José Coronado es el absoluto
protagonista de este drama sobre un padre que ha de lidiar con la repentina y
grave hospitalización de su hijo tras recibir una paliza. Dirigida por Miguel Ángel Vivas y co-escrita
por él y Alberto Marini, Tu hijo sigue la estela de cintas como Tarde para la
ira o Locke, que mezclaron con éxito el thriller y el drama, para contarnos una
historia difícil de digerir y que no dejará indiferente a nadie. El reparto lo
completa Ana Wagener y Sergio Castellanos entre otros, aunque la voz cantante
la lleva Coronado en todo momento; tanto es así que el resto de intérpretes, salvo contadas excepciones, quedan relegados a meros espectadores. Sin embargo,
no son las actuaciones, ni siquiera la de Coronado, lo que hacen de esta cinta una de las
propuestas más interesantes de cine español en lo que va de año; es la armonía
entre la calma de las imágenes y la intensidad de la acción lo que de verdad te
pega a la pantalla. Es esa calma tensa sobre la cual el realizador construye el
metraje la que consigue enganchar al espectador y lo hace sufrir, en parte
porque, como nos recuerda el título, podría ser el hijo de cualquiera.
A menudo nos referimos al último
acto como el momento estelar de la función, donde todas las cartas nos suelen
ser desveladas y obtenemos el premio a nuestro compromiso con el filme. En Tu
hijo, esta afirmación es una verdad a medias. Cierto es que su tercio final
transgrede todas las reglas establecidas hasta entonces, corriendo el velo para
descubrir una realidad que se escondía delante de nuestras narices, sin embargo
es en su primer acto donde la historia coge forma y sienta las bases de todo lo
que estaba por venir. Es en sus pausados inicios, donde nuestro protagonista,
el cirujano Jaime Jiménez, vive tranquilamente que los guionistas van marcando
los pasos hacia dónde quieren llevar la acción, dejando claro el tono y el ritmo
al que quieren que se desarrolle. En sus primeros quince minutos nos
presentan al círculo más cercano del doctor, tanto personal como profesional, y nos deja caer algunas de las pistas que más tarde serían
cruciales para entender su desenlace. Conocemos mejor al Dr. Jiménez y la
estrecha relación que mantiene con sus hijos, aunque ya desde el principio notamos
que algo va mal y que esa vida perfecta que parece mantener no es más que el envoltorio de un regalo envenenado, esperando a ser
abierto. Antes tendía paralelismos entre esta cinta y Locke, película británica