Doble crítica sin spoilers – Devuélvemela y Weapons (2025)

Si eres lector habitual de este blog, sabrás que aquí valoramos el cine retro o lo que es lo mismo, somos unos pollavieja: los programas de mano, las butacas de tela roja y el aroma a mantequilla de las palomitas recién hechas. Así que, a modo de homenaje a aquellos tiempos de gloria, os traigo una doble sesión crítica con los dos estrenos más comentados de las últimas semanas que, curiosamente, comparten género. Estoy hablando de Devuélvemela y Weapons. Dos cintas de terror, la primera con el exquisito sello de A24 y la segunda con la promesa de entregarnos una experiencia nunca vista. ¿Habrán cumplido con las expectativas o se habrán estrellado contra el muro del hype marchito? ¡Seguid leyendo para descubrirlo!


 

DEVUELVEMELA 

 

El segundo largometraje de los Philippou, directores australianos otrora conocidos por su hiperbólico canal de Youtube RackaRacka de cortometrajes impactantes y aún más virales, nos cuenta la historia de dos hermanos que descubren un oscuro ritual en la casa de su nueva madre adoptiva. 

 

A lo largo de la historia del cine ha habido sonoros casos de grandes cineastas nacidos en la TV, talentos de la talla de Sam Peckinpah, Sidney Lumet o Robert Altman por citar algunos. Los Philippou aspiran a recoger ese testigo en la posmodernidad, inaugurando el fenómeno youtuber. Con su ópera prima, Talk to me (2022), dejaron claro que, además de ser unos amantes del cine de género, conocían los códigos al dedillo. Sin ser una película especialmente memorable, consiguieron darle un enfoque ligeramente distinto, creando una atmósfera de extrañeza lograda por momentos. Era un inicio prometedor.

 

Con DevuélvemelaBring her back en su título original— dan un paso de gigante en cuanto a presupuesto, elenco y factura técnica. Sin duda, A24 confía en ellos para que ofrezcan su mejor versión y logren un nuevo hito moderno del terror que inspire a las generaciones venideras. Al menos, eso es lo que intenta este ambicioso proyecto. Quizá demasiado por su propio bien.


 

Sally Hawkins interpreta a Laura, la madre adoptiva de Andy (Billy Barratt) y Piper (Sora Wong), quienes llegan a su apartado chalet en el bosque poco después de perder a su padre en una misteriosa muerte. Ambos lidian con los obstáculos de la adolescencia marcados por el trauma que los persigue: Piper es más alegre y despreocupada, una mente soñadora y optimista; mientras, Andy es más taciturno y desconfiado, forzado a madurar prematuramente, invierte su tiempo y energía en cultivar su físico. 

 

El principal problema de la nueva propuesta de los Philippou es que abre más frentes de los que puede abordar. Como película de terror es deficitaria, ya que no logra transmitir el delirio que atraviesan sus protagonistas, cada uno encerrado en una prisión mental, quedándose en lo aparente, la cotidianidad más superficial y anodina. Tampoco llega a ser una intriga ya que, si unes la línea de puntos entre el título y la presentación, puedes hacerte una idea de cómo se va a desarrollar.

 

En términos dramáticos, que es por donde los Philippou quieren tirar, el duelo por la pérdida es el eje central de un guion que no consigue explorar las aristas psicológicas de unos personajes seriamente dañados. La oportunidad está ahí —véase Andy, el hermano mayor, con un profundo conflicto interno—, pero esta se ve eclipsada por la muy manida y clásica historia del duelo patológico, el no saber dejar ir a alguien, perpetuando su recuerdo como un castigo autoinfligido. La cuestión no es tanto la falta de originalidad de los temas, sino la limitada visión que tienen los Philippou a la hora de contar lo mismo de una manera distinta.


 

Sally Hawkins acapara todas las miradas y la atención de los cineastas con una buena actuación que se pierde entre tanto histrionismo; Laura es un híbrido entre el Joker, Janis Joplin y una terapeuta de Reiki aficionada a los extravagantes tratamientos homeopáticos de Gwyneth Paltrow. Su personaje tiene un peso injustificable en la historia: no tiene nada que contar, su arco de personaje ocurre fuera de cámara, ¡su vida pertenece al pasado! Por contra, Piper y Andy sí que nos deberían importar, ellos aún tienen algo que decir. Desgraciadamente nunca lo hacen, porque quedan relegados a un segundo plano, simples marionetas dentro del plan maléfico de Laura —trágico desperdicio de personajes, si me preguntan—. 

