En este artículo trataré de dar algunos puntos a favor y otros en contra sobre el regreso de JJ Abrams para poner el broche final a esta nueva trilogía. Además, tratándose de una opinión personal, también diré quién me hubiese gustado que dirigiese este último capítulo de la saga galáctica.
No
es ningún secreto que Kathleen Kennedy no vive sus mejores días como presidente
de Lucasfilm. La exitosa productora ha tenido problemas constantes con los
directores que ha elegido en cada momento: desde Josh Trank hasta Colin
Trevorrow, el número asciende a cuatro despidos. Por otra parte, Rian Johnson
parece ser el único que ha terminado su trabajo en Los últimos Jedi sin
discusiones ni disputas con Kennedy. Ya sea por cuestión de suerte o porque
Johnson tenga mayores dotes interpersonales, lo cierto es que este octavo
episodio marcha como la seda. Sin embargo, echando la vista a lo que está por
venir, ni el spin-off de Han Solo ni el Episodio IX dan apariencia de solidez.
El primero, bien entrado en su rodaje, acaba de perder a sus directores en
sustitución de Ron Howard y el segundo tuvo que retrasar su fecha de estreno a
finales de 2019 por necesidades del guión. Es verdad que, de momento no hay
razones para temer desastre alguno –El despertar de la fuerza y Rogue One
fueron bien recibidas por la crítica y por el público en general- pero hasta
las mejores rachas tienen un fin. La etapa de experimentos ha dado a su fin y
Kennedy, decidida a evitar un fracaso a toda costa, trae a JJ Abrams de vuelta
para que termine lo que empezó. La pregunta que se presenta ahora: ¿es Abrams
el director adecuado o un simple títere a las órdenes de los ejecutivos de
Lucasfilm?, ¿sabrá darle su toque personal y distintivo o volverá a entregarnos
un pseudo-remake como hizo con el Episodio VII?
Como
en todas las decisiones polémicas que se toman, siempre hay defensores y
detractores y Star Wars no es sólo conocida por despertar pasiones sino también
por sus acalorados debates. Sin embargo, yo soy de la opinión de que todo no es
blanco o negro, bueno o malo; que las precuelas ni son tan malas, ni las
originales tan perfectas. A continuación, comentaré las razones por las que
Abrams no es el idóneo para dirigir y escribir el Episodio IX:
- No se le dan bien los finales. ¿Alguno ha visto Lost (Perdidos)? Los que la hayáis visto sabréis a qué me refiero. Para los demás, Perdidos fue una serie creada, escrita y producida por JJ Abrams. Sin embargo, pese a la calidad de la serie en su conjunto, todos la recuerdan por una cosa: su final. Y no es un recuerdo agradable. Aquel final fue un jarro de agua fría para todos los fans que seguíamos religiosamente cada temporada. Como productor, él era máximo responsable de ese catastrófico final que consiguió amargar el grato recuerdo que teníamos de la serie. Si a ello le añadimos otras películas que se desinflaron llegado el tercer acto, como Super 8, Star Trek: En la oscuridad o incluso El despertar de la fuerza. Abrams sabe establecer universos, traerlos de vuelta y ponerlos nuevamente de moda pero no sabe darle profundidad a sus historias.
- Demasiado conservador. Miren su filmografía y díganme cual de sus últimos proyectos resultó fresco y original a los ojos del público. No me malentendáis, Abrams es un gran productor de televisión –Perdidos, Fringe, Alias o la más reciente Almas de metal lo avalan- pero su andadura por el cine no ha sido muy creativa precisamente. Saltando de franquicia en franquicia, sus películas son tan taquilleras como vacías. La única que se salva es Misión Imposible 3 y eso fue en parte gracias a la interpretación del tristemente fallecido Phillip Seymour Hoffman. Han pasado muchos años desde que ingresó en Hollywood pero aún no tiene un estilo propio. El Episodio IX no debe apropiarse de la personalidad de El retorno del Jedi como ya hiciese El despertar de la fuerza con Una nueva esperanza.
- Desaprovechamiento de personajes. Capitán Phasma, Hux o el Líder Supremo Snoke. Todos villanos de la nueva trilogía, pero nadie sabe nada de ellos. Y no lo digo porque no conozcamos sus orígenes o sus motivaciones –imagino que Los últimos Jedi expandirá en ese área-, sino porque no tienen personalidad. No están bien definidos. Son versiones mucho menos molonas de Darth Maul. A Darth Vader, por ejemplo, sólo le hizo falta un minuto de metraje para definir su carácter. Su mera presencia ya imponía. Toda gran aventura se mide por la calidad de su villano y el Episodio VII de J.J. flaqueaba en ese aspecto.
