La
nueva película de Scott Cooper, ambientada en el Salvaje Oeste, nos cuenta la
historia del viejo capitán del ejército de la Unión Joseph J. Blocker y su viaje, tanto
físico como espiritual, en busca de redención y paz interior.
La
filmografía del realizador Scott Cooper es corta pero brillante: hizo su debut
con el drama Corazón rebelde, que le valió a Jeff Bridges su único Oscar hasta
la fecha; luego vino La ley del más fuerte, otro drama con tintes de thriller y
elementos cogidos del western, que marcó la primera colaboración con Christian
Bale; por último, Black Mass se alejaba más del género dramático al que estaba
acostumbrado, para adentrarse de lleno en el mundo del hampa en Boston,
siguiendo los pasos de un Johnny Depp refulgente en el papel del mafioso Whitey
Bulger. Y así llegamos hasta Hostiles, filme que supone su primera gran incursión
en el género y en la cual cuenta con el apoyo de uno de los grandes actores de
nuestra generación como protagonista. La historia se sitúa en algún lugar
de Nuevo México, treinta años después del final de La Guerra de Secesión.
Joseph Blocker (Bale) es un condecorado capitán unionista que se encuentra en
el ocaso de su carrera militar. Blocker guarda un gran rencor hacia los indios,
contra quienes se enfrentó en numerosas ocasiones y perdió a un gran número de
amigos en el camino. Enfermo de nostalgia y hastiado de tanta lucha, el
ajado capitán recibe órdenes de escoltar a un convaleciente líder Cheyenne y a
su familia hasta Montana, en el norte de EE.UU. Reticente en un inicio, Blocker
emprenderá sin saberlo otro camino hacia la reconciliación consigo mismo y con
su vida errante. Protagonizada por Christian Bale, Rosamund Pike y Wes Studi,
Hostiles tiene todos los ingredientes para erigirse como uno de los grandes
Westerns del siglo XXI.
La situación que atraviesa este
género podría recordar de alguna forma al protagonista de esta cinta: una
vieja gloria que ha atravesado tiempos mejores y que ha sufrido en sus propias carnes
el peso del olvido. Lejos queda ya la época dorada que abarcó desde los años 40
hasta sus últimos estertores en los 70. Sin embargo, en los últimos años, el
Western ha experimentado una especie de resurgir, parecido al de los años 90,
donde títulos como Bailando con lobos, Wyatt Earp o Tombstone colmaron las
ansias de los seguidores de este particular género. Esta nueva reaparición se
debe a directores del talento de James Mangold, Quentin Tarantino, Iñárritu y
ahora Scott Cooper, que con Hostiles firma uno de los mejores westerns
crepusculares desde la grandiosa Sin perdón de Clint Eastwood. Estamos ante una
cinta de ritmo pausado, que se cuece a fuego lento, pero que siempre sabe a
donde quiere ir y el mensaje que trata de transmitir. El director no huye de la violencia inherente
a este período histórico pero tampoco busca que sea el centro de atención
como Django desencadenado o Bone Tomahawk. Aquí la historia y sobretodo los
personajes, cobran mayor importancia. Las conversaciones entre
los compañeros de viaje del capitán Blocker no tienen desperdicio e
incluso personajes secundarios como el de Rosamund Pike juegan un papel
esencial en su desarrollo. El tono es mayoritariamente contenido y solemne,
acompañado ocasionalmente de alguna escena de acción visceral.
El
argumento toma gran inspiración de La diligencia y Centauros del desierto, dos
clásicos ineludibles de John Ford. Queda claro desde el principio que tanto los guionistas
como Cooper son amantes del sello “fordiano”: el antihéroe como protagonista,
su afinidad por retratar grandes paisajes en sus películas e incluso su
tratamiento del nativo americano, bueno o malo, pero siempre separado de la
sociedad blanca emergente. Es cierto que la historia no sorprenderá a ningún
cinéfilo por sus giros de guión ni sus diálogos dinámicos pero sí
tiene mucho que decir en relación a la difícil convivencia entre los indios y
los descendientes de inmigrantes europeos. En ese aspecto me recuerda vagamente
al desasosegante thriller, Wind River, aunque Hostiles parte en su inicio con
un conflicto abierto entre estas dos razas. Una herida abierta, difícil de
cerrar e imposible de olvidar. Hostiles está llena de cansancio por una
profunda tristeza que acompaña a los personajes de Wes Studi y Christian Bale
allá adonde van. Han estado en constante enfrentamiento, dejando que el odio y
la lucha definiesen sus vidas y ahora, en la recta final, se encuentran agotados,
desgastados y deseando acabar sus días en armonía. Pero, ¿es demasiado tarde para eso?
¿podrán enmendar sus errores, fumar la pipa de la paz y dejar que las
generaciones futuras construyan un futuro sin masacres?
En
el terreno interpretativo sobresalen tres actores por encima del resto:
Rosamund Pike, Wes Studi y Christian Bale. No quiero entrar mucho en detalle,
ya que eso significaría destriparos gran parte de los secretos que guarda la
película, pero los tres están a la altura de las expectativas. De sus
actuaciones depende gran parte del éxito o el fracaso del filme. De resultar
poco creíbles o carentes de emoción, Hostiles hubiese quedado en un ejercicio
de reflexión interesante pero hierático, con una fotografía variada y siempre
acertada de Masanobu Takayanagi pero al que le falta el alma, esencia. Un propósito para existir. También quiero
mencionar a Ben Foster, un actor sensacional que siempre tiene algo que aportar
por muy corta que sea su aparición en pantalla. Su personaje juega un papel
crucial en la evolución del protagonista y en las decisiones que tomará a
posteriori.
En
definitiva, estamos ante una obra cruda, que trata el Salvaje Oeste como un lugar que contrasta la belleza de la naturaleza con la acción
devastadora y despiadada del ser humano, sin importar su procedencia ni el color de su piel.
Su tesis es que hemos cometido atrocidades desde tiempos
inmemoriales y que el curso de las cosas parece condenado a ser el mismo. No
obstante, como ocurre en cualquier historia personal, no se trata de salvar a la
sociedad ni al mundo en su totalidad; ni Joseph J. Blocker es Batman ni la
línea entre el héroe y el villano está claramente definida. Se trata de enterrar el hacha de guerra y coexistir, que nuestro odio no domine nuestra vida y que, aunque sea por un breve momento, abandonemos las hostilidades y podamos disfrutar del descanso del guerrero.
8/10:
EN BUSCA DE LA ANSIADA REDENCIÓN.
0 comentarios:
Publicar un comentario