Las mejores películas (para mi) de 2016

En esta ocasión decidí cambiar el Top 10 por el 11 y aunque el número no quede tan redondo, creo que la lista sí es ajustada. Hubo tantas grandes películas el año pasado que me fue difícil excluir ninguna y si echáis de menos alguna, no temáis, puede deberse a que no haya podido verla aún. Algunas como Fences, 20th Century Women, Jackie o Animales nocturnos permanecen aún entre los filmes más notables que me quedan por visionar. Soy consciente que muchas de estas podrían entrar perfectamente en la lista pero preferí no retrasar más la publicación; por ello no las veréis. Como siempre, esta lista es subjetiva; si no os gusta, os invito a dejar vuestros cambios o sugerencias en la sección de comentarios debajo de este artículo. Y sin más dilación, comencemos con lo mejor del año 2016…

Menciones honoríficas: The Neon Demon , El hombre de las mil caras , Tarde para la ira, La Llegada , Los exámenes, Sing Street y Rogue One

11) Dos buenos tipos. Recuerdo cuando el cine de acción lo protagonizaban personajes de carne y hueso. Recuerdo aquellas abanderadas del cine de acción de los 80 y 90 que bordaban el entretenimiento ligero de garantías. Ya fuese Mel Gibson y Donald Glover en Arma Letal o Eddie Murphy y Nick Nolte en Límite: 48 horas, todas aquellas obras nos traen recuerdos de un pasado que parecía sepultado en pro de Transformers y héroes del cómic. Sin embargo, Shane Black (Kiss Kiss Bang Bang) lo trae de vuelta con este divertido e irreverente título protagonizado por la inverosímil pareja formada por Ryan Gosling y Russell Crowe –sin olvidar a la tercer en discordia; la novicia Angourie Rice-. Esta historia cómico-detectivesca sobre dos investigadores privados caídos en desgracia que juntan sus dudosos conocimientos para resolver un misterioso caso de asesinatos y desapariciones en la industria del porno del Hollywood de los 70. Uno de los guiones más ingeniosos, cargado de buenos diálogos y escenas surrealistas; personajes protagonistas carismáticos y actuaciones afines; magnífica banda sonora y ambientación setentera y mucho más. Dos Buenos Tipos es una de las películas más buenrollista del año.


10) Un monstruo viene a verme. J.A. Bayona cierra su trilogía maternofilial con este drama sobre el complicado tránsito de la niñez a la madurez; sobre la relación entre un niño y su madre y el miedo a la finitud; al titánico reto de afrontar problemas adultos a una edad prematura. Todo estos temas se tratan con una sobriedad sorprendente en un realizador de tan escueta filmografía. El guión, adaptado por Patrick Ness de su propia novela, es junto a la dirección de Bayona el gran éxito de la película. Cuenta con una narración, fluida y dinámica, llena de emociones excelentemente expresada del papel a la pantalla. Las actuaciones protagonistas de Felicity Jones y Lewis McDougall sustentan este relato íntimo y personal. Cabe añadir que ésta es una de las cintas más bellamente narradas del año y cuenta con unos recursos visuales que harán las delicias del espectador. En definitiva, Bayona demuestra por enésima vez su habilidad como narrador de historias.


9) Langosta. Tras Canino, el realizador heleno Yorgos Lanthimos ha vuelto a hacer una comedia negra deliciosamente retorcida; en esta ocasión centrada en los obstáculos de la sociedad actual. Cimentada sobre unas actuaciones brillantes, entre los que destacan un impertérrito Colin Farrell y la siempre atractiva Rachel Weisz -además de Léa Seydoux o John C. Reilly como secundarios de lujo-, esta obra sobre el temor a la soledad y cómo convivir con ella encierra una de las lecciones más mordaces y acertadas sobre la vida social moderna.