 

Los vínculos emocionales son débiles en el mejor de los casos, mientras el espectador observa impasible cómo todo se derrumba previsiblemente. Para cuando esto ocurre no hay impacto, nada llega, más allá de algunas imágenes de violencia explícita que se sienten como un esfuerzo artificial por sobre compensar el déficit dramático. Laura es una villana Disney que carece de dimensiones desde la primera hasta la última escena, prisionera de un sueño desquiciante del que jamás nos hacen partícipes, más allá de unos flashbacks repetitivos. Los Philippou no consiguen que empaticemos con nadie, a menos que lo revienten físicamente, pero eso, amigos, es la salida fácil para un director inexperto, y ellos no lo son.

 

Si tan preocupados estaban por el drama humano, deberían haber aprovechado mejor el metraje para desarrollar un dilema moral que explotara en la conclusión. Algo que nos removiese por dentro…y no, no me refiero al gore, eso es confeti para quinceañeros que suben vídeo-reacciones a Tik Tok. Las grandes películas de terror construyen una base sólida sobre la que manipular emocionalmente al público, no malgastan el tiempo en repetir escenas y patrón de comportamiento. Incluso desprovista de la dimensión dramática necesaria, Bring her back tampoco consigue construir un tono truculento jugando con las imágenes, la iluminación o una banda sonora que cada vez se descuida más en el cine moderno.


 

Devuélvemela intenta jugar en la misma liga que Hereditary, pero donde aquella triunfaba, esta fracasa. No está a la altura ni en términos formales—la ambientación de la casa en el título de Ari Aster tiene más personalidad y juega mejor con la iluminación, los claroscuros y el espacio onírico— ni con su drama familiar basado en una relación maternofilial en la que nunca profundiza. Para que la tragedia importe, antes debes trabajar los personajes de forma que no se vean reducidos a maniquís parlanchines que solo sirven para avanzar la trama o dar asco, como el caso de Ollie, otro personaje echado a perder por el afán de atención de los Philippou, más preocupados por las visitas que recibe su víde…perdón, película, que por ahondar en las simas de sus personajes. Película gratuita, falta de ritmo en su segundo acto y precipitado en un desenlace epítome del anticlímax. Mucha cocción a fuego lento y al final se os acabó quemando el plato, Philippous.  

 

4/10: RITUS INTERRUPTUS 

 

WEAPONS 

 

Después de sorprender a propios y extraños con Barbarian (2022), el director y guionista Zach Cregger regresa al género que le vio nacer con Weapons o La hora de la desaparición, cinta que vuelve a mezclar tonos e influencias con un resultado dispar. En un pueblo del medio oeste americano, todos los niños de un aula, excepto uno, desaparecen misteriosamente a las 2:17 de la madrugada. Lo más extraño y perturbador del caso es que nadie los rapta, sino que ellos se fugan voluntariamente para adentrarse en la noche y no volver. ¿Qué puede haber motivado este comportamiento aberrante?

 

A veces es mejor desconocer el misterio que revelarlo y comprobar que no había nada interesante desde un principio. Algo parecido le ocurre a este filme plagado de buenas ideas y malas ejecuciones que, al igual que le ocurre al cine de Jordan Peele, cuenta con una gran sinopsis y un desarrollo lamentable. Sin duda alguna, nadie los gana a propuestas de ascensor: me los imagino ahí, encerrados con el productor fartón de turno que salta entre reuniones de negocio y acostumbra a fumarse un trocolo con la “visión” de un artista don nadie al que sus padres le cierran la puerta en Navidad por pesado y vendehumos, pero en cuanto ven a Peele y Cregger con su aura de maestros del género trilero, se entregan a sus brazos y les dan toda la pasta que piden. Aún no tengo claro si estos dos son en verdad directores de cine o supersoldados MK Ultra creados por el gobierno USA para obnubilar a los incrédulos comerciantes judíos de Hollywood...el tiempo lo dirá. 

 

El caso es que aquí cuenta con un excelente reparto entre los que destacan Julia Garner —Estela plateada en la reciente adaptación de Los 4 fantásticos— y el veterano de mil platós, Josh Brolin. La historia tiene una disposición particular, estructurada en capítulos donde nos cuentan la vida de distintos personajes del pueblo y cómo la desaparición de los críos les afecta, en mayor o menor medida. Ya de primeras se presenta un grave obstáculo narrativo, y es que hay que tener una destreza inusitada y un férreo control sobre el guion para que este no se vaya de madre. Para sorpresa de nadie, Cregger no está ni de lejos a ese nivel y se le nota especialmente una vez hechas las presentaciones. 


 

Apuesto que tú, el que me está leyendo, también has tenido una idea fantástica para una novela o un relato corto y has intentado trasladarla al papel, hasta que te das cuenta que esa fantástica idea hay que traducirla en cientos y cientos de páginas. Si te ha pasado, no te preocupes, no estás solo. Introducir una atmósfera y una premisa es relativamente sencillo, lo complicado es mantener la tensión mientras profundizas en la historia. Weapons empieza bien, muy bien diría, pero se estanca pasado el primer acto, deambulando en una nadería insulsa durante todo el nudo para desembocar en un final de lo más cliché.

