¿Lo sentís? Es el ambiente navideño
acercándose. Época de excesos, reuniones familiares, regalar perfumes o
corbatas y sobretodo, rendir cuenta por las promesas incumplidas. Tranquilos,
la Navidad aún no ha llegado pero Netflix quiere hacer los preámbulos con el
estreno de Klaus, película de animación española con clara temática navideña.
Dirigida por Sergio Pablos, un curtido animador y guionista español conocido
por trabajar en cintas de animación tan reconocibles como Hércules (1997),
Tarzán (1999), El planeta del tesoro o Gru: Mi villano favorito y que se atreve
por primera vez a ponerse tras las cámaras para entregarnos una película que es
todo corazón. La historia nos pone en la piel de Jesper, un joven holgazán
aspirante a cartero enviado al gélido pueblecito de Smeerensburg, el peor
destino posible para él y para cualquier otro cartero en su sano juicio.
Situado al norte del norte del Polo norte, Smeerensburg lleva sin cartero un
buen tiempo y Jesper llegará allí con la misión de revertir la difícil
situación. Dejando de lado su vagancia crónica y sus constantes quejas, Jesper
tendrá que vérselas con un enemigo peor que la pereza: el odio. No os
equivoquéis: detrás de los dibujos animados y el espíritu bondadoso del filme,
Klaus guarda un mensaje para todos, desde los más pequeños hasta los más
adultos de la casa. Por esta y más razones, esta es una de las mejores cintas de
animación del año.
El éxito de Klaus reposa sobre dos pilares
fundamentales: su hermosa y emotiva historia y personajes y su apartado visual,
que cruza barreras dentro del género 2-D. Si tuviera que resumiros la
película a grandes rasgos, destacaría estos dos elementos fundamentales para
toda película de animación que se precie.
Empezaré por el final, hablando un poco sobre
los increíbles avances tecnológicos que Pablos y SPA Studios incorporan al
estilo de animación en dos dimensiones. En la actualidad, las tres dimensiones
de Pixar y Disney son prácticamente hegemónicas en el panorama occidental, con
algo de presencia de la técnica conocida como “Stop-motion”, la cual podemos
observar en el cine de Wes Anderson o en el estudio Laika. Pero Rick, ¿cuál es
la distinción entre la animación 2-D y la 3-D? Lo que hace diferente a estos
dos estilos es, básicamente, el proceso artístico; mientras en el sistema
tradicional prima la figura del dibujante, en el más moderno se hace casi todo
mediante programas de ordenador. En concepto, la animación clásica no difiere
mucho de lo que hacíamos de niños cuando nos aburríamos en clase: dibujar un
monigote en cada hoja de la libreta y una vez hecho esto, pasar las hojas
rápido para verlo en movimiento. Estudios como Ghibli o los clásicos de Disney
cuentan con este tipo de animación. Por otra parte, el movimiento del monigote
en un estilo 3-D ya no estaría plasmado sobre papel, sino sobre un eje
tridimensional X, Y, Z, en el cual situaríamos al personaje en cuestión. De
esta forma, programas informáticos ayudan en la difícil tarea de animar al
monigote: cada articulación y cada músculo están siendo monitorizados por el
animador para conseguir el efecto deseado. Como podréis deducir, la labor del
dibujante tradicional se ha visto alterada drásticamente con la llegada de
estas tecnologías, ya que el movimiento ya no se dibuja, sino que lo acciona un
programa dependiendo del ángulo y la dirección del vector trazado. Con esto no
quiero decir que un estilo esté por encima del otro, ya que cada uno viene con
sus ventajas e inconvenientes: por ejemplo, la animación 3-D es más detallada
que la 2-D, pudiendo hacer movimientos diminutos como muecas o gestos; por
otra parte, la 2-D tiene esa autoría humana que la hace mucho más pintoresca y
artística. Si tuviera que elegir, yo me quedaría con las dos dimensiones porque
me resulta más bonita a los ojos y es más “artesana” pero no desmerezco en
absoluto la 3-D.