8) Silencio. Y hablando de belleza dentro de un mundo monstruoso, ¡qué mejor que la última obra de la leyenda Scorsese! Entiendo que a muchos les haya dejado fríos, porque no se ambienta en el mundo del hampa sino en el Japón feudal del siglo XVII y porque su metraje puede hacerse interminable. En cuanto a mi, su narración consiguió cautivarme desde sus impactantes inicios hasta las revelaciones finales. Esta es sin duda la película más personal para el hito neoyeorquino, el cual siempre tuvo una relación tormentosa con su propia fe. Este último título supone su reto más grande, desde que se puso tras las cámaras, ya que tardó nada más y nada menos que dos décadas en iniciar su producción debido a que no se sentía lo suficientemente apto para hacerla. Quizá por eso lo más adeptos a su estilo estén descontentos con el resultado final; porque tuvo que adaptarse a nuevos horizontes. Pero además de distinguirse por una historia desafiante para el espectador y una ambientación y fotografía con momentos de grandeza, Silencio cuenta también con unas interpretaciones excelentes; sobretodo de su reparto nipón. Pese a echar en falta un protagonista que llevara el peso durante el viaje, no pude evitar empatizar mucho más con sus personajes indígenas. Ni la interpretación de Andrew Garfield ni su personaje estuvieron a la altura del filme; pero éste fue rescatado por unas interpretaciones secundarias soberbias, sobre las cuales Scorsese pudo elaborar su mensaje. ¿Qué diferencia hay entre creencias? ¿hay valores universales a todos los pueblos? ¿pueden los débiles ser exculpados de sus pecados? ¿tenemos salvación?


7) Hacksaw Ridge. La cinta bélica más impactante en lo que va de década; así podría resumir mis sentimientos cuando salí de la sala. Mel Gibson dispuso de mucho menos presupuesto y la mitad de tiempo de rodaje que en Braveheart (1995) y pese a ello, consiguió confeccionar un filme arrollador. Empezando por la increíble historia de un héroe de carne y hueso que tuvo más de “super” que cualquier otro este año y nos recordaba que para salvar vidas no hay necesidad de quitar otras. Desmond Doss logro lo imposible y todo ello gracias a una fe que actuaba de combustible para sus heroicidades. Este objetor de conciencia nos recordó a todos que creer en algo constructivo -en lo que sea- y aplicarlo en tu día a día puede salvar vidas. Que no hacen falta símbolos o sermones para sentir tu fe reafirmada; que la convicción humana mueve montañas. Creo que Hasta el último hombre merece que se hable de ella, porque consigue mostrar una belleza inmaculada de entre la monstruosidad que representa la guerra.


6) Kubo y las dos cuerdas mágicas. La obra magna del estudio Laika es, sin duda alguna la mejor cinta de animación que hayan visto mis ojos el año pasado. Debo advertir que aún no he visto Tu nombre (Kimi no na wa en su título original) por lo que mi veredicto puede estar sujeto a cambio; pero si atendemos a lo visto, Kubo nos cogió a todos por sorpresa. No solo por su cuidado estilo de animación stop-motion (una debilidad personal) sino también por la maravillosa aventura que narra. Cuando entré en la sala había un montón de niños que seguramente recordarán por siempre esta experiencia cinéfila y ya sólo por eso merece ocupar un puesto en el podio. Tal y como hiciera Vaiana, la ópera prima de Travis Knight toma una cultura extranjera como inspiración para contarnos una fábula universal sobre el poder del amor y la unión familiar. Este es el tipo de entretenimiento que todos los amantes al cine queremos; que la diversión no cercene la enseñanza sino que la promulgue. Kubo excede en todos los apartados posibles: desde su exquisita ambientación oriental hasta sus entrañables personajes, pasando por una banda sonora inolvidable que incorpora una versión del temazo de George Harrison “While my guitar gently weeps”.


5) Manchester frente al mar. La película más demoledora del año cuenta además con algunas de las mejores interpretaciones de 2016. Todo el reparto demuestra un compromiso enorme a la hora de encarnar fielmente sus personajes y transmitir los problemas a los se enfrentan. La última obra de Kenneth Lonergan es un "tour de force" para el espectador; si opinas que el cine es una forma de transportarte a otro mundo, Manchester frente al mar no es tu película. Sin embargo, si eres una de esas personas que agradece un cine más humanizado con personajes con los que puedes conectar fácilmente ésta es tu película. La combinación entre alegría y tristeza es algo de lo que siempre huyen los narradores temerosos de fracasar en el intento. No obstante, Lonergan sabe equilibrar cual malabarista ambas facetas de la vida de tal forma que, cuando llegan los malos tragos, éstos son más eficaces. Esta es el retrato más crudo sobre las dificultades de la vida; sobre cómo ésta puede derrotarte y tumbarte a la lona definitivamente, convirtiendo tu existencia en un tránsito miserable hacia la muerte. Lo dicho: no es una obra para cualquiera pero si conectas con ella y empatizas con los obstáculos a los que se enfrentan sus personajes, entonces reconocerás la calidad de este filme.


