Las mejores películas (para mí) de 2020

Parece que el destino o la fortuna ha tenido a bien echarme un capote para encubrir mi habitual tardanza a la hora de elaborar listas. Por esta razón y coincidiendo con la llegada del nuevo año chino el pasado 12 de febrero, año en el que despedimos a la pérfida rata para darle la bienvenida al buey –veremos si viene o no con mala leche–, me aventuro a dar mis diez películas favoritas del 2020.

En términos estrictamente cinematográficos, 2020 ha sido un año de luces y sombras. Por un lado, la pandemia ha acelerado un cambio de paradigma en la forma en la que consumimos cine. La encarnizada lucha que mantuvieron las plataformas de streaming y las salas de cine, se saldó con una dura derrota para los exhibidores, que miran al futuro con incertidumbre y desasosiego.


Por otro lado, sería injusto negar la calidad de muchas de las películas estrenadas, solo por la excepcionalidad de las circunstancias. Lo cierto es que 2020 nos ha dejado una gran variedad de títulos, de géneros muy distintos y nos ha recordado que, cuando peor están las cosas, aún podemos confiar en nuestro viejo amigo el cine para evadirnos de la abrumadora realidad. 

Sin más, arrancamos este top películas del 2020 que tanto se ha hecho de rogar. Para hacer la lista aún más variada y puesto que a mí aún me quedan algunas películas por ver, os invito a dejar vuestras favoritas del año. ¡Siempre es un placer leeros! 

10. Impetigore

Para algunos, el cine indonesio lleva años siendo una realidad. Para otros, lo será después de ver esta pequeña gran joya de terror, firmada por una de sus estrellas rutilantes, Joko Anwar. 

La historia nos traslada a una aldea en el corazón de la selva de Indonesia, a la que una joven y su amiga deberán viajar para descubrir una herencia familiar perdida. Sin embargo, el pueblo y sus gentes guardan un oscuro secreto. 


Impetigore es una potente mezcla de terror folclórico y sobrenatural disfrazada de drama familiar. Con un ritmo pausado, pero que deja poso en el espectador, Anwar maneja el misterio y la tensión como un maestro y aunque le falte algo de madurez a la hora de rematar su película, cumple sobradamente con las expectativas.

La película se apoya en una buena fotografía, ambientación e interpretaciones para enganchar al espectador y luego sorprenderlo con una generosa dosis de gore que satisfará al aficionado, sin descuidar por ello la trama. Impetigore es una cinta de terror muy equilibrada y a ello se debe el buen hacer de Joko Anwar, quien maneja los códigos del género a la perfección.

Con esta obra, el realizador y guionista da un paso adelante en su carrera, a la vez que establece su país como una de las grandes productoras de cine de género del continente. Si no sabéis ubicar Indonesia en el mapa, ya podéis ir buscándolo, porque va a dar mucho que hablar en los años venideros.

9. Otra ronda

Si la primera colaboración entre Thomas Vinterberg y Mads Mikkelsen, allá por 2012, ya era indicativa de su potencial artístico, Otra ronda lo confirma.
 
Como el propio título indica, la historia aborda el grave problema de alcoholismo del que adolece la sociedad danesa. Para ello, nos presenta a un grupo de cuatro profesores de instituto que, hartos de ataduras y responsabilidades, se agarran a la bebida como un náufrago a la deriva.  Lo que empieza como una investigación sobre los efectos positivos del alcohol para desinhibir el comportamiento humano, resulta en una adicción que no sabrán –ni querrán– frenar. 


Detrás de este íntimo relato sobre la crisis de la mediana edad, brillantemente narrado por Vinterberg e interpretado por Mikkelsen y compañía, se esconde una crítica mordaz al modelo de vida occidental. 

