Con motivo del estreno de Star Wars: Episodio VIII - Los últimos Jedi, pretendo realizar un extenso análisis de la trilogía original de La guerra de las galaxias.
Como podéis apreciar en el título, esta crítica contendrá muchos
spoilers así que si aún no la has visto...¿acaso vives en Tatooine? Si es el
caso, deja de leer y prepárate una maratón de cine. Luego continúa leyendo.
Star
Wars, qué puedo decir de esta serie de películas que no se haya dicho ya. El
universo creado por George Lucas tiene tanto de original como de influencias ajenas.
El cine de Akira Kurosawa, la serie Flash Gordon o la mitología universal son
algunas de las fuentes de inspiración que empleó este joven cineasta, cuyos
trabajos hasta entonces habían sido las discretas THX 1138 y American Graffiti,
para dar vida a una de las sagas cinematográficas más relevantes en la cultura
pop. Sin embargo, como suele ocurrir en muchos actos de genialidad, ni Lucas ni
el reparto de Una nueva esperanza eran plenamente conscientes de la repercusión
que tendrían en la historia del cine. Porque, si Tiburón fue el precursor de
los blockbusters veraniegos, La guerra de las galaxias fue la primera película
en trascender su medio e ir mucho más allá. Hasta ese momento, el cine se ceñía
a la experiencia dentro de la sala. Con Star Wars, los fans comenzaron a expandir
sus miras hacia otros ámbitos del ocio como los libros, cómics, videojuegos y
juguetes. Se convirtió en un fenómeno imperecedero….Y todo se originó en 1977,
con el estreno del primer episodio de la saga, que nos presentaría una aventura
de corte medieval (espadas, princesas, mercenarios, tiranos y sus soldados)
ambientada hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana. De esta forma,
personajes como Luke, Leia, Han Solo, Chewbacca, Obi-Wan, Darth Vader o los carismáticos
C-3PO y R2-D2 entrarían en nuestras vidas para siempre. Protagonizada por Mark
Hamill, Harrison Ford y Carrie Fisher y respaldados por fantásticos actores de
reparto como Alec Guinness o Peter Cushing, Una nueva esperanza marcó un antes
y un después en la historia del séptimo arte.
La cinta comienza como sólo Star Wars sabe: con la memorable música del maestro John Williams. No han transcurrido más que segundos, pero el espectador ya se prepara para algo especial. Con los acordes adecuados, Williams te transporta a ese universo sin importar cuán lejano sea. El texto aparece, como si se tratase de una buena novela y con unas pocas palabras ya te sitúa en la acción. Los rebeldes, el imperio y unos planos robados de por medio. En cuestión de minutos, sin apenas diálogo, ya tenemos claro quienes son los malos, quienes los buenos y cuál es el Macguffin (los planos) que mueve la trama hacia delante. Además, para su inexperiencia, Lucas maneja con maestría los tiempos para no atiborrarnos con demasiada información de golpe. Le basta con que tengamos una primera toma de contacto con los personajes y sus problemas. Y ahí es donde entran en escena C-3PO y R2, el dúo cómico de esta saga, que sirven como hilo conductor para unir el destino de Leia y los rebeldes al del joven Luke Skywalker, que vive recluido con sus tíos en una granja de humedad en el inhóspito Tatooine (un planeta que más tarde se convertirá en un referente de la franquicia). Aquí es donde, en mi opinión, reside el alma de la película: Tatooine es el único planeta que visitamos en todo el metraje y por ello ejerce un papel fundamental a la hora de construir los pilares de la saga. Y es que la primera palabra que asociamos cuando alguien se refiere a Star Wars es inmensidad. Hay tantos personajes, principales y secundarios y tanta mitología a su alrededor que es imposible no perderse. No obstante, esa idea no hubiese enraizado en 1977 de no haber tenido éxito en la caracterización de Tatooine. Aquí es donde encontramos la mayor profundidad de todo el filme: desde los Jawa hasta los Tusken, pasando por Greedo, Jabba El Hutt o el propio Han y Chewie; preguntas como "¿quién disparó primero: Han o Greedo? o la primera aparición de la espada láser blandida por Obi-Wan. Todo esto, aunque parezca mentira, aparece en Tatooine. El trabajo de ambientación del equipo de producción es, sin lugar a duda, uno de los mejores y más trabajados de la historia del cine. Pero volviendo a la historia principal, C-3PO y R2 se topan en su periplo con Luke, lo cual nos ayuda a conocer más sobre su carácter y su situación actual; haciendo honor a su apellido, Luke sueña con aventurarse a lo desconocido pero su tío es reticente a dejarlo marchar. Más tarde, durante el encuentro con Obi-Wan, donde podemos escuchar por primera vez el famoso tema de La Fuerza, éste le habla a Luke sobre temas de vital importancia como Las Guerras Clon, los Jedi, La Fuerza o la pregunta del millón: ¿quién es su padre y quién lo mató? A través de Alec Guinness, el bueno de Lucas, nos empuja a continuar la historia para encontrar respuestas. Así inicia nuestra propia aventura. Pero a Luke, temeroso de abandonar a sus tío Owen y a su tía Beru, aún no le ha ocurrido nada que le incite a irse; ningún vuelco en su vida ni momento dramático alguno que le haga cambiar de actitud…hasta que el imperio asesina a sus tíos. Aquí arranca también su aventura. Lucas ya nos ha introducido en su universo, sus protagonistas y antagonistas y ahora queremos explorarlo. A continuación llega una de las escenas más infravaloradas de toda la saga: la de la cantina. Y digo infravalorada porque lo fácil es acordarse de las batallas espaciales, los espectaculares duelos a espada láser, las Estrellas de la Muerte volando en mil pedazos o las icónicas frases como “yo soy tu padre” o “hazlo, o no lo hagas, pero no lo intentes”. Sin embargo, si tuviera que escoger una escena para resumir Star Wars, yo elegiría ésta. La famosa cantina de Mos Eisley encapsula todo lo que representa esta serie de películas: un lugar donde convergen razas alienígenas provenientes de los cuatro rincones del Universo en busca de recompensas, oportunidades y aventuras en general. Todo ello acompañado por buena música y un ambiente de peligro constante, donde la adrenalina fluye y los sentidos se agudizan. Con el paso del tiempo, otras escenas envejecieron y perdieron su originalidad (en parte debido a los recientes avances en el campo audiovisual) pero la cantina y Tatooine siguen manteniendo ese aroma tan característico de la saga.
