A nuevo año nuevas ideas y puesto que el showrunner Nic Pizzolatto
regresa con la tercera temporada de una de las series más aclamadas de los
últimos tiempos, pensé que podría ser buena idea hacer una pequeña reseña para
cada uno de los episodios. El primero, titulado La gran guerra y la memoria
moderna, nos presenta el telón de fondo sobre el que se desarrollará esta nueva
temporada. A Wayne Hays y Roland West, detectives de la policía de Arkansas, se
les asigna el caso de la desaparición de dos niños en West Finger, región de
los Ozarks. De esta forma dará comienzo un misterio que consumirá la vida de
estos dos detectives a lo largo de las décadas.
Si algo queda claro con esta premisa es que, después de la tibia
recepción que recibiera la segunda temporada, Pizzolatto intenta buscar una
vuelta a los orígenes que le lleve a recrear aquella narcótica experiencia que
fue la primera temporada. Si bien aún es muy pronto para dictar sentencia, lo
cierto es que este primer episodio logra acercársele en espíritu.
Narrativamente, la principal novedad que cuenta es que la trama se subdivide en
tres épocas: una primera en 1980, cuando se da a conocer el caso; una segunda,
en 1990, en la que interrogan a Hays con lo que se presume una reapertura del
caso; y una tercera ambientada en 2015, en la que vemos a un Hays ya anciano
siendo entrevistado por unos periodistas. Para aquellos que la tengan fresca en
la memoria, recordaréis que la primera temporada hacía algo parecido, saltando
del pasado al presente como forma de narrar la trama. Sin embargo, esta idea se
lleva aquí al extremo con la incorporación de una tercera línea temporal que
puede provocar cierta confusión en el espectador más casual.
Ese es quizá mi único pero a un arranque de temporada que a todas
luces parece prometedor. Las actuaciones son notables, tanto del reciente
ganador del Oscar Mahershala Ali como de un Stephen Dorff al que parecen haber repescado
para un rol protagónico –cosa que me alegro, porque me parece un actor más
capaz de lo que muchos creen–. Por lo poco que he visto, sus personajes se
compenetran muy bien: Hays parece ser más metódico y calculador, mientras West
resulta más agresivo y bala perdida. Estoy seguro que con su talento
interpretativo y su química en pantalla, este nuevo dúo nos dará verdaderos
momentazos televisivos.
8/10: REGRESANDO
AL MACABRO MUNDO DE PIZZOLATTO.
Por último, me gustaría entrar en el
terreno de las especulaciones, al que dedicaré un párrafo para cada uno de los capítulos.
En este primero podemos ya entrever
algunas pistas que pueden resultar clave en el transcurso de la investigación
–o puede que no sean nada más que cebos que colocan cuidadosamente
para confundirnos–. Si aún no habéis visto el episodio, no sigáis leyendo o de
lo contrario podríais arruinaros la experiencia. En cualquier caso, algunos de
los detalles que más me llamaron la atención fueron:
i.
Los
niños Purcell le dicen al padre que marchan al parque a jugar con el nuevo
perro de uno de sus amigos. Poco después, tras su desaparición, dicho niño
revela que no sabía nada de ese plan y que pensaba quedarse en casa toda la tarde.
¿Estaban mintiéndole al padre? ¿Quizá iban a verse con otra persona y no
querían que él lo supiera?
ii.
Hay
un coche al inicio del episodio, un Mustang rojo setentero, que aparece dos
veces en escena justo cuando los niños desaparecen. Luego no lo vemos más.
¿Puede que el propietario del coche tenga algo que ver con lo sucedido?
iii.
Mientras
Wayne Hays inspecciona la casa de los Purcell, encuentra en el cuarto de ropa
de la habitación del chico un pequeño agujero en la pared. Parece hecho con un
taladro y deja ver el cuarto de la niña. Más tarde nos cuentan que el primo de
la mujer Purcell vivió en ese cuarto unos meses. Parece claro que el niño no
pudo haber sido y todo apunta al primo, del que no sabemos más. ¿Puede estar
involucrado o haber causado algún trauma a los niños?
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