La
nueva serie nacida de la colaboración entre Netflix y Marvel se estrenó en
noviembre de 2017. Puede que llegue un poco tarde a la fiesta; de todas formas,
aquí os dejo mi crítica de The Punisher.
El productor
y guionista Steve Lightfoot nos ofrece una nueva interpretación de Frank
Castle, el conocido justiciero de la Marvel y digo conocido porque muchos
cinéfilos lo recordarán por la película de 1989 o en su defecto por las últimas
adaptaciones a la gran pantalla: The Punisher en 2004 y War Zone en 2008. Lo
cierto es que, desde su primera serie de cómics a mediados de los 80, este personaje siempre ha coqueteado con el cine en mayor o menor medida. ¿Por qué? Pues
porque su historia es tan trágica que el público simpatiza con su causa casi de
inmediato –como ocurre con otros personajes de los cómics como Bruce Wayne o
Peter Parker–. Frank Castle es un curtido soldado del ejército norteamericano
que regresa a casa con su familia tras haber combatido en la guerra de Afganistán.
Sin embargo, el hecho de haberse visto involucrado en una turbia operación en
suelo afgano termina por costarle la vida a sus seres queridos. A partir de
ahí, Castle emprende un camino de venganza, dolor y muerte para vengarse de todos
aquellos que tomaron parte, directa o indirectamente, en el asesinato de su
mujer y de sus hijos. Seguramente no logre reconstruir jamás su vida pero, a
cambio, se la arrebatará a sus verdugos. Protagonizada por Jon Bernthal, que
saltó a la fama por su papel antagónico en la serie The Walking Dead, The
Punisher no es sólo una gran adaptación de cómic sino también una serie notable.
La
verdad es que guardo una relación de amor-odio con las series de
Netflix/Marvel: algunas como Daredevil me fascinan; otras como Jessica Jones o
Luke Cage me entretienen; y luego está Iron Fist, que daba vergüenza ajena. The
Defenders no me llama nada la atención, más que nada porque me da la impresión
que intenta ser la marca blanca de Los vengadores. The Punisher era todo un
interrogante para mí. Por un lado, Jon Bernthal es uno de mis actores favoritos en la
actualidad y encaja perfectamente en el papel de Frank Castle. Además, ya atisbamos
a ver de lo que era capaz en la segunda temporada de Daredevil. Por otra parte,
no estoy muy familiarizado con el trabajo de Steve Lightfoot y eso me llevó a
desconfiar de esta serie. Tampoco creía que fuese capaz de ofrecer nada que no
hubiese visto en las versiones cinematográficas. Al final, terminé dejándola de
lado. Craso error.
Si
bien es cierto que esta serie es el sueño húmedo de cualquier aficionado al
cine de acción y al subgénero de venganza en particular, The Punisher no se
contenta con ofrecer más de lo mismo. Lightfoot es consciente de ello e intenta
darle una vuelta de tuerca a la historia de Castle. A veces acierta y otras
falla pero valoro el esfuerzo; más aún cuando estamos ante un personaje que
podría cansar enseguida. Sabemos que le mueve la venganza y conocemos los
motivos desde el principio de la serie. Lo que desconocemos son los detalles y
entresijos. Entre el guión de Lightfoot y la interpretación de Bernthal, ambos
construyen un Frank Castle más complejo; sin entrar en spoilers, su historia no
se reduce únicamente a matar, matar y seguir matando. Por supuesto que
disfrutaremos de toda la destrucción, la violencia y el gore que cabría esperar
pero aquí también vemos a un Castle estrechando antiguas amistades, forjando
nuevas y perdiendo otras. Nos acercamos más a su día a día, a la forma en la
que vive –o quizá debería decir sobrevive–. Su pasado, presente y ¿futuro? En
sus trece episodios, el personaje tiene una evolución llena de matices y
detalles que harán las delicias de todos los seguidores del personaje y nos planteará
preguntas interesantes como: ¿qué distingue a El Castigador de otros asesinos?
Cuando tu único propósito en la vida es matar, ¿dónde está el límite? La
distinción entre el bien y el mal se difuminan y la narrativa está sembrada de
momentos en los que Castle tendrá que elegir entre apretar o no el gatillo.