4) Yo, Daniel Blake. Ken Loach es el símbolo del cine protesta; él es uno de los últimos paladines de la denuncia social y con esta película vuelve a ahondar su bandera con fuerza. Este vehemente cineasta inglés regresa a las pantallas para contarnos otra historia sobre las dificultades de la sociedad actual, donde las injusticias están a la orden del día. En esta ocasión la víctima es Daniel Blake, un obrero inglés de 60 años que sufre un problema grave de salud que le ha obligado a retirarse. Sin embargo, cuando acude a las ayudas sociales éstas le obligan a buscar un nuevo trabajo si no quiere recibir una sanción. Un filme necesario y realista que no evita mostrar la verdadera cara de la burocracia intoxicada; Loach no rehuye la crudeza, cuando ésta representa la verdad, ni busca análisis maniqueos sobre el origen del problema. El verdadero objetivo de esta obra es concienciar y buscar la complicidad del espectador; abrirnos los ojos a la esperpéntica situación que atraviesan tantas personas cercanas a nosotros. No hay que ir muy lejos porque la calvarie se sucede todos los días en las calles de nuestras ciudades y Ken Loach busca nuestra reacción.


3) Toni Erdmann. Pocas historias fueron contadas con tanta mordacidad este año como la alemana Toni Erdmann, que plantea el problema generacional sobre cómo compaginar la vida personal y la profesional -si es que se puede-. Para ello, la realizadora Maren Ade cuenta con una interpretación excelsa de Peter Simonischek como el afectivo padre que emprende un viaje a Bucarest -donde trabaja su hija- para intentar conocerla mejor y saber si la vida que lleva le proporciona la felicidad que necesita. Cierto es que la cinta no es perfecta; entre otras cosas, la duración me resultó excesiva. Pero una mancha no emborrona la que se convertirá, con el tiempo, en una película referencial para toda una generación.


2) Paterson. En su última obra, el rey del cine independiente norteamericano Jim Jarmusch convierte lo ordinario en extraordinario. La historia nos presenta a Paterson, un humilde y afable conductor de autobuses que no por ello descarta su pasión por la poesía. Tanto él como su novia parecen ajenos a la realidad que les rodea; no porque cierren sus ojos a la realidad sino porque, de vez en cuando, también les gusta mirar al infinito y soñar. Su trabajo sólo es una máscara social para ganarse la vida y pagar el alquiler, ya que en su fuero interno su pasión cobra protagonismo. Para inspirarse utiliza cualquier objeto, comportamiento o individuo con el que interactúe. Mientras, su pareja cumple la función de contrapeso; él duda constantemente de su talento y ella renueva cada día sus ilusiones. Lo que más me gusto de la película es cómo Jarmusch transforma la rutina en diversión para el espectador; uno de los grandes tabúes para el narrador de historias –la reiteración- funda en esta ocasión las bases del éxito. El realizador y guionista ha creado una pequeña obra de arte que entretiene e ilustra maravillosamente el proceso creativo del artista. Paterson es la fiel representación de un hombre cualquiera con grandes sueños.



1) La La Land. Tras hablar de estas nueve cintas que preceden a ésta, voy cayendo en la cuenta que 2016 ha sido un año cinematográfico muy variado. Hemos tenido grandes thrillers españoles y pequeños dramas europeos pero todas fueron historias excelentes. Sin embargo, La ciudad de las estrellas se llevó la palma ya que aúna la espectacularidad de los grandes escenarios hollywodienses con el drama intimista del cine europeo. El director Damien Chazelle creó el híbrido perfecto entre las coreografías de Fred Astaire y Ginger Rogers y la nouvelle vague de Jacques Demy. Convirtió a Los Angeles en su musa –tal y como hiciera Woody Allen con Manhattan- y la vistió con sus mejores galas, sin apartar su mirada de la aplastante realidad que esconde. Y es que la ciudad de los sueños también guarda una faceta “jekylliana”, cuando la difícil realidad de la industria devora tantas aspiraciones personales. Lo verdaderamente grande de este título es su retrato de la tormentosa relación entre el artista y la notoriedad y cómo esto afecta las relaciones sentimentales. Al fin y al cabo, la vida es un cúmulo de decisiones que van creando un camino; nos guste o no, a dónde se dirija este camino será el reflejo de dichas elecciones.




1 comentario:

  1. para los fanáticos de las peliculas les recomendare mucho esta pagina pelispedia estan las mejores las mas actuales y en iferentes formatos para descargar

    ResponderEliminar