Lo que hace tan especial a la animación de
Klaus es que, si bien cada fotograma está dibujado como se ha hecho
tradicionalmente, se han incorporado técnicas para modernizarla y hacer que el
conjunto parezca más vivo. Me estoy refiriendo a unos programas innovadores que
utilizaron para crear capas de iluminación y sombreado que le confieren a la
película esa sensación 3-D que muchos tuvimos al verla por primera vez. Los
modelos de los personajes y los paisajes están hechos sobre un plano, es decir,
están dibujados, pero esta nueva técnica de iluminación ayuda a darle más
profundidad y por ende volumen, logrando de esta forma proyectar la ilusión de
estar viendo animación tridimensional. Valoro mucho este tipo de avances, más aún
viniendo de estudios pequeños, porque realmente se dejan hasta la última gota
de sudor en traernos algo diferente y original. Solo por este motivo, Klaus ya
merece recibir todas las alabanzas y los aplausos posibles, pero es que la película
no se queda ahí.
Si técnicamente la película rinde a un altísimo
nivel, argumentalmente tampoco se queda corta. El guion, basado en una historia
de Sergio Pablos, fue co-escrito por el propio Pablos junto a Zach Lewis y Jim
Mahoney, dos completos desconocidos que aúnan fuerzas para entregarnos un
argumento juguetón, inteligente y bienintencionado que, sin ser un derroche de
creatividad y sorpresas, mantiene al espectador enganchado en todo momento.
Esto se debe principalmente a unos personajes con los que te encariñas
enseguida y al enternecedor mensaje que nos lanza.
Por una parte, la terna de protagonistas que
forman Jesper-Alva-Klaus es sensacional. Resulta difícil, por no decir
imposible, no empatizar con ellos, alegrándonos en cada momento cómico y emocionándonos
cuando la situación lo requiere. Klaus no es una película ñoña ni busca la lágrima
fácil; sus personajes parten de arquetipos y sus arcos son sencillos pero van
directos al corazón. Tienen carisma y sus relaciones resultan auténticas y para
nada forzadas, como a veces ocurre en las grandes producciones con personajes cuyo
único cometido es sacar alguna risa o divertir a los niños. Los tres tienen una
personalidad y un carácter propio que los distingue y los hace más cercanos.
Por otra parte, el guion apela a las mejores emociones
humanas, algo habitual en este género, pero Pablos y su equipo logran
transmitirlo de forma honesta y sin edulcorarlo, tratando a los niños con el
respeto que merecen. En el género infantil, a mí me gusta distinguir entre dos
tipos de película: aquellas que ves de niño y te encantan, pero que al revisitarlas
de adulto te aburren y luego están las que te siguen sorprendiendo sin importar
la edad que tengas. En la primera categoría cabrían muchas de las secuelas de
los clásicos de Disney y en la segunda están las producciones de Ghibli, por
ejemplo. Klaus entra por la puerta grande en esta última categoría y estoy
seguro que a muchos de los niños que la vean ahora y que la vuelvan a ver
dentro de diez, quince o veinte años, les va a seguir gustando y le van a sacar
nuevas lecturas y pequeños detalles que se perdieron antes.
En definitiva, la primera película del español
Sergio Pablos es un éxito rotundo y una de las grandes sorpresas de este increíble
año 2019. Netflix suele ser bastante irregular con su producción cinematográfica,
algo lógico teniendo en cuenta la ingente cantidad de películas que distribuyen
cada año –sólo en 2018, estrenaron ochenta–, pero con Klaus se han coronado. El
mensaje reconciliador que lanza resulta muy necesario, ahora más que nunca.
Como diría César, el líder de los monos en la reciente trilogía de El planeta
de los simios: “Simios. Juntos. Fuertes”. Aunque esto parezca algo absurdamente
fácil de entender, la realidad demuestra lo contrario y cada día se reafirma la
triste realidad; es más fácil destruir que construir, dividir que unir,
enfrentar que reconciliar. Pablos ha hecho una película visualmente
impresionante, con algunos planos verdaderamente hermosos, y la ha acompañado
de una moraleja realmente conmovedora que hará las delicias de la familia al
completo.
9/10: REAPRENDIENDO A AMAR.
Buena crítica, la tengo desde hace días apuntada para ver cuando lleguen las fiestas, pinta muy bien.
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias por tu comentario! Me alegra que te haya gustado. Es una película perfecta para ver estas fiestas con la familia, seres queridos, etc. Saca una sonrisa y reconforta el corazón, algo que hace mucha falta en los tiempos que corren.
EliminarSaludos!