Sicario es la nueva película del realizador canadiense Denis Villeneuve, reconocido por sus sólidos trabajos en Prisoners y Enemy entre otros, que regresa para mostrarnos otra historia oscura y pesimista -como nos tiene acostumbrados- durante dos trepidantes horas en las cuáles todo pasará a segundo plano para sumergirte en el brutal mundo de los cárteles. El filme lo protagoniza Emily Blunt (Al filo del mañana, Looper) acompañada por dos de los mejores actores de reparto del momento como son Josh Brolin (No es país para viejos, W., Puro vicio) y Benicio del Toro (Traffic, Sospechosos habituales). Además de los ya mencionados, también colabora el genial director de fotografía Roger Deakins -¡denle ya su Oscar!- que ha filmado tantas obras maestras y ha colaborado con tantos reputados directores, de estilos tan diferentes como los hermanos Coen o Martin Scorsese, que cualquier calificativo sobra. La historia de Sicario no divaga, sabe lo que quiere y rápidamente nos presenta a sus tres personajes protagonistas -aunque no sus intenciones-, que formarán un equipo especial encargado de arrancar el mal desde su raíz; Kate es una leal agente del FBI comprometida con las reglas, Alejandro aporta la veteranía y experiencia a la unidad y Matt “El araña” está tras el telón moviendo los hilos de la misteriosa operación.
Villeneuve se mueve entre la exposición del narcotráfico visto en “Traffic” y la acción hiperrealista de “La noche más oscura” y aunque, a priori, nos haga creer que la narración cobrará mayor importancia sobre los tiros y la sangre, no es así. Y no es algo estrictamente negativo porque tampoco se la puede encasillar como película de acción, pero definitivamente el director no quería imponer el guión sobre todas las cosas -a diferencia de sus anteriores trabajos-. En Sicario encontraremos un balance gratificante entre el detalle puesto en las técnicas y artimañas que la CIA utiliza para dar caza a los jefes de la droga y la estruendosa acción. También consigue mantener el ritmo y el interés del espectador hasta su explosivo final y desde luego está bien editada, quizá demasiado bien. Las actuaciones son de categoría; desde la “novata” Blunt hasta los profesionales contrastados que son Brolin y del Toro. Desde luego que la película centra su atención en estos tres pero eso no impide que no hayan algunos secundarios como Jon Bernthal -que aparece en todas las películas actualmente- o el actor que interpreta a Silvio que aporten mayor profundidad y perspectivas a la trama. El guión no es demasiado ocurrente más bien profesional y académico. Está realizado más como una crónica, un pseudo-documental sobre los peligros que entraña el trabajo fronterizo -tanto para los americanos como los mexicanos- y como cazar a los demonios de la droga que dirigen las crueles acciones de sus subordinados: los sicarios. En este aspecto, pienso que la película podía haber sido un tanto más explicativa, no de la violencia sino de la compleja máquina -descrita como un reloj- que constituye dicho emporio. En mi opinión, también falla con el arco argumental del personaje “protagonista” de Kate, el cual lejos de brillar a medida que transcurre el metraje pasa a un segundo o casi tercer plano en favor del personaje de Alejandro. Hablando de este personaje, Benicio del Toro lo encarna magistralmente dándole un aura de misticismo, frialdad y terror, extirpándole cualquier atisbo humano y definirlo como un monstruo, una abominación fría y calculadora de cuyo pasado nada sabemos hasta su desenlace. Matt también tiene un rol similar aunque no termine de explotar como lo hace Alejandro sino que se mantiene, a propósito, en la oscuridad. Matt representa el interés nacional, la mano invisible como diría Adam Smith, él es el brazo ejecutor enviado por el poder imperante. Pero pasemos a la fotografía, porque Deakins vuelve a firmar otra obra maestra y ya van unas cuantas. Este señor es un genio del cine contemporáneo ya que posee un repertorio y una habilidad camaleónica para sorprender incomparable y con Sicario da una lección a todos aquellos que intentan filmar la noche. Jamás ha habido una utilización mejor de los recursos fílmicos para mostrarla de una forma más fiel que aquí. ¿Conocéis ese sentimiento de que la noche se siente real y no un artificio hollywoodiense? Lo habréis sentido en numerosas películas de Michael Mann, por ejemplo. Ahora le toca el turno al británico, que da un puñetazo sobre la mesa y vuelve a reclamar su corona. También muestra especial inclinación por las tomas aéreas del desierto de Nuevo México, que yo interpreto como la majestuosa calma que precede a la tempestad. Os sorprenderéis con algunas de las posiciones en las que el británico coloca la cámara y como compone la escena conjuntamente con Villeneuve. Por último, la música compuesta por Jóhan Jóhansson es lenta y penetrante. No tiene demasiadas notas pero funciona, no es para nada agradable pero precisamente eso la hace genial, porque te perturba y te incomoda.
En conclusión, Sicario es un gran filme de un gran director en auge que próximamente nos traerá la anticipada secuela de Blade Runner y que aquí muestra sus credenciales. A diferencia de sus anteriores obras, Villeneuve opta por la brutalidad y ferocidad de sus escenarios y de las frenéticas escaramuzas. Sin embargo, no llega a la perfección debido al deficitario personaje de Kate, que nunca encuentra un lugar dentro de la trama ni se define como alguien relevante y la frustración de ver como la personalidad de esta película se esconde y abandona sus bazas más poderosas. No llega a ser un estudio detallado y profundo sobre la corrupción y el poder en Centro América ni una cinta de acción genérica, Sicario termina en la frontera entre ambas coqueteando de un lado para otro, manteniéndose en la peligrosa ambigüedad del que lo insinúa todo pero no dice nada.
7.5/10: TE HELARÁ LA SANGRE.
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