Crítica sin spoilers - Nomadland

La tercera película de la realizadora china Chloé Zhao está en boca de todos tras su incontestable victoria en los Globos de Oro, donde se llevó el premio a mejor película y dirección. Además, su inminente llegada a la plataforma Disney+ le otorga aún más protagonismo, dándole un último empujón en la carrera por los Oscar. 


En esencia, Nomadland es un drama de carácter documentalista y espíritu independiente, diseñado con la temporada de premios en mente. Con su anterior trabajo, The Rider, Zhao ya mostró algunas de sus cartas, pero es aquí donde lleva la mano ganadora y lo hace por una razón con nombres y apellidos: Frances McDormand.

La actriz norteamericana, que obtuvo su segundo Oscar por Tres anuncios en las afueras, se ha ganado el beneplácito de la Academia, convirtiéndose en un valor seguro para todos aquellos deseosos de cosechar premios. En Nomadland, McDormand repite en gran medida el mismo papel que la encumbró en 2017, con la única diferencia de que en esta ocasión no hay una historia al uso. 


Fern (McDormand), una mujer viuda de mediana edad, lo pierde todo a raíz de la Gran Recesión del 2008. Sin un lugar al que llamar hogar, decide echarse a la carretera en una vieja y descolorida caravana, con poco más que un puñado de baratijas, algo de dinero y los recuerdos de una vida mejor.

El argumento se sustenta en una premisa sencilla y sin apenas desarrollo a lo largo del filme, en la que más que una historia, se antoja como una crónica del modo de vida nómada, contado a través de sus protagonistas. El telón de fondo de la crisis económica no es más que una excusa, tan buena como cualquier otra, para mostrarnos la fauna más excluida de la sociedad americana.

Nomadland es una experiencia más sensorial que narrativa. Una película que se esfuerza en perseguir la imagen perfecta, buscando en ese efímero fotograma la magia de la que carece su guion. Zhao demuestra grandes dotes para atrapar la cotidianidad con el objetivo de la cámara, pero no logra alcanzar un equilibrio razonable entre realidad y ficción.


El resultado es una amalgama entre el cine de autor más extremo y la autocomplacencia de una directora que, ante la duda, recurre a la siempre agradecida figura de McDormand para sacarle brillo al conjunto.

La disyuntiva surge cuando la directora ha de elegir entre poner de relieve los casos de nómadas reales, tales como Linda May y Bob Wells, o sobre la gran e indiscutible estrella hollywoodiense. Al final, lo que queda es una obra irregular, tediosa e inconexa, con un hilo conductor poderoso en lo visual, pero cojo en lo dramático.

Este hilo conductor no es otro que la vida de Fern en la carretera, viéndola vagar sin rumbo alguno por los rincones más inhóspitos de los Estados Unidos. Parajes olvidados por el tiempo, igual que los personajes que entran y salen de la pantalla. Personajes reales, en su mayoría, que se acercan a nuestra protagonista –y por extensión, a nosotros los espectadores– para contarle su trágico pasado, mientras comparten el fuego de una hoguera o el humo de un cigarro. Todo ello narrado con un ritmo lánguido y desangelado, que parece presagiar el destino de estas víctimas del neocapitalismo.


Hay en Nomadland momentos de gran intimidad y verdad, que revelan la película que podría haber sido, pero estos resultan demasiado intermitentes como para vencer el tedio. Chloé Zhao compone un relato de conversaciones fugaces –algunas de ellas poderosas– intercaladas con escenas contemplativas, un patrón constante y repetitivo que frena el ritmo y levanta ampollas en el espectador. 

Por su parte, Frances McDormand es a la vez el mayor reclamo y lastre de la película; no por culpa suya, sino de la visión de la directora. Con un look y unas expresiones similares a las vistas en Tres anuncios en las afueras, McDormand pone su talento interpretativo al servicio de un personaje pétreo, inaccesible, de carácter esquivo y parco en palabras. El guion parece más interesado en conocer a los secundarios que a la propia Fern, lo cual, teniendo en cuenta el tiempo que el espectador pasará con ella, la convierte en una compañera de fatigas poco carismática.

A pesar de todo, McDormand cumple con creces, integrándose a las mil maravillas dentro de la comunidad nómada y brindándonos una actuación sobria, reflexiva y llena de matices, en la que alcanzamos a vislumbrar una pizca de esa emoción que le falta a la historia.


Pero el resto del elenco brilla aún más si cabe y esto no es casualidad, ya que muchos de ellos son nómadas en la vida real. Gente como Linda May, Charlene Swankie o el gurú de la vida en caravana, Bob Wells, se interpretan a sí mismos, confiriéndole a la cinta ese tono documentalista del que hablaba al principio. 

Es en estos momentos de pura autenticidad que más brilla Nomadland y es cuando adquiere una personalidad propia y poderosa, aunque el hechizo no tarda en romperse, entrando en una especie de crisis de identidad. ¿Qué quiere a ser? ¿Documental o película?