El
problema llega cuando intenta abrir demasiadas subtramas. Algunas de ellas son
bastante interesantes y necesarias para avanzar la trama principal pero otras
flojean. Conceptualmente todas me parecieron llamativas pero es el peso que le
atribuye a cada una de ellas lo que me chirría. La serie se titula The Punisher
pero hay momentos en los que la propia serie prefiere contarnos otras historias,
en detrimento de explorar la del protagonista. Ahora estaréis pensando que me
estoy contradiciendo. Que no puedo alabarla por ofrecernos algo más profundo y
luego criticarla por intentarlo. No obstante, lo que critico no es su esfuerzo
sino que a veces este podría haberse destinado a explorar más al protagonista,
en lugar de a un personaje cualquiera que en unos episodios terminará siendo
irrelevante. Por poneros un ejemplo, la serie nos introduce a Lewis Walcott,
otro soldado que también sufre estrés postraumático; un personaje secundario
con bastante peso en la historia pero de escasa trascendencia. Luego está Billy
Russo, que va cobrando más importancia y peso dramático a medida que transcurre
el metraje; su personaje es como un hermano para Castle pero su relación no
llega a explorarse demasiado porque otras como la de Lewis la entorpecen. No es
un fallo clamoroso, ni mucho menos, pero sí que puede frustrar al espectador.
En
cuanto a las interpretaciones, hay algunas que brillan más que otras. Por
supuesto, sobra decir que Bernthal se sale de la pantalla, brindándonos una interpretación de altísimo
nivel. Pero a parte de él, cabría destacar a Ebon Moss-Machrach (David
Lieberman) y a Ben Barnes (Billy Russo). El primero hace las veces de escudero
de Castle; el típico compañero con una personalidad más cómica que ejerce de
contrapeso del protagonista. Pero para mi sorpresa, éste no se limitó a soltar
chascarrillos de vez en cuando –como sí hacía Flash en Liga de la justicia–
sino que tenía sus propias motivaciones. Tanto él como Bernthal se
compenetraron muy bien en pantalla. El otro que entrega una actuación sólida es
Ben Barnes, cuyo papel es esencial para que la serie funcione. Si Lieberman le
daba una nota de ligereza a la trama, Billy Russo influye mucho en la faceta
dramática de la serie. No quiero desvelar nada pero su personaje va in
crescendo y su interpretación está a la altura de las exigencias. Los demás
actores hacen un trabajo correcto pero ni Amber Rose Revah (Dinah Madani) ni
Daniel Webber (Lewis Walcott) supieron encontrar su momento para destacar.
El
último punto del que quisiera hablar es uno negativo y tiene que ver con la
duración de esta primera temporada. Sus trece episodios están demasiado
estirados; podría haberse contado la misma historia en ocho o diez y hubiese
resultado más dinámica. Este problema se hace más evidente en el segundo acto,
entre el séptimo y el noveno episodio, cuando la serie pone el foco sobre esas
subtramas innecesarias que mencioné antes. Tras acabar el último episodio, no
pude evitar preguntarme para qué sirvieron esas subtramas y llegué a la
conclusión que servían de relleno.
En
definitiva, The Punisher es una serie muy recomendable para todos aquellos que
busquen acción auténtica. De esa que no está adulterada por efectos especiales
ni preocupada por los resultados en taquilla. Steve Lightfoot nos cuenta la
misma vieja historia pero la llena de tonalidades y connotaciones diversas que
la hacen mucho más entretenida y novedosa. Jon Bernthal ha creado posiblemente
la mejor versión de El castigador, dotándolo de más personalidad y complejidad
que los anteriores. Visceral, gore y feroz,
la nueva serie de Netflix y Marvel dejará contentos a sus fans y atraerá
a todos los espectadores que busquen un buen entretenimiento. Frank Castle no
es ningún superhéroe; sangra y sufre, tanto por fuera como por dentro y es de
carne y hueso, como cualquiera de nosotros. No tiene ningún superpoder pero
tampoco lo necesita, porque no hay mayor poder que el coraje de una persona
herida.
8/10:
SANGRE, SUDOR Y BALAS.
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