Mucha espectacularidad, escasa originalidad

Ya ha llegado la película evento más esperada del año, Star Wars: El despertar de la Fuerza, la séptima entrega de la saga que gira entorno a esa desdichada familia llamada Skywalker. Han pasado más de treinta años desde El Retorno del Jedi entre medio, las decepcionantes precuelas, pero por fin sus fans podrán salir contentos e ilusionados por el futuro que les depara. J.J. Abrams tenía un trabajo dantesco, una presión insoportable por resucitar a tan maltratada franquicia y consiguió su cometido: hacer un producto vibrante, lleno de homenajes a la primera entrega de 1977, a la vez que introduce nuevos elementos que actualizan esta saga a nuestros tiempos. La cinta la protagonizan Daisy Ridley, John Boyega, Adam Driver y Harrison Ford entre otros, reuniendo a las antiguas con las nuevas generaciones; los veteranos aportan la experiencia y conocimiento del material y los jóvenes le insuflan nueva vida y aseguran su continuidad. El bien y el mal siguen presentes como siempre, los Jedis y los Sith continúan enfrentándose por el control de la galaxia, solo que en El despertar de la Fuerza ambos lados están bajo las sombras y un Nuevo Imperio, en forma de Primera Orden, intenta imponer de nuevo su autoridad. Kylo Ren es el principal enemigo al que deberán derrocar nuestros intrépidos aventureros Rey y Finn, con la inestimable ayuda de Han Solo y Chewbacca. 

Comencemos pues analizando la aportación de J.J. Abrams, cuyo trabajo con el reboot de Star Trek y su cercana relación con Kathleen Kennedy -presidenta de LucasFilm Ltd.-, le valieron como aval para dirigir el primer episodio de esta tercera trilogía. Desde sus inicios, Abrams insistió en que su objetivo primordial era el de regresar a los orígenes prácticos que tanto protagonismo tuvieron en la trilogía original de George Lucas y que rompieron barreras técnicas en la industria cinematográfica de antaño. Una acertada decisión cuya presencia en la cinta supone un alejamiento sustancial respecto al extensivo uso de CGI de las precuelas. A su vez, debe resaltarse el frenesí que impregna a la obra desde el inicio. Donde fallaron las precuelas acierta El despertar de la Fuerza, con una historia directa y simple, personajes protagonistas interesantes y diálogos ingeniosos. Cierto es que su estructura recuerda a la primera Star Wars pero en ningún momento aburre ni resulta un calco a la original. Olvídense de Federaciones de Comercio, Senados galácticos y escenarios estériles, aquí volvemos a ese universo gastado y ruin, plagado de contrabandistas, soldados imperiales y algún que otro sabio místico. Las escenas de acción tienen impacto y crudeza y la acción fluye, quedándose contadas veces estancada en un punto. Hablando de historia, ésta fue escrita por Lawrence Kasdan, autor de los guiones de El Imperio Contraataca y Retorno del Jedi, que mantiene un equilibrio perfecto entre el pasado, presente y futuro de la saga y crea unos nuevos personajes enigmáticos, tanto villanos como héroes, con personalidades complejas y sentimientos encontrados. La intervención de Han, Leia y Luke no es fútil, todos ellos juegan un papel trascendental en la historia, en mayor o menor medida. Donde más falla el guión es en su carencia de originalidad y que las sorpresas no llegan a impactar y, sin embargo, pese a su predictibilidad me mantuvo en todo momento enganchado por el carisma que despedían sus personajes. También omite explicaciones, ya que algunos puntos de la historia no resultan coherentes y no se nos explican en ningún momento, prefiriendo desviar la atención al espectáculo visual, algo que para los más fanáticos puede resultar frustrante. Kylo Ren es un villano sin precedentes porque, pese a su imponente presencia y un diseño muy estilístico, el personaje en sí no terminó por intimidarme ni transmitirme sensación de amenaza omnipotente - aún quedan dos entregas más para desarrollarlo-. Las actuaciones son generalmente buenas, mención especial para Daisy Ridley (Rey), una desconocida descubierta por J.J. que impresiona por su soltura. John Boyega (Finn) y Harrison Ford también destacan y la participación de Oscar Isaac (Poe Dameron), aunque breve, es enérgica. Adam Driver intenta salvar a su personaje y pese a caer esporádicamente en el ridículo, tengo curiosidad por ver como aumenta su presencia en la trilogía. El resto del reparto aparece y desaparece durante el metraje, siendo Domhnall Gleeson (Gral. Hux) el secundario más brillante. John Williams regresa como compositor de una banda sonora que deleita nuevamente nuestros oídos, surgiendo la duda de si el maestro regresará o no en las secuelas por venir. Por último, aunque no por ello menos importante, hablar de la sobresaliente fotografía de Dan Mindel que brilla especialmente en los momentos más dramáticos de la cinta, así como en su retrato del planeta Jakku, con todo el esplendor de sus dunas y desiertos. Las escenas de acción aéreas son frenéticas pero no embarulladas, manteniendo al espectador enterado de los acontecimientos que se suceden en pantalla así como de los movimientos de Poe, Rey, Han o Finn. Los duelos a sable láser toman un giro de 180º respecto a los vistos en las precuelas, acercándose más al estilo lento y simplista de la trilogía original y personalmente no me asombró tanto como debería. Indudablemente son más feroces que las coreografías de la última trilogía pero carece de espectacularidad e impacto visual, algo que en un combate de estas características es imperdonable.


Definitivamente, podemos dictar sentencia: Star Wars ha vuelto por la puerta grande. J.J. abre la veda para los directores por venir (Rian Johnson y Colin Trevorrow) y les muestra la senda a seguir. Seguramente no sea la mejor de la saga pero supone una mejora respecto a las anteriores y a la vez constituye un mundo rico en el que querer sumergirnos en futuras entregas, con nuevos personajes a los que seguir y totémicos villanos a los que descubrir. La Fuerza ha despertado y con ella despierta el titán del entretenimiento, la soap opera que marcó las vidas de muchos y que seguirá marcándolas, el evento cinematográfico fundamental para entender nuestra cultura pop. Esto también es cine, quizá no sea introspectivo ni muestre grandes valores humanos pero es tan divertido y gratificante sentarte en una sala para evadirte que, en este mundo lleno de malicia y oscuridad, Star Wars ilumina el cielo para mantener nuestras esperanzas vivas.

Se vendrá al blog un artículo lleno de spoilers, hablando sobre los puntos mejorables de esta secuela, aunque llegará a mediados o finales de Enero.

6/10: AVENTURAS GALÁCTICAS EN UNA BUTACA MUY, MUY LEJANA


P.D. Atención ¡SPOILERS! Llegado el tercer acto, hay una escena con Rey (Daisy Ridley), cautiva en una celda, con un soldado imperial donde ésta le hipnotiza mediante un truco Jedi para que haga su voluntad. Ese soldado no es otro que Daniel Craig, el agente 007 James Bond, que como buen fan de la saga y al haber compartido estudio de rodaje con El despertar de la Fuerza quiso ser participe aunque fuera en un breve y discreto cameo. 

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