Donde sí que no genera dudas es en su apartado técnico, tanto en la fotografía y la banda sonora, como en el extraordinario trabajo de locaciones. La película fue filmada en ubicaciones reales en cinco estados distintos (Arizona, California, Nebraska, Nevada y Dakota del Sur), una extraordinaria labor que se plasma en pantalla, dejándonos postales para el recuerdo. 

Todo lo referente a lo audiovisual es de una plasticidad y una elocuencia apabullantes. La música del compositor italiano Ludovico Einaudi, los hermosos paisajes que inmortaliza Joshua James Richards –pareja y colaborador asiduo de Chloé Zhao– y el montaje ayudan a crear una experiencia casi mística, llena de sensibilidad y buen gusto.


Desgraciadamente, el conjunto es menor que la suma de sus partes y esto se debe al trabajo de Chloé Zhao. El conflicto que surge entre su tendencia hacia el hiperrealismo y la ficción dramática que requiere el cine, ya se dejaba ver en The Rider, pero en aquella al menos había una historia, un viaje, al que el público podía asirse; algo que en Nomadland simplemente no existe. No hay desarrollo ni catarsis alguna para el personaje de Fern. Tan solo una concatenación de escenas sin apenas contexto ni tensión dramática. 

Siento que a Nomadland, igual que a su protagonista, le falta un propósito de ser, algo que mueva la historia hacia delante, un mensaje que el espectador pueda guardar una vez finalizada. Muy a nuestro pesar, la búsqueda de Zhao por alcanzar una mayor realidad mundana acaba aplastando cualquier aspiración que tuviese como película.


En definitiva, Nomadland complacerá a los amantes del nuevo cine de autor norteamericano, tan influenciado por figuras como Terrence Malick o Wong Kar-wai, en el caso de esta directora. Un cine altamente academicista, volcado en lo sensorial y estético, que persigue la complicidad de los autoproclamados “entendidos del cine” para elaborar un complejo entramado de simbolismos y significados ocultos, que intuyen mucho, pero dicen poco.

No es una película fallida, pero tampoco es todo lo emocionante que podría (y debería) haber sido. Si vais a verla esperando encontrar una epifanía, una profunda y reflexiva obra que te afecte emocionalmente o te desafíe intelectualmente, esta no es tu película. Es demasiado fría, hierática y errática en su contenido; su carácter libre y naturista contradice los cánones cinematográficos a los que se encadena innecesariamente. 


Si, por el contrario, te encantan las experiencias pausadas, sin apenas conflictos ni sorpresas, tan solo una cámara siguiendo de cerca el día a día más mundano y convencional de una actriz convertida en nómada, entonces quizá y solo quizá, encuentres en Nomadland un refrescante alto en tu camino cinéfilo.

6/10: UN DESVÍO LENTO PERO SEGURO.

5 comentarios:

  1. Ay, tenía muchas ganas de verla pero a la vez me daba la sensación que iba a ser más académica que otra cosa; la veré, no lo dudes, pero tendré que bajar ooootro peldaño el listón.
    Buena crítica y, como siempre, excelente trabajo. Mi enhorabuena.

    ResponderEliminar
  2. Yo te recomiendo que hagas eso, moderar tus expectativas. Ya sabes a lo que te enfrentas xDD Una película muy pausada y contemplativa, donde la rutina es el epicentro de esta historia. Está trufada con algún relato impactante de nómadas reales, pero al contar con una protagonista tan reservada y distante, acabó sacándome de la película. Tampoco esperes que el final te deje boquiabierto ni mucho menos. Es todo muy cotidiano.

    ResponderEliminar
  3. Está interesante. Visualmente es muy bonita, entre película y documental. Pero el fin no queda claro. Parecía una elección individual, pero no lo era. Creo que me falta contexto para entenderla del todo. El año pasado me compré el libro, aunque no lo he leído. La parte social queda casi invisible y los traumas, yo creo que no están bien reflejados. Se nota que lo ha rodado una persona joven, más esperanzada. 🤷🏻‍♀️. Pero, vale la pena. Y unos manzanillas después, también 😉.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Gracias por leerla y comentar en el blog! Coincido contigo en que los traumas de los personajes no están bien retratados. Pasa por ellos de puntillas y al final se queda en tierra de nadie entre documental y cine social. Una pena porque podía haber dado más de sí esta historia.

      Eliminar
  4. Está interesante. Visualmente es muy bonita, entre película y documental. Pero el fin no queda claro. Parecía una elección individual, pero no lo era. Creo que me falta contexto para entenderla del todo. El año pasado me compré el libro, aunque no lo he leído. La parte social queda casi invisible y los traumas, yo creo que no están bien reflejados. Se nota que lo ha rodado una persona joven, más esperanzada. 🤷🏻‍♀️. Pero, vale la pena. Y unos manzanillas después, también 😉.

    ResponderEliminar