Ya
entrados en el segundo acto, dejamos de lado al protagonista para tender
nuestras miradas en el imperio y en sus líderes, Darth Vader y Gran Moff
Tarkin, los cuales hacen toda una declaración de intenciones al volar el
pacífico planeta de Alderaan. Esto provocará una reacción en cadena que
afectará a Luke y a sus nuevos amigos que, recién salidos de Tatooine, se ven
obligados a cambiar de plan. Ahora deberán encontrar una solución que les
permita llevar con éxito su misión de entregar los planos que almacena R2 a los
rebeldes. No obstante, otro gran problema se presenta cuando son atrapados por
la estación espacial imperial conocida
como la Estrella de la Muerte. En su interior transcurre gran parte del desarrollo
de la película, que se salda con la muerte de Obi-Wan a manos del malvado
Vader, el rescate de la princesa Leia y la exitosa aunque apurada escapatoria
de la nave. Con Obi-Wan convertido en fantasma de la fuerza, lo que a priori parecía
una muerte en vano resulta ser un sacrificio necesario para la causa. De esta
forma éste acompañaría a Luke allá donde fuese, dándole fuerzas para continuar
su aprendizaje.
El
desenlace se acerca. El imperio ha seguido al Halcón Milenario hasta Yavin 4,
planeta donde se refugian los rebeldes, para arrasarlos de un plumazo. Sin
embargo, con los planos a bordo y los ala-x rebeldes preparándose para entrar
en combate, la batalla está más igualada que nunca. Dichos planos, que tantos
quebraderos de cabeza dieron a nuestros héroes a lo largo del filme, revelan la
debilidad de La Estrella de la Muerte; un fallo en su estructura tan indignante
que tuvieron que hacer un spin-off para darle una explicación (véase Rogue
One). Y entonces, por fin, entra en escena el Escuadrón Rojo: un grupo de
pilotos que pasarían al recuerdo de todos los fans de la saga por la
espectacularidad del combate que nos entregaron. Algunos dicen que los efectos
especiales son el futuro, que lo práctico está obsoleto pero a mi me resulta
más creíble esta escena final que el combate espacial de La amenaza fantasma.
Al final el imperio pierde, Tarkin muere y Darth Vader está en paradero
desconocido. Luke se erige como el principal autor de la victoria y Leia como
una de las principales líderes de la rebelión. Han y Chewie demuestran que
detrás de esa vida de mercenarios se esconde un gran corazón y todos ellos resultan
condecorados por su valiosa contribución. Y de esta forma fueron felices y
comieron perdices y…espera un momento, que Vader sigue con vida, que aún no
conocemos la identidad del padre de Luke y él aún no ha completado su
entrenamiento Jedi. Esto no es más que el comienzo de la aventura.
En
resumen, este primer capítulo de la celebérrima saga sirvió su propósito a la
perfección. Nos presentó a unos personajes carismáticos, con los que rápidamente
empatizamos; creó un universo rico en detalles, gracias a un diseño de
producción apabullante (sets, maquetas, marionetas, etc.), del cual se servirían
para expandirlo en posteriores secuelas; nos entregó una de las bandas sonoras
más reconocibles de la historia del cine y sobretodo, nos enseñó que el cine
también está hecho para hacernos soñar. Para sacarnos de nuestra cruel realidad
y sustituirla por otra que, aunque ficticia, se siente tan real que casi la
podemos tocar. Porque, a veces, no hay nada mejor que irse a un lugar muy, muy
lejano para encontrarnos a nosotros mismos. Gracias por inspirar a tantas
generaciones.
10/10:
Y LA FUERZA NOS ACOMPAÑÓ PARA SIEMPRE
0 comentarios:
Publicar un comentario