Cómo querer cuando nadie quiere

Como guinda del delicioso pastel cinéfilo que supuso 2015 para mí, me dispuse a ver uno de los últimos filmes de mi lista y no es otro que Langosta, la última producción del peculiar director Yorgos Lanthimos conocido por epatar a la crítica especializada con Canino. Rondando constantemente entre la comedia negra y el drama más demoledor, el griego vuelve a repetir fórmula en su última película que, ambientada en un futuro distópico no tan lejano, narra la historia  de amor sí, de amor, pero no uno cualquiera. Aquí no estamos ante una edulcorada y facilona comedia americana de “usar y tirar” ya que, desde el principio, Langosta se desmarca por su premisa tan innovadora como disparatada. Os explico, David (Colin Farrell) viene de separarse de su esposa y acaba de llegar a un hotel/retiro donde, mediante un loco mecanismo, sus encargados le encontrarán una “pareja compatible”. De momento nada fuera de lo normal, sin embargo, en el caso de que David no encuentre pareja en un plazo fijo le convertirán en un animal de su preferencia. Esto lo cambia todo, ya que los pobres huéspedes luchan más que se enamoran, de alguien semejante con la esperanza de salir de ahí con forma humana, no animal. Lo sé, es una locura, pero es una locura con un reparto tan bueno que solo por las actuaciones ya merece la pena ser vista. A Colin Farrell se le unen Rachel Weisz, John C. Reilly, Léa Seydoux y Ben Wishaw, ¿qué os parece?

He de admitir que el vago recuerdo que tengo de Canino no es muy positivo más bien todo lo contrario. Quizá era muy joven, no lo sé, lo que sí sé es que tendré que revisarla porque tras ver ésta, Yorgos Lanthimos se postula como un director excepcional. Y digo esto porque Langosta es un ejemplo meridiano de la visión del director, una idea que el heleno tenía muy clara desde el guión embrionario. Una visión tremendamente pesimista sobre las relaciones sociales en el futuro, el amor y el odio y como éste último nos corroe hasta dejarnos vacío -tal y como observamos en el póster promocional-. El guión está escrito por el propio Lanthimos y Efthymis Filoppou, colaborador suyo desde Canino y mantiene un estilo pausado y mordaz similar a la narración del filme repleto de silencios incómodos y situaciones ridículamente extrañas. Los personajes no solo son extraños entre sí sino también para sí mismos, con unas apariencias poco convencionales y personalidades profundamente antisociales, los diálogos resultan chocantes y distantes incluso entre personas que se aman. Sin desvelar ningún detalle del filme, la amistad que se gastan Colin Farrell, Ben Wishaw y John C. Reilly en el filme es frágil, carente de confianza, como si a pesar de la condición de soltería que les une hubiera un grado de suspicacia palpable en el ambiente. Sus autores nos describen una sociedad de extraños, donde la unión de la pareja adquiere un valor desproporcionado, llegando incluso a afectar psicológica y socialmente la falta de una y pese a todo el esfuerzo que hacen para conseguirla, ni lográndola impide que el sistema les vigile constantemente para verificar que su “vínculo es verdadero”. El número impar está prohibido en el futuro de Lanthimos, no hay una oveja negra ni nadie que siga buscando ya que, de toparse con uno, sería enviado al hotel/prisión donde le forzarían a encontrar su media naranja. Pobre del que no encuentre a nadie, porque será transformado en un animal, aunque si lo piensas bien no es tan mal futuro considerando el panorama descrito y las normas establecidas. En el reino animal solo existen dos reglas: comer y reproducirse. Claro que no te sentará muy bien ser el plato de algún depredador pero, ¿acaso no existe también ese peligro en el reino humano? Las actuaciones son mayoritariamente buenas, aunque algunas me parecieron demasiado inexpresivas incluso para este filme como el de Léa Seydoux o Ben Wishaw. Por la otra cara de la moneda, Colin Farrell y Rachel Weisz establecen una conexión vital para el éxito de Langosta puesto que sin estas dos brillantes actuaciones el desenlace y el mensaje de Lanthimos no se habría traducido correctamente en pantalla. La fotografía roza la excelencia, más aún cuando filman exteriores. Además no creo que el director de fotografía haya dejado alguna escena al azar y creo que se inspiró parcialmente en los pasillos del Hotel Overlook de El Resplandor para filmar el interior de la residencia. La elección de música clásica preponderando el violín es cuando menos curiosa y por eso mismo encaja tan bien.


Langosta ya no es únicamente un crustáceo marino sino una sutil sátira, deliciosa extrañeza del universo cinematográfico que tendrá sus detractores y sus admiradores, al igual que el codiciado marisco. El dúo Farrell-Weisz aportan la sal al conjunto del plato diseñado por el chef Yorgos Lanthimos que, si tuviéramos que categorizarlo, entraría en la cocina de diseño. ¿Es disfrutable? Probablemente no ¿Inteligente? Sí, aunque quizá lo intente demasiado, pretende ser rara y lo consigue, no esconde sus cartas, es atrevida y no se le puede achacar nada por ello. Lanthimos sigue en su línea ácida, punzante e hiriente sobre la sociedad moderna, la dificultad que se presenta hoy día para encontrar, naturalmente y sin artificios, a alguien con quien congeniar, una persona dentro del universo con la que sentirse verdaderamente cómodo. Nunca disfrutamos de tantas cosas materiales y jamás estuvimos tan solos como hoy día, cuando el precio del éxito profesional se cobra el personal.


8/10: ¿TIENEN LOS ANIMALES MÁS FUTURO QUE NOSOTROS?

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