- Falta de visión. Cuando a George Lucas le preguntaron para qué público se dirigían sus películas de Star Wars, él respondió que son para niños. Estoy de acuerdo que Lucas se equivocó con algunas decisiones que tomó en las precuelas –como la explotación de efectos por ordenador, los sentimentalismos de tercera y Jar Jar Binks- pero aquellas películas aún derrochaban imaginación. Las fronteras del universo que conocíamos se expandieron con planetas como Coruscant, Geonosis, Kashyyyk o Kamino. También añadió personajes interesantes como Windu, Qui-Gon o Darth Maul. Las precuelas eran productos de autor y no de estudio; su fin no era engordar los ingresos de una gran multinacional, sino sorprendernos. Y claro que cuando tratas de innovar te puedes equivocar. El mayor miedo que tengo con Abrams es que no le veo con la mirada puesta en el futuro; en ganar jóvenes adeptos que alucinen con lo que ven en las pantallas. Él se asemeja más a un hombre de negocios cuyo objetivo es generar beneficios, crear un producto estándar que satisfaga a corto plazo pero se olvide con el paso de los años. El despertar de la fuerza es el episodio más estéril y carente de visión de la franquicia.
Y ahora, tras los comentarios negativos, enumeraré las razones
por las que Abrams es un buen candidato para cerrar satisfactoriamente esta
trilogía:
- Experiencia. Pese a todo lo malo que dije anteriormente, hay una cosa que no se le puede reprochar: sus años en la élite de Hollywood. Echando un vistazo a su perfil en IMDb, Abrams cuenta con más de cincuenta créditos como productor, veintidós como guionista y trece como realizador. Esto denota versatilidad, capacidad para amoldarse a situaciones difíciles y salir más o menos airoso de ellas. Tras el despido de Trevorrow también se desechó su guión y eso quiere decir que hay que empezar de cero otra vez. Afortunadamente para Abrams le acompaña Chris Terrio –ganador de un Oscar por Argo- en esta tarea pero yo confío en que sus años de experiencia en la industria le valgan para rescatar este proyecto del mar de dudas en el que está sumergido en este momento.
- El despertar de la fuerza. Si bien dije muchas cosas negativas de esta entrega, también cabe mencionar las positivas como el regreso a los efectos prácticos y la gran química que había entre los personajes protagonistas, tanto los nuevos como los veteranos. No era tarea fácil remontar el vuelo de esta franquicia pero J.J. lo consiguió. Consiguió colocarla como una de las películas más exitosas de la historia del cine. Él creó estos personajes y cuando comience el rodaje, tendrá todo el desarrollo hecho por Rian Johnson para poder servirse de él.
- Fan de Star Wars. Abrams ha dejado claro en numerosas ocasiones que dirigir Star Wars era un sueño hecho realidad y ahora tendrá la oportunidad de repetir. El hecho de que se lo pase tan bien en los rodajes y mantenga esa pasión por su trabajo es importante a la hora de contagiarlo a los demás miembros del reparto.
- Aprender de sus errores. Siendo un verdadero fan de Star Wars, espero que Abrams haya escuchado a las voces críticas de su película. El Episodio IX no sólo actuará de cierre a una trilogía, sino que debería corregir los errores de sus predecesoras.
Después de analizar atentamente los pros y contras del regreso
de J.J. Abrams a la franquicia, sigo pensando que no es la mejor opción para el
puesto. No tengo nada contra él, Misión Imposible III revitalizó una franquicia
y Star Trek la hizo regresar con éxito a la gran pantalla, pero no ha
demostrado destreza a la hora de ponerle el broche final a sus películas. Si en
lugar de escribirla, se limitara a dirigirla entonces quedaría más tranquilo
pero ese no es el caso. Sea como fuere, habrá que esperar hasta diciembre de
2019 para saber si este experimento de Kathleen Kennedy funciona o no.
Personalmente, mi elección de director tendría que reunir una
serie de características como: imaginación, experiencia y caché en Hollywood y ser
guionista de calidad. El único que cumple estos rasgos sobradamente no es otro
que Guillermo del Toro. A lo largo de su dilatada carrera, ha demostrado su
creatividad para construir universos fantásticos, contar historias
cautivadores, originales y emocionantes y entretener a todos los públicos.
Además, su nueva película La forma del agua suena como candidata en la carrera
por los Oscar, lo cual le daría ese reconocimiento necesario para comandar un
proyecto tan ambicioso como éste.
Pero, esto sólo es una opinión de muchas, así que contadme en
los comentarios qué opináis vosotros de J.J. Abrams, ¿es el director adecuado?
Sino, ¿cuál creéis que encajaría mejor en el puesto? Hasta la próxima, cuidaos
y disfrutad del cine. Saludos!
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