El libro de la selva es un clásico de Disney datado de 1967, basado en un cuento de Rudyard Kipling, que debido a su repercusión cultural desencadenó numerosos remakes y secuelas lamentables en su mayoría. Con el fin de cambiar esto, Jon Favreau (Iron Man, Chef) llega para colaborar nuevamente con Disney -tras arrancar exitosamente su universo cinematográfico de Marvel- y hacer por fin un remake que haga justicia al filme original. Para ello no sólo contará con un gran reparto de voces (Idris Elba, Christopher Walken, Lupita Nyong’o, Bill Murray y más) sino también con unas herramientas tecnológicas que son la envidia de toda la industria. Probablemente muchos ya conoceréis su sinopsis. Mowgli es un niño criado por la selva. Acogido por una manada de lobos como uno más del clan, un día el joven verá su vida y la de sus seres queridos amenazada cuando el tigre Shere Khan se opone a que un humano conviva en el reino animal que él domina.
Disney lleva años apostando fuerte por hacer remakes de sus clásicos, aunque no con demasiado éxito. Alicia en el país de las maravillas (2010), dirigida por Tim Burton, fue su primer intento que pese a recaudar raudales de dinero en taquilla no convenció a la crítica especializada, como tampoco lo consiguió su segunda película Maléfica (2014), protagonizada por Angelina Jolie, que calcó los resultados de su predecesora. Un tanto de lo mismo le ocurrió al shakesperiano realizador Kenneth Branagh con Cenicienta. Proyectos ambiciosos, con mucho talento y potencial, máquinas recaudadoras que carecen de sentido, ya que ninguna ha conseguido capturar parte de la esencia de su predecesora. Con ese récord negativo llega a las pantallas El libro de la selva, de nuevo cargado con un reparto y un staff técnico de lujo, sólo que esta vez esas expectativas sí se traducen en la pantalla. Jon Favreau desembarca para socorrer este universo fílmico y lo consigue gracias en parte a unos efectos especiales sin precedentes -la totalidad de la película se filmó en un estudio de Los Ángeles- pero también a que guarda alguna reminiscencia con la película original que nos fascinó en nuestra juventud. Su habilidad para dirigir a este chaval, Neel Sethi, es sorprendente sobretodo teniendo en cuenta el peso que cargaba al interpretar al protagonista Mowgli. Ahí es donde un realizador muestra sus verdaderas habilidades de dirección y liderazgo. No os dejéis engañar por su halo de sencillez e inocencia, porque esta adaptación es un mastodonte de 175 millones de dólares que, con el riesgo que supone confiar su éxito o su fracaso en un niño que además debe interactuar frente a objetos inanimados por primera vez en su vida, podría haber resultado en catástrofe de no tener un director tan comprometido como Favreau. Otra de sus proezas es que la totalidad del filme esté hecha por ordenador. Avatar fue la primera en explorar este territorio que El libro de la selva arrasa, dejando a la obra de Cameron a la altura del King Kong de 1933 comparativamente. Con el paso de los años Avatar se acerca más a los dibujos animados, mientras Jon Favreau y su equipo han conseguido trasladar literalmente la selva a un estudio en California, han roto esa superstición de que mucho CGI hería la vista o no resultaba creíble. Ahora, la única cima sin alcanzar es la de recrear humanos por ordenador, que en su día intentó en vano Robert Zemeckis en Beowulf. Volviendo a la comparación con Avatar, he de añadir a favor de los Na'vi que su 3D es netamente superior a este. Pasando a otro tema, todos sabréis que en esta historia los animales poseen capacidades lingüísticas y algo que a priori muchos -incluído yo- temían era que no resultara verosímil. Todos esos miedos se disiparon en cuanto vi a Bagheera -voz otorgada por el gran Sir Ben Kingsley-, la pantera que cuida del joven Mowgli. Las conversaciones entre él y los animales no chirrían en ningún momento, casi nunca observé a Neel Sethi confundido o con la mirada perdida o intentando desesperadamente encontrar la posición de sus compañeros de aventura. Todos los escenarios filmados por Bill Pope (fotógrafo de la trilogía de Matrix, El ejército de las tinieblas y Darkman, entre otras) poseen una amplísima paleta de colores y tonalidades que, en ocasiones, me dejaron boquiabierto. Donde más problema tuve fue con la historia de Justin Marks, guionista de la penosa secuela Street Fighter: La leyenda. Su historia es aburrida, monocorde y genérica, su falta de intensidad es compensada con una predictibilidad que raya lo molesto. Me hubiera gustado una narración más espaciada, donde Mowgli tuviera la ocasión de evaluar su estatus dentro de la pirámide del reino animal mientras, a su vez, el malvado Shere Khan disfrutara de alguna razón coherente para perseguir día y noche a un joven inofensivo y absolutamente adaptado al ecosistema. La excusa de que Mowgli es humano ya no se sostiene. El chico ha sido criado desde que era un bebé por lobos, sus costumbres son las de los animales, ¡hasta su código de honor se rige por el suyo! En su lugar, lo único que obtenemos es una breve y forzada exposición de su pasado, a través de la víbora Ka, que curiosamente está ligada a la del tigre…¡qué conveniente! Por otra parte y aunque alabo el trabajo de Favreau, personalmente me hubiera gustado que la obra se permitiera un poco más de diversión, ritmo y musicalidad. Por desgracia esos momentos, aunque fueron los mejores de la cinta, se quedan cortos. A la pregunta de ¿es ésta la película apropiada para llevar a mi crío de cinco años? Mi respuesta es sí, aunque puede que se duerma o llore en el proceso. La variedad musical es irrisoria, siendo sustituida en múltiples ocasiones por esa estruendosa, irritante y repetitiva canción utilizada en todas las películas de acción para darle más fastuosidad a los instantes finales -seguro que todos os la estaréis imaginando-. Los momentos aventureros funcionan y deleitan al espectador de todas las edades, no era necesario darle "realismo" a una obra cuya idea de base son animales parlanchines.
En general este remake de El libro de la selva supone el primer éxito de Disney en este universo que tan precipitadamente intentan crear. No es mejor que la original pero lo intenta. No es demasiado recomendable para los más pequeños de la casa ya que pueden pasar algo de miedo y ese es su mayor fracaso, ya que ese es el público al que deberían cuidar más que ninguno. Demasiado oscura, fría e hierática y eso junto a un guión incapaz de crear una conexión entre el público y el único protagonista humano impiden que se convierta en una obra notable. Sin embargo, tanto el espectáculo visual como las aventuras que nos ofrece son razones suficientes para ir a verla al cine y pasar un buen rato con Baloo y compañía en la selva más famosa de Disney.
6.5/10: FAVREAU DEJA HUELLA EN EL REINO DE HOLLYWOOD
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