 

La estructura episódica es una excusa de mal guionista que no sabe por dónde tirar. Como el caso de los niños desaparecidos encierra una complejidad dramática a la que no sabe enfrentarse, Cregger opta por rellenar metraje contándonos historias de infidelidades y adicciones varias —vaya, anécdotas de pueblo aleatorio de EE.UU., China o Albacete—. Luego te dirá que todo forma parte de una crítica al sistema, que la película es una llamada de atención, un intento por despertar el alma moribunda de una nación y bla bla bla. Será que Hollywood está plagado de anarquistas librepensadores con la cabeza bullendo de ideas y Cregger y Peele son la reencarnación de Bakunin y Proudhon con una envoltura de gafapasta hípster para enganchar a jóvenes influencers, claro que sí. 

 

Mi gran frustración con Weapons —y con el cine de género de los últimos años— es que todo resulta subjetivo e interpretable; te presenta temas, así en general y con la brocha más gorda que ha podido encontrar en el Leroy Merlin y tú te encargas de montar la película en tu cabeza. Algo así como un buffet libre de ideas: si te apetece mezclar espaguetis con ensalada de coles y un chuletón, siéntete libre, todo es posible en la indefinición. Basta una imagen de una empleada de correos fumándose un piti para elaborar una desaforada tesis sobre el papel del funcionariado y la maquinaria del Estado en las sociedades modernas…y si no te convence, es que no has entendido una mierda.


 

Lo que de verdad me pregunto después de ver la película es, ¿qué carajo me importa a mí la quimio de la Jenny, los sueños alucinógenos de Bob o la adicción al porno de Johnny, el policía bigotudo, en la escalofriante historia de diecisiete niños desaparecidos una misma noche? ¿Qué conexión hay entre la dieta hipercalórica de un chino director de escuela y estos niños? Para Zach “mente galaxia” Cregger, está claro que la hay, así que nos toca comernos más de una hora de historias secundarias hasta llegar al meollo; Weapons es la versión cinematográfica de un Far Cry donde tienes que hacer veintisiete millones de misiones de recadero antes de continuar la trama. 

 

Es verdad que cuando la historia por fin se pone interesante, Cregger muestra los colmillos, dejándonos alguna escena incómoda y creando una atmósfera desasosegante con la introducción del personaje de Gladys, la auténtica MVP del filme. El problema es que eso ocurre en la última media hora y, para entonces, lo más probable es que estés fuera de la película, pidiendo la hora o durmiendo. Cregger maneja muy mal la tensión dramática, rompiendo el ritmo con cada nuevo capítulo y creedme, no son pocos; ese reinicio constante, acompañado de una sensación de repetición de escenas, le hace mucho daño a una obra que, de haberse contado de una forma más clásica, como pedía, habría ganado enteros. 

 

He aquí la bestia negra del cine moderno: la necesidad de compensar las carencias de guion y de visión autoral agitando una coctelera de géneros y ver qué te sale. El cine coreano ha hecho muchos estragos en Hollywood, hasta el punto de que una cinta de terror ya no puede limitarse a provocar pánico, tiene que ser algo más. A esto pueden aspirar los cineastas del Olimpo, genios artísticos como David Lynch, Kubrick, Tarkovski o Bergman, no Zach Cregger, con todo el respeto. Estos directorcillos sin aspiraciones y llenos de ínfulas quieren empezar la carrera por el tejado y no funciona así: primero aprendes el oficio y con suerte, mucha suerte, la lotería genética te habrá bendecido con el talento de los elegidos. 


 

Weapons sigue la estela de Barbarian, juega a confundir, pero en el camino se pierde ella sola. En líneas generales, tiene buenas actuaciones y cuando se quiere poner inquietante, lo consigue, pero en lugar de seguir por ahí y llevarnos a un viaje de locura y desenfreno, nos obliga a seguir las andanzas de un cuarentón y su madre diabética como si esto fuera una versión de terror elevado de Magnolia de PTA y siento decirlo, pero no pagué la entrada para ver eso. Recuerda quién eres y lo que has hecho, Zach Cregger. Más humildad y trabajo duro.

 

4,5/10: MI NIÑO ME LO ROBARON, ANOCHE MIENTRAS DORMÍA…


Y con esto concluimos esta doble sesión crítica sin spoilers a los dos grandes baluartes del terror de 2025, Bring her back y Weapons. Como siempre digo, esta solo es una opinión de muchas, ni mejor ni peor que la vuestra y recordad que nada se comparará jamás con vuestra experiencia en la sala; todas son únicas e intransferibles. ¿Habéis visto alguna de estas dos películas? ¿Os gustaron? Contadme vuestra opinión en la caja de comentarios. ¡Hasta la próxima, replicantes!

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