Crítica sin spoilers - Jojo Rabbit


Taika Waititi ha disfrutado de una carrera fulgurante en esta última década, destapándose ante la industria y ante los espectadores con el falso documental vampírico “Lo que hacemos en las sombras” (2014) y saltando definitivamente al estrellato con “Thor: Ragnarok” (2017), abriendo las puertas de Hollywood de par en par a este realizador de gusto tan particular como lo es su ascendencia maorí judía. Al cineasta neozelandés tan pronto lo vemos dirigiendo grandes producciones, como pequeños proyectos independientes y prueba de ello son sus dos próximos proyectos: una comedia dramática basada en hechos reales sobre el rugby samoano, que verá la luz este año 2020 y la secuela de Ragnarok, titulada Love and Thunder, que contará de nuevo con el respaldo del gran estudio Disney/Marvel y saldrá en 2021. Hoy toca discutir su lado más personal con su último y aclamado estreno, Jojo Rabbit, una propuesta atrevida que busca hacer comedia negra con uno de los capítulos más funestos de nuestra historia moderna: el nazismo. Por supuesto, Waititi se ocupa de la dirección, pero también del guion y de uno de los papeles más importantes del filme, encarnando al mismísimo Adolf Hitler. Acompañándole en esta loca aventura nazi, tenemos al debutante Roman Griffin Davis interpretando al niño protagonista, a Scarlett Johansson haciendo de su madre y a Sam Rockwell en un pequeño pero importante rol como capitán del ejército del Tercer Reich. En cuanto a la historia, Jojo Rabbit se ambienta en un pequeño pueblo de la campiña alemana, en los últimos impases de la II Guerra Mundial, cuando todo empezaba a desmoronarse para las potencias del Eje. Sin embargo, a Waititi no le interesa tanto la violencia de la guerra, como la lucha interna de un niño por madurar y aceptar la realidad de que se ha equivocado de bando.  


Si algo le queda claro al espectador tras ver Jojo Rabbit es que no es la típica película sobre el nazismo. Ya para empezar, los tráilers anticipaban una estética colorida, personajes alegres y una curiosa reinterpretación de la famosa canción de Bowie “Heroes” en un perfecto alemán. Si a esa mezcla le sumas la historia de un niño de las juventudes hitlerianas que siente a Adolfo como un amigo imaginario, te sale un cóctel ciertamente único. Si algo no se le puede achacar al neozelandés es su capacidad de inventiva, de conjugar distintos medios y fuentes de inspiración para crear una obra que sea inequívocamente suya. El guion, basado en una novela dramática de Christine Leunens, es una adaptación rompedora que subvierte las expectativas de todos los que esperasen un drama lacrimógeno. Comedia negra, sátira y mucho corazón es lo que encontramos leyendo entre las líneas de su guion y eso convierte a Jojo Rabbit en una película para toda la familia; porque Waititi no pretende horrorizar ni dramatizar, sino acercar a los más jóvenes un tema que parecía reservado para los adultos. Estamos ante una película que disfraza el brócoli o las acelgas como si fuera una rica hamburguesa para los niños, fácil de comer y de digerir. 


Aunque su objetivo es muy loable y aprecio mucho el intento de tratar de forma "ligera" un tema tan serio como este, el problema de Jojo Rabbit es que no está muy segura de lo que quiere ser. Por un lado, busca satirizar el nazismo, pero a la vez, también pretende atraer a todos los públicos a la sala y claro estas dos cosas entran en directa contradicción; por otro lado, Waititi quiere dejar poso en el espectador, suscitando en él una muy necesaria reflexión acerca de los sentimientos, de cómo estos fluctúan y van amoldándonos como personas, pero no termina de profundizar en él. Esta combinación entre comedia negra, surrealismo y drama moralizador contrasta con una patina de condescendencia que busca dulcificar el producto final, pero que en realidad acaba hiriéndolo. ¿Por qué? Pues porque lo desprovee de sus armas más punzantes, le quita todo lo mordaz y deja lo inocuo. No se puede hacer humor ácido para toda la familia. Detrás de su original premisa, se esconde una ausencia de atrevimiento para llegar a los límites del humor y cruzarlos sin miedo al qué dirán. Dicho esto, cada uno es libre de decidir si el intercambio mereció la pena: probablemente a una madre o a un padre que lleve a sus hijos a verla le encante la propuesta y seguramente ocurra todo lo contrario con alguien, como yo, que esperaba algo más arriesgado.

En otros aspectos, como el interpretativo o el diseño de producción, Jojo Rabbit aprueba con nota. Scarlett Johansson y Taika Waititi son el ying y el yang para nuestro joven protagonista, interpretado con soltura y desparpajo por Griffin Davis; además, secundarios como Sam Rockwell, Thomasin McKenzie (Elsa) o Archie Yates (Yorki) aportan todo el carisma y el corazón que la película requería. También cabe destacar su diseño de producción, tanto del interior de la casa de Jojo como de la recreación de la Alemania nazi, representada en ese pequeño pueblo lleno de propaganda del “Führer”.


Por su parte, la fotografía y la BSO juegan un papel crucial a la hora de darle a la película ese carácter suave y tierno que Waititi busca. La música orquestada por Michael Giacchino está muy afinada y los temas principales, como la versión de “Heroes” que mencionaba antes, funcionan a las mil maravillas con su espíritu pop y colorido. Y hablando de colores, el cine nos ha acostumbrado tanto a asociar tonos grises y deprimentes con la guerra, que el contraste alegre y lleno de luz que Waititi le imprime a su obra resulta refrescante y juguetón.

En conclusión, Jojo Rabbit será tan subjetiva a ojos del espectador como lo es la comedia a nuestros oídos. Creo que el disfrute de esta obra está, en buena parte, sujeto a las expectativas con las que uno entre en la sala; al ser una película tan distinta a las demás, mezclando tantos géneros e inspiraciones varias, habrá muchos a los que les maraville y otros tantos a los que decepcione...y sorpresa, nadie está equivocado. Yo me encuentro en este segundo grupo, ya que su indecisión en los momentos clave hacen que la vea como una oportunidad perdida de agitar el árbol de la corrección. Al final, pese a sus muchas virtudes, la historia que cuenta Waititi se me queda a medias entre un híbrido de La vida es bella, El niño con el pijama de rayas y un toque surrealista, que elige el dulce camino de la aprobación en lugar de adentrarse en el oscuro e igualmente divertido terreno de lo tabú; ambos tan respetables como antitéticos. La elección es vuestra.


6,5/10: COMO SUPERAR LA EDAD DEL PAVO NACIONALSOCIALISTA, POR WAITITI.

1 comentario:

  1. La sátira en una película atada a un mensaje antibélico. JoJo Rabbit representa la pérdida de la inocencia en un mundo caracterizado por su brutalidad. Asimismo, tiene en su haber un mensaje esperanzador sobre que es posible vencer al fanatismo en su máxima expresión y al odio.

    Por otra parte, la película de marras nos ofrece un discurso fundamental contra los horrores del racismo y el totalitarismo. Una historia contra el odio y el precio de la libertad.

    Un saludo y buena crítica.

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