Crítica sin spoilers - Malcolm & Marie

Una joven y exitosa pareja regresa a su lujosa casa tras asistir a una premiere de la película dirigida por él. Mientras esperan impacientes a que salgan las primeras críticas, ambos se enzarzan en una acalorada discusión que pondrá a prueba su relación. 


Tras el éxito televisivo de Euphoria, el hijo del aclamado realizador Barry Levinson, Sam, dirige su tercer largometraje. Apadrinada por Netflix, plataforma que adquirió los derechos de distribución por nada más y nada menos que $30 millones, Malcolm & Marie busca rescatar la mejor tradición del teatro filmado, reuniendo a dos actores en liza como John David Washington y Zendaya y mezclando el espíritu transgresor de John Cassavetes, con la trágica mirada de Kazan o Nichols y los dilemas del amor y de la vida de Ingmar Bergman. 

Lamentablemente, todo lo que tiene de referente, lo tiene de superfluo. En el mejor de los casos, estamos ante una imitación, a ratos llamativa, del cine de estos maestros; en el peor, ante un insoportable pastiche de gritos, movimientos de cámara fatigosos y diálogos pomposos escritos por alguien que necesita reafirmarse constantemente.


Levinson saca su vena más autoindulgente con una historia donde los personajes no son más que tristes guiñoles. Las interminables conversaciones que mantienen no se deben tanto a un choque de personalidades, sino más bien al debate que el director mantiene consigo mismo. 

¿Quiénes son Malcolm y Marie? ¿Por qué deberían de importarnos? La cinta fue rodada íntegramente en tiempos del Covid y ese aislamiento se traduce en una narración insulsa y repetitiva, que recurre demasiado a ataques emocionales furibundos para intentar enganchar al espectador. 

Discusión. Reconciliación. Y vuelta a empezar. La estructura del guion es siempre la misma; un bucle interminable de reproches, alaridos y sobreactuaciones que acaban agotando la paciencia del espectador. 


En sus 106 minutos de metraje, el director y guionista no introduce ningún estímulo ni profundiza en ninguno de los personajes ni de su relación de pareja. Levinson se empeña en remover agua pasada una y otra y otra vez en lo que se antoja una falta de ideas alarmante. 

Lo peor es que, detrás de todo ese artificio, de todas las discusiones que mantienen Malcolm y Marie a lo largo del film, nada de lo que dicen tiene la menor relevancia. Levinson jamás indaga en los problemas nucleares de la pareja, quizá porque son demasiado inmaduros para admitir que no han tenido pasado juntos.

A esta pareja fílmica la veo como un quiero y no puedo. Desean amarse, pero sus egos se interponen entre ellos; desean odiarse, pero no tienen el suficiente coraje para llegar hasta el final. 


Tengo la sensación de que Malcolm y Marie, en un deseo irrefrenable por pasar a los anales de la historia, se empeñaron en emular a las parejas más tóxicas del Hollywood dorado. Claro que, para lograrlo, necesitan vivir y beber más.

Encerrado en su torre de marfil, Levinson nos recita su Evangelio con tanta vehemencia que se olvida de la audiencia. Y es que escuchar sus diatribas en boca de Washington y Zendaya es lo más similar a escuchar silbar el viento; suena muy fuerte, pero no dice nada. 

Eso sí, la nada está envuelta en un precioso papel de regalo postmodernista. Levinson juega con fastuosos planos secuencia, con el fuera de campo y con la distancia entre la cámara y los personajes. Más de lo mismo ocurre con el blanco y negro. Técnicas que, en vez de estar al servicio de la historia, sirven al ego del realizador.


Al final, Malcolm & Marie se queda en una gran parodia de sí misma. Si ya resulta irónico que un producto hecho para mayor gloria del director, pretenda criticar la hipocresía de la industria del cine y de sus palmeros, aún lo es más que un tipo blanco burgués esconda sus frustraciones tras la carta del racismo. “¿Cómo puedo criticar a mis detractores sin parecer un snob?”, pensó Sam mientras leía un artículo acerca del blackfishing. 

Si has leído hasta aquí, seguramente te hayas percatado de que la película no me ha gustado. No obstante, si alcanzamos a ver más allá de su enorme arrogancia, Malcolm & Marie tiene momentos realmente buenos.

Para empezar, Levinson conoce muy bien a sus actores y ellos, a cambio, le recompensan con actuaciones meritorias. Por un lado, está John David Washington, el cual da la impresión de haber estado reprimiendo sus emociones durante demasiado tiempo. Después de Tenet, su intento por llamar la atención de la Academia queda en puro histrionismo. 


Zendaya sale mejor parada que su compañero de reparto pese a contar con menos material. Esto en mi opinión se debe a que Levinson no tiene tanto interés en su personaje como en el de Malcolm, el cual no es sino una representación de sí mismo. Esto le da a la actriz cierta libertad a la hora de dar vida a su Marie; es un lienzo en blanco en el que ella puede dibujar lo que le plazca.

Además de las actuaciones, la factura audiovisual también destaca, aunque se ve algo empañada por el afán de protagonismo del realizador. Un buen director dramático no se excede en su labor, ya que el protagonista no es él, sino sus personajes. 

En definitiva, Malcolm & Marie es una película de luces y sombras. Al igual que el protagonista, Sam Levinson quiere tocar la gloria demasiado pronto y demasiado rápido, lo cual hace que su ego se interponga a sus instintos creativos. 


La supuesta crisis de pareja alrededor de la cual se construyó esta película es, en realidad, un gran monólogo interior del director, dedicado a la prensa escrita y a la industria del cine que tanto repudia, pero sin la cual no puede (ni quiere) vivir. Sus protagonistas se antojan demasiado caprichosos, superficiales y temperamentales como para hilar una reflexión significativa. Por más que lo intenten disimular, Malcolm y Marie no resultan creíbles ni en pareja ni independientemente. Su historia empieza y termina en la casa en la que viven, la cual es por extensión, la propia mente de un director que pretende ser más de lo que realmente es.

4,5/10: SAM & LEVINSON. 

2 comentarios:

  1. Buenas, Rick, soy DobleFrame. Muy buena crítica. Y por una parte tengo ganas de verla por curiosidad, pero me frenan opiniones que valoro mucho como la tuya. Está claro que cada uno tiene sus gustos y percepciones, pero creo en la OBJETIVIDAD... y quizás tarde un tiempo en verla jeje Gracias por tu trabajo, un abrazo.

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  2. ¡Me alegra mucho que te haya gustado el artículo, amigo! Yo siempre digo que lo mejor para saber si una película te gusta o no, es viéndola. Las críticas pueden ayudar, pero al final cada uno tiene una experiencia diferente y todas son respetables. Por mi parte, no la puedo recomendar, pero quizá te guste xD ¡Gracias por pasarte! Un abrazo.

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