Tanto los protagonistas como los personajes que les rodean, viven atrapados por una serie de reglas y tabúes, a menudo autoimpuestos, que no les deja respirar. La infelicidad acumulada lleva a la frustración y esta, a cambio, nos empuja al borde del abismo; algunos se libran de caer en él, pero otros no viven para contarlo.  

Con gran empatía y fuerza dramática, Otra ronda nos muestra ambos lados de la moneda, confluyendo en un mensaje que aboga por una reinterpretación de las normas sociales contemporáneas. Porque los extremos jamás nos han llevado a nada bueno. 
 
8. Saint Maud

Este inquietante drama psicológico, escrito y dirigido por la debutante Rose Glass, fue una de las mayores sorpresas de 2020. Un estudio de personaje profundamente sugestivo que, en apenas hora y media, logra introducirnos en la perturbada mente de su protagonista, hasta el punto de hacernos sufrir por ella.

Maud es una joven enfermera de carácter retraído, que se refugia en la fe cristiana para huir de su trágico pasado. No obstante, su alterado estado psíquico, el cual deteriora aceleradamente, la lleva por oscuros caminos de sufrimiento y delirios que transforman su fe en algo mucho más peligroso para ella y para el resto.


Os invito a leer la crítica sin spoilers que le dediqué a Saint Maud. En ella destaco los aspectos que para mí hacen de esta una gran obra, empezando por el talento y el arrojo que demuestran tener tanto la directora como la protagonista, dos perfectas desconocidas con una carta de presentación inmejorable. 

La sordidez de su puesta en escena y su fotografía, la cual se recrea constantemente en la penumbra de unos ambientes malsanos, hacen de Saint Maud una película asfixiante, sobrecogedora y absorbente, que hará sufrir al espectador más experimentado. 

7. Diamantes en bruto

Adam Sandler era una caricatura de sí mismo antes de que los hermanos Safdie contasen con él para su nuevo y adrenalínico thriller. Los resultados no tardaron en llegar: una gran película con una interpretación más que digna del actor cómico que le sirve como bálsamo para reivindicarse entre los círculos cinéfilos.

Temáticamente, Diamantes en bruto comparte similitudes con Good Time, su anterior trabajo. En él ya dejaban entrever su particular gusto por los mundillos callejeros y los personajes de dudosa honradez. Su última obra lleva estos conceptos a otro nivel, elaborando una historia plagada de situaciones inverosímiles –como si de absurdos y a menudo hilarantes sketches se tratasen– y problemas que nuestro protagonista, un lenguaraz joyero neoyorquino, tendrá que resolver a contrarreloj.


La cinta, de alrededor de dos horas de duración, jamás se vuelve tediosa ni repetitiva; más bien lo contrario. En su frenetismo encuentra su virtud: cuánto más loca se vuelve, mejor se lo pasa el espectador. El caótico ambiente que crean los Safdie ayuda a ello, lo cual dice mucho del manejo de la cámara de estos jóvenes y prometedores realizadores.

En el terreno interpretativo, cabe destacar a la exuberante Julia Fox. La actriz italo-americana seduce a la cámara con sus vertiginosas curvas y su increíble magnetismo, erigiéndose como una estrella en ciernes, cuya carrera habrá que seguir muy de cerca.

Por su parte, el elenco de personajes y sus respectivas tramas se entrelazan en una madeja de diversión desenfrenada. Un placer para los sentidos que, por momentos, puede resultar abrumador. Pese a ello, la sensación de estar presenciando el nacimiento de dos nuevos y brillantes diamantes como los Safdie, hace de esta experiencia una cita obligada para todos los aficionados al cine más gamberro.

6. Sound of Metal

A juzgar por lo que va de lista, 2020 se antoja como un año de grandes revelaciones y renovaciones cinematográficas. Si ya hablamos de Rose Glass y de los Safdie, ahora le llega el turno a Darius Marder, otro director debutante que sorprende a propios y extraños con Sound of Metal, un drama con un mensaje atronador.

La película cuenta la historia de Ruben, un joven batería de un dúo musical que pierde repentinamente la audición. Cargando con el shock y la frustración viendo cómo su carrera se va por el retrete, Ruben tendrá que aprender a vivir con una condición olvidada por la sociedad. 


El cine independiente americano a menudo se caracteriza por su esnobismo y complacencia. Una anemia artística que adolece de pedantería y academicismo mal entendido. Pero, ocasionalmente, surgen brotes verdes, como el que aquí nos incumbe. 

Sound of Metal es, ante todo, un canto a la vida en sus múltiples formas y facetas. Es una obra difícil de digerir en sus primeros compases, no huye de la dureza del relato, aunque tampoco se recrea excesivamente en ella, pero sabe profundizar lo suficiente para ver más allá del trauma que significa perder la audición. 

Marder y su equipo hacen un trabajo brillante a la hora de hacerle sentir al espectador la angustia que Ruben siente a cada instante. Con un uso magnífico del sonido y una cámara cercana que busca meternos en la cabeza del protagonista, Sound of Metal es una de las películas más efectivas del año.


Por su parte, todas las actuaciones rinden a muy buen nivel, destacando las de Riz Ahmed y Paul Raci, este último en un papel secundario corto, pero intenso. De lo mejor del año en términos de impacto por minutos en pantalla. 

Si tuviera que ponerle un pero, este sería su último acto, el cual pierde fuelle y no está a la altura de los dos primeros. Pese a todo, Sound of Metal levanta el vuelo con un final redondo y lleno de optimismo, ganándose por derecho propio entrar en esta lista.

5.  1917

Cuando Sam Mendes estrena una película, genera un tsunami de expectación entre los amantes del cine. El británico es una de las figuras más sugerentes del panorama cinematográfico actual y con su última obra bélica, titulada simplemente 1917, vuelve a demostrar una vez más porqué está entre los mejores. 

Originalmente estrenada en 2019, no llegó a las salas españolas hasta principios de 2020, razón por la cual entra en esta lista. 

Lo primero que nos viene a la cabeza al hablar de este título, es, por supuesto, el método de filmación empleado. La acción, que transcurre en un lugar y un espacio de tiempo muy definidos, invita al cineasta más experto a hacer diabluras…y vaya si las hizo. Después de colaborar en Skyfall (2012), Mendes y Deakins vuelven a unir fuerzas para realizar uno de los planos secuencia más espectaculares que un servidor haya visto en la gran pantalla.


Claro que, como es habitual en el cine, esto no es más que una ilusión. En realidad, 1917 fue rodada en más de 60 escenas distintas, de las cuales la más larga dura siete minutos. Pero esto no quita ni un ápice de valor al enorme trabajo de planificación e ingenio llevado a cabo por el equipo de producción, más bien lo ensalza. Solo hay que ver alguno de los múltiples “making-of” para darse cuenta de la enorme hazaña que alcanzaron.

No obstante, etiquetar a 1917 como un mero trucaje audiovisual destinado al público más impresionable, sería un craso error. Mendes parte de una premisa sencilla –algunas de las grandes películas de la historia lo han hecho– para entregarnos un ejercicio de puro cine. Con los diálogos justos y escasas concesiones al dramatismo, 1917 es puro nervio. Nervio bélico. 

En los últimos años, pocas películas del género me han metido tanto en la acción como esta. Tuve el corazón en un puño durante las dos horas de metraje, pero para mi sorpresa, no noté la fatiga hasta que salieron los créditos finales. Su ritmo está tan logrado, tan cuidadosamente medido y dosificado, que ni siquiera pensé en lo mal que lo estaba pasando. Solo estábamos los soldados, yo y la misión. Cuando una película logra transportarte de esa manera, solo queda quitarse el sombrero y aplaudir a esos maestros llamados Sam Mendes y Roger Deakins.

4. Soul

Raro es el año en el que una película de Pixar no entre en lo mejor del año. El estudio encargado de obras maestras como la trilogía de Toy Story, Buscando a Nemo o Wall-e, llega Soul, una obra madura emocional y narrativamente, que busca –y consigue– hacer reflexionar al público adulto y fascinar al infantil.Estamos seguramente ante la obra más compleja del estudio hasta la fecha, lo cual ya es un riesgo de por sí. 

Lo que más me gusta de Soul es lo comprometida que está con su mensaje. Lo más fácil hubiese sido sacar un producto conservador, con chistes dirigidos a los más pequeños de la casa y una trama sencilla con final feliz asegurado. Desde luego nadie podría echárselo en cara ya que, si alguien ha apostado todos estos años por el cine infantil de calidad, han sido ellos. 


Afortunadamente, Pixar no ha llegado a la cumbre de la animación precisamente por ser acomodaticia. Soul es una muestra más del maravilloso crecimiento del estudio. Una obra etérea, abstracta y onírica, muy plástica e imaginativa, que pone de manifiesto el talento que atesora su equipo artístico, desde los guionistas hasta los animadores, pasando por todo el departamento de innovación el cual, en esta película más que en ninguna otra, tuvo que superarse a sí mismo.

Visualmente, pocas cintas pueden competir con Soul. Pixar no busca una animación detallada, sino amoldar los diferentes estilos artísticos a la personalidad, estado anímico y espacio-tiempo en el que se desarrolla la acción. Todo persigue un mismo objetivo: construir un mundo fantástico que se sienta vivo y real. 

Un claro ejemplo son los llamados “consejeros”, unos entes amorfos que conforman el Universo y que están representados a modo de líneas móviles. Otro gran ejemplo serían las almas o el propio mundo que habitan, conocido como el “Más allá” y que nos traslada a una especie de ensoñación. 


Mención aparte para la inmensa banda sonora de Trent Reznor, Atticus Ross y Jon Batiste, donde el jazz cobra tanto protagonismo que casi se puede decir que es un personaje en sí mismo. Sin duda, la mejor composición musical del año.

Si Soul no entra entre las tres primeras, se debe únicamente a que la emoción del relato se ve en ocasiones mermada por los grandes conceptos metafísicos que introduce al espectador. Dicho de otra manera, a diferencia de Coco o Del revés, Soul no logró conmoverme tanto como sí logró fascinarme por su riqueza intelectual.

3. Possessor 

Lo último de Brandon Cronenberg se lleva una merecida medalla de bronce. Possessor bebe de la fuente de la nueva carne, anunciando la continuación de su legado y dejando claro que al género aún le queda cuerda para rato.

Por separado, el cine de terror y el de ciencia ficción han sido constantemente menospreciados por algunos círculos cinéfilos; son como dos patitos feos, una pareja de ovejas negras a las que (casi) nadie quiere echar una mano, mucho menos entregarle premios –no vaya a ser que empiecen a creerse alguien–. 

Quizá se deba en parte a este ninguneo, que la haya subido hasta la tercera posición de mi lista. Pero no se equivoquen, esto no es un premio por misericordia, ni muchísimo menos, ya que Possessor derrocha personalidad. 


Una película oscura y perturbadora, pero increíblemente seductora y magnética, gracias sobretodo a una elegante fotografía y unas sólidas interpretaciones. Si ya en su ópera prima traslucieron las inquietudes del autor canadiense, Possessor las toma de referencia y las lleva a nuevas y espeluznantes cotas. 

Por supuesto que no será un título para todo el mundo, eso está claro, pero dentro de su nicho resultará familiar y a la vez sorprendentemente fresca. Brandon toma ideas previamente exploradas en el género y las lleva a su terreno. Como ya expuse en la crítica sin spoilers, estamos ante una verdadera continuación de esa perversa filosofía del hombre-máquina, apadrinada en el cine por David Cronenberg y que tantos adeptos ganó en los años 80 y 90. Títulos como Scanners (1981) Videodrome (1983), Crash (1996) o eXistenZ (1999) caben, de una u otra forma, en el enfermizo cuerpo de Possessor.


Brandon Cronenberg nos muestra una ciencia al servicio del mal, pervertida y adulterada con fines espurios, la cual, combinada a la despersonalización del individuo y su creciente paranoia, nos lleva a una pesadilla futurista de consecuencias imprevisibles. Es una visión ciertamente fatalista, incluso retorcida, pero no imposible de creer; Brandon tiende paralelismos con nuestra sociedad y su funcionamiento, lo cual la hace aún más inquietante. Al fin y al cabo, hoy en día ya experimentamos, aunque sea parcialmente, cierta esclavitud a la tecnología. 

Lo que hace de Possessor una película profundamente sugestiva, es que lo que muestra no deja de ser un escenario plausible, con verdaderos problemas humanos que pueden ser extrapolados a la realidad más actual. Sí, no hemos llegado a ese punto aún, pero ¿acaso el cine no juega dentro de ese terreno ambiguo entre lo posible y lo increíble? 

2. Mank

Después de seis años y varios proyectos malogrados, David Fincher regresa al cine con la que seguramente sea su obra más personal. Basada en un guion escrito por su padre, Jack, la historia de Mank se desmarca de sus habituales escarceos criminales, para adentrarse en el hermético y siempre excesivo mundo de Hollywood.

Narrada a modo de flashbacks, este sentido homenaje a la frecuentemente vilipendiada figura del guionista, fue uno de los momentos cumbre del año pasado. Soy consciente de que no es la película más accesible o entretenida, puede que ni siquiera sea la más fascinante del año y sé que más de uno y de dos se aburrieron soberanamente viéndola, pero yo no pude resistirme a su encanto. 


Si os digo el nombre Herman Mankiewicz, probablemente no os suene de nada –algunos quizá adivinen su parentesco con el famoso cineasta–. De igual forma, si hablo de Jack Fincher, tampoco lo ubicaríais…ni yo tampoco, hasta que su hijo decidió rendirle este tributo y en su empeño, acabó haciéndolo a todo el gremio de guionistas.

Y es que detrás de esta elegante y poética obra, se halla un escritor, un juntaletras que, igual que un alfarero, moldea la historia que luego será llevada con bombo y platillo a la gran pantalla –o a la pequeña, en este caso–. La verdadera magia de esta película radica en que, primero, llama la atención por su cautivadora puesta en escena e interpretación de Gary Oldman, pero acaba atrapándonos por esos pequeños momentos de cine, esos diálogos punzantes y personajes de distinto pelaje, que Jack elabora con tanto mimo y respeto hacia los clásicos.


Igual que le ocurriese a Herman tras elaborar el guion de Ciudadano Kane, punto de partida y macguffin de esta increíble, pero cierta historia, las miradas siempre tienden al realizador y a las estrellas protagonistas. Oséase, a David Fincher y a Gary Oldman, los cuales, dicho sea de paso, nos brindan un trabajo que roza la perfección. 

Sin embargo, lo que distingue a este de otros títulos es que ambas estrellas supeditan su propio éxito al del material con el que trabajan. En una época donde el guion pierde cada vez más protagonismo, Oldman y Fincher recuperan su esencia, no solo ensalzándolo, sino reverenciándolo. Postrándose ante él. Por esta razón caí rendido a los encantos de Mank y por eso creo que, con los años, será recordada como una magnífica rara avis, libre e inclasificable que, igual que un mirlo blanco, destaca en una industria a menudo dominada por el egocentrismo y la megalomanía.

1. El padre

El film que más me ha emocionado. El que más me ha impactado y el que considero rinde a un nivel superior al resto. El debut en la dirección del dramaturgo francés Florian Zeller no podría haber sido mejor. Adaptando su propia obra, el realizador cuaja una película soberbia, madura y demoledora como ninguna otra este año.

La historia nos presenta a Anthony, un obstinado y jovial octogenario que, en su soledad, rechaza todas las cuidadoras que su hija, Anne, intenta contratar para ayudarlo en el día a día.
 

Por un lado, ella está desesperada, viendo cómo su padre se niega a recibir ayuda, mientras su estado mental empeora; por otro, Anthony desea aferrarse a esa pizca de independencia que representa para él su querido apartamento, lugar donde guarda tantas vivencias. Es entonces cuando surge un choque entre ellos, pero también en sus adentros, ya que ambos cargan con una pesada carga emocional: ella mirando con pesar hacia el futuro y él mirando con nostalgia hacia ese pasado que tanto anhela.


Cuando vi El padre supe que estaba ante una de las mejores producciones del año. Salí con un nudo en la garganta, conmovido y devastado por la historia que acababa de ver y la forma en la que Zeller la había narrado. El padre es un drama intimista, una obra de teatro maravillosamente trasladada a la gran pantalla.
 

Con un dinamismo y una chispa inusitada, la cinta navega entre diversos tonos que van del humor al llanto, con pasajes incluso de misterio y suspense. Aunque, a priori, pudiese parecer una obra fría y contemplativa, nada más lejos de la realidad y a ello contribuye, en gran medida, un espléndido Anthony Hopkins.

El laureado actor británico, conocido por dar vida al maquiavélico y calculador Hannibal Lecter, imparte una nueva “masterclass” de interpretación. Nadie va a descubrir ahora el talento de Anthony Hopkins, aunque esta quizá sea la última oportunidad de verlo en todo su esplendor, razón por la cual cobra aún más importancia.


En el papel de Anthony, Hopkins muestra nuevamente su gran rango interpretativo. Se le ve vigoroso, locuaz, sonriente, pero también afligido, frustrado, perdido…y todos estos cambios anímicos ocurren en un abrir y cerrar de ojos. Su retrato de un anciano debilitado por la enfermedad atraviesa el corazón del espectador, desnuda su alma y lo empuja a las lágrimas. Ante una interpretación de ese calibre, solo queda ponerse en pie y aplaudir incansablemente.

Pero es que el resto de la película tampoco se queda atrás. Por un lado, la actuación de Olivia Colman y en menor medida, las de Olivia Williams, Rufus Sewell o Imogen Poots ensalzan aún más el despliegue interpretativo de Hopkins. Por otro, su faceta técnica es de auténtico escándalo. La sobria puesta en escena y fotografía contrastan maravillosamente con un montaje que encuentra un orden en el caos, para transmitir la enfermedad del Alzheimer de forma contundente, a la par que brillante. Al igual que ocurría en Sound of Metal, El padre utiliza todos los recursos a su disposición para retratar la enfermedad con una autenticidad devastadora.

Podría hablar largo y tendido de esta maravillosa obra, que tan de actualidad está después de vivir una pandemia que ha afectado especialmente a nuestros mayores. Solo puedo decir que sentí a los personajes de Anthony y de Anne, así como sus tribulaciones, tan de cerca, que un pedazo mío se quedó sin aliento cuando salieron los créditos finales, pensando en la grandeza del cine.

2 comentarios:

  1. Gran lista!!! No la she visto todas, pero mi pripridad es EL PADRE. Para mí, este actor ya es siempre una garantía... pero cuando tod@s coincidis en lo buena q es: tengo ganas de ver CINE, en mayúsculas, y esta lo es seguro. Saludos y gracias!!

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  2. Gracias por leerme y comentar aquí en el blog!! Cuándo tantos alabamos El padre, no creo que sea por casualidad. La película se merece todo lo bueno que reciba. Es conmovedora como pocas y además, tienes a un Anthony Hopkins dándolo todo. Saludos y cuidado con el xenomorfo!! xDD

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