusión alguna en la historia principal, los motivos que mueven a Luthor no están bien descritos, lo cual disminuye su presencia amenazadora. Además, los guionistas Terrio y Goyer se esfuerzan inútilmente en hacernos ver a Superman como una amenaza en potencia, culpándolo por todas las acciones que acontecen esté o no envuelto en ellas. Abriendo un pequeño paréntesis, he de admitir que el debate fomentado entre la ciudadanía sobre si Kal-El es un salvador o un falso dios me pareció cuanto menos interesante y me gustaría que lo exploraran mejor. Pero volviendo a la negatividad, la segunda mitad nos expone a secuencias de acción continuas y frenéticas, sin cabida para el diálogo. Podría decirse que los responsables del proyecto se olvidaron de que la película era Batman contra Superman y decidieron explotar todo lo construido previamente (literalmente) y transformarla en un festín de efectos especiales y mamporros. Esto no sería motivo de queja si dicha acción la hubieran distribuido más equitativamente, permitiendo al público divertirse un poco entre conversación y conversación. Al parecer, en tres años de producción-el proyecto se anunció en la Comic-con de San Diego 2013- y dos retrasos entre medio, no supieron hacer una narración más compensada y coherente que esta. Y si hay un momento donde las precipitaciones se apoderan por completo del argumento, ese no puede ser otro que la presentación del resto de miembros de La Liga de la Justicia (Los Vengadores de DC). Vaya manera más absurda, indolente e insulsa de mostrarnos a Aquaman, Flash y compañía. Parece como si, a última hora y con la filmación finalizada se dieran cuenta de que se olvidaban de esto y lo metieran a calzador, así por que sí. Como ya mencioné antes, los combates son espectaculares pero no por ello dejan de ser absurdos, sin verdaderas razones para existir más que para darle a la audiencia algo de carnaza. Y a menos que no hayas visto los trailers promocionales, ya sabrás que Batman, Superman y Wonder Woman se unen para combatir a una bestia llamada Doomsday, destapando las pocas sorpresas que guardaban. No voy a entrar en detalles, sólo diré que el proceso de gestación de este monstruo no podía ser más estúpido y repentino. Pero alguien debe encumbrarse como villano absoluto y ese alguien no es otro que... Enigma, ¿o era Willy Wonka? No, creo que era el Joker. Mis dudas vienen ya que no estoy muy seguro de que el personaje que interpreta Jesse Eisenberg sea Lex Luthor o más bien un cruce entre el Enigma de Jim Carrey en Batman Forever y el Willy Wonka de Johnny Depp. Su caricaturesca interpretación resulta muy cargante hacia el tramo final, desentonando dentro de este mundo serio y deprimente, dominado por el clima de tensión entre dos de los superhéroes más poderosos de la historia. Teniendo en cuenta que actores del porte y del carisma de Gene Hackman o Kevin Spacey encarnaron previamente a la némesis de Superman, ¿en serio pretenden convencernos de que el actor de La red social, con su cara de adolescente pervertido y su actitud caprichosa, va a derrotar a Batman y a Superman? Lo siento pero no puedo creérmelo por más que sea una película de ficción. Por último pero no por ello menos importante, hablaré del papel de Gal Gadot, actriz cuyo contrastado currículum cuenta con títulos del calado de A todo gas 4, 5 y 6. No es broma, la heroína más popular de la historia de los cómics la tiene a ella como intérprete y pese a que su aportación en este embrollo sea testimonial, lo visto no hace que me entusiasme demasiado la idea de ver una película suya en solitario. 


En definitiva, Batman v Superman tiene algunas luces y muchas sombras. Guarda conceptos interesantes que esperemos exploten más acertadamente en futuras entregas, peca demasiado y lejos de corregir sus debilidades, cae una y otra vez en ellos. Esta era la primera de una larga lista de películas del universo cinematográfico de DC que están por venir, tan solo confío en que les sirva de lección para volver con más fuerza.  Escuadrón Suicida de David Ayer es la próxima parada y espero, por su propio bien, que haga olvidar al público este gigantesco lío. Zack Snyder deberá ir a su Fortaleza de la Soledad -ocasional cuartel general de Superman- o a su batcueva para reflexionar de cara a la primera parte de La Liga de la Justicia. Irregular, confusa y falta de ritmo, Batman y Superman no tuvieron un homenaje a la altura y me temo que tendremos aún que esperar que se les haga justicia.

6/10: MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES

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