Crítica sin spoilers - El callejón de las almas perdidas

Cuando juntas a un cineasta al que le fascina la naturaleza de los monstruos, con una historia cuyo núcleo reside en el corazón de un hombre monstruoso, parece que estuviesen destinados a encontrarse.


Algo así ocurre con Guillermo del Toro y su última propuesta, "El callejón de las almas perdidas". Si el título os dice algo, es porque es un remake de un clásico de Tyrone Power, dirigido por Edmund Goulding. 



Abro un pequeño paréntesis para recordar que Goulding firmó títulos de altos vuelos como Grand Hotel (1932) o The Old Maid (1939). Aunque a día de hoy apenas se le recuerde, fue un director de melodramas ágiles y potentes, de esos que iban directos al mentón del espectador.


Pero volviendo al tema que nos atañe, el clásico de 1947 contaba la historia de Stanton Carlisle, un joven apuesto que trabaja como ayudante en un circo ambulante. Pronto descubrimos que detrás de su bonita fachada se esconden intenciones desleales, que lo conducirán por un camino a la dulce perdición.



El argumento está basado en la novela homónima de William Lindsay Gresham, publicada tan solo un año antes del estreno del film. Más de seis décadas después, del Toro rescata este relato de inhumanidad y lo plasma en la pantalla como homenaje al cine clásico y a todas esas almas que se descarriaron por el camino.


El reparto cuenta con actores de relumbrón como Bradley Cooper en el papel protagonista, Cate Blanchett, Rooney Mara, Toni Collette o Willem Dafoe, por nombrar algunos. 


El guion está co-escrito por la pluma novel de Kim Morgan y por el propio del Toro, en un esfuerzo más de maquillaje que de reinvención. Poco se puede cambiar en una historia de ritmo y desarrollo fantásticos, que no ha hecho sino mejorar con el paso del tiempo.



Habría que empezar diciendo que este es un remake con todas las letras, muy parecido a lo que hizo Spielberg con West Side Story meses antes. Del Toro se viste de académico para actualizar una obra magna del cine, igual que haría un buen restaurador con la Capilla Sixtina. 


Mucho me temo que esta labor didáctica de redescubrimiento de los clásicos, quedará en un pie de página dentro de la larga historia de Hollywood. Aún así, hay que aplaudir el cariño y esmero con el que sendos directores han tratado a estos títulos. Una labor de arqueología encomiable.


En el caso de Spielberg, rescatando el vigor y la frescura del musical de Jerome Robbins; en el de del Toro, tendiéndole una mano de ayuda y consuelo a estas almas en suplicio. Personajes marginados por una sociedad hipócrita que está tanto o más enferma que ellos. No es un mundo bonito el que retrata Gresham, es nuestro mundo y eso lo hace aún más escalofriante. 



La verdad, cuanto más se desnuda, más inquietante resulta. El clásico de Goulding entendió esa premisa y la llevó a la pantalla al pie de la letra. Estamos hablando de un título de culto, feo, retorcido, que exigía al espectador esa pizca de autocrítica que tanto le cuesta hacer. Seguramente por eso fue un fracaso en taquilla.


Este remake sigue el mismo camino que su predecesora, aunque con más medios a su alcance; concretamente, $60 millones de medios. Al fin y al cabo, ganar un Óscar otorga legitimidad y si alguien podía revisar esta truculenta historia con el empaque necesario, ese alguien era del Toro. 


Desgraciadamente, por bien que se disfrace, Nightmare Alley parece condenada al fracaso. Le ocurrió hace casi 80 años y le vuelve a pasar ahora. La cinta lleva recaudados apenas $20 millones, lo que la coloca en una situación muy precaria. El sueño fue bonito mientras duró, aunque pronto nos despertaron.



Como decía, la trama es un calco de la original. Incluso los personajes atraviesan los mismos arcos y sufren el mismo destino. Los únicos cambios que aplica del Toro son meros detalles, complementos estéticos que pretenden enriquecer el drama de los protagonistas, pero que nunca terminan de carburar. 


Un buen ejemplo es el personaje del «engendro», como apodan al hombre prisionero del espectáculo ambulante. En la original apenas es un esbozo, un aviso distante de lo bajo que puede caer el ser humano cuando no le quedan cartas en la baraja.


Goulding desvía lo justo la atención para que el significado del personaje cale en nuestro subconsciente, sin que este resulte demasiado obvio. En cambio, del Toro opta por lo explícito, mostrando el infierno en el que vive. Dos posturas antitéticas. Ninguna es objetivamente mejor que la otra, pero yo prefiero la sutileza; es más breve.


Por esta razón, el metraje es mucho más extenso que el original, superando ampliamente las dos horas de duración. 40 minutos adicionales que encuentran explicación fundamentalmente en su intento de darle un pasado a Stanton Carlisle, pero que yo aquí veo innecesarios; no malos, simplemente prescindibles.



En la original, el personaje de Stanton era un hombre sin pasado. Podía ser cualquiera y nadie a la vez. Esa era la moraleja detrás de la historia. Y es que todos cambiamos cuando probamos las mieles del éxito. Nos volvemos más duros, esquivos y recelosos de lo que tenemos. Nos encerramos y condenamos por nuestra propia ambición.


La duración extra perjudica el ritmo, aunque no llega a resultar plomizo, gracias a una excelente ambientación, fotografía y actuaciones. En conjunto, "El callejón de las almas perdidas" roza el notable técnico e interpretativo.


Bradley Cooper fue el elegido para retomar el testigo dejado por Tyrone Power y hay que decir que cumple con nota. Cooper es un galán de nuestros días, un heredero lejano de los Gable, Flynn o Grant.


Desde luego, con esta actuación demuestra tener tablas. Cooper hace un trabajo maduro y matizado, aunque no brillante. Logra capturar esa ambigüedad moral y embaucadora sonrisa de la que hacía gala Power, pero este último tenía un brillo especial. 


A Power lo acompañaba un aura de miseria moral y arribismo despiadado, que lo hacían verdaderamente terrorífico. Me lo creía tanto en su faceta psicopática, como en sus momentos más vulnerables, lo cual golpea más fuerte llegados los minutos finales. 



Por otra parte, Cate Blanchett, Toni Collette y Rooney Mara encajan a la perfección en los años 40 en los que se ambienta. Las tres tienen un carácter fuerte y derrochan ese estilo que tan bien se empareja con el blanco y negro.


¿Recordáis esa escena de "El crepúsculo de los dioses" en la que Gloria Swanson, en un arrebato de esnobismo transitorio, le suelta a William Holden: «[en el cine mudo] no necesitábamos diálogos, teníamos caras»?  Pues eso mismo transmiten Blanchett y el resto de estrellas protagonistas.  


Entiendo que una película comercial como esta jamás la estrenen en B&N y no es que el color le vaya mal, pero carece de la distinción añeja de aquellos tiempos. Apuesto que cuando salga en el mercado doméstico, recibirá el mismo tratamiento que Mad Max: Fury Road de George Miller.



En cuanto a la música, del Toro cuenta con la inestimable ayuda de Nathan Johnson, colaborador habitual y primo del cineasta Rian Johnson. Su partitura es magnífica. Acompaña muy bien al tono y estilo de la obra.


La fotografía corre a cargo del danés Dan Laustsen, quien ya firmó otras películas de altura como "La forma del agua" o "La cumbre escarlata". Esta es su segunda nominación a los Óscar y es más que merecida. Hace un trabajo admirable, sustentado en un diseño de producción maravilloso, que no deja detalle al azar. 


En definitiva, "El callejón de las almas perdidas" es un complemento notable a la cinta original. Si bien no añade grandes novedades y las que pocas que añade hacen más mal que bien a un título que se antoja demasiado largo, este ejercicio de nostalgia realizado por del Toro revaloriza el cine clásico; lo vuelve a colocar en primera plana de la cartelera mundial.



Todos los apartados, técnicos y narrativos, son sólidos; algunos, incluso alcanzan el notable. Nightmare Alley no llama demasiado la atención, está ahí en una esquina esperando que alguien se fije en ella, pero, al igual que le ocurre a los “monstruos de circo”, alberga mucho más en su corazón de lo que el público está dispuesto a otorgarle. Cierto es que pasará sin pena ni gloria por la cartelera y nadie escribirá grandes textos sobre sus hazañas, aunque aquellos que miren más allá de su fachada encontrarán ese algo por lo que merece la pena pagar el precio de la entrada.


7/10: ¡PASEN Y VEAN!


3 comentarios:

  1. Buenas. En primer lugar, felicidades por tan buena crítica. Tocas todos los puntos; guión, reparto, fotografía, banda sonora, etc. He de decir, que es una película que no sabía si ver o no (por su nominación al Óscar), pero ya que sé que es un remake de un clásico, entonces la veré, me la has vendido bastante bien. No sé por otra parte como está nominada a Mejor Película y no tiene apenas más nominaciones en las otras categorías, algo que para mi no tiene sentido, pero bueno. Del Toro no es un director que me convenza demasiado; para mi, El laberinto del fauno es sin duda su mejor film, y la única gran obra que ha dirigido pienso yo. Por lo demás, suele dirigir obras resultonas, pero que se quedan en la fachada en mi opinión. Sigue así, un abrazo!!!

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    1. Estoy bastante de acuerdo con tu valoración de Del Toro. Es un director con una gran película, un buen puñado que son interesantes y entran por los ojos y alguna que otra floja. Esta entra en la segunda categoría. Buena película, notable en algunos aspectos y algo peor en otros, sobretodo en su alargado metraje. Espero que te guste cuando la veas. Un abrazo, Antonio!!

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  2. TuristaGalactico3/04/2022

    lo primero felicitarte por el artículo y la recomendación. Película que he disfrutado, hay algo que siempre me gusta de Del Toro que es la facilidad que tiene para meterte una película por los ojos. La historia como cuentas es básicamente la misma que en la película de 1947 con ligeros cambios que a mí en su mayoría me gustan, pero que es cierto que no comparto esa visión nueva de Stanton... no veo la necesidad de cortar el ritmo para intentar explicarnos quien es, me gusta ese Stanton que podemos ser cualquiera.
    muy buena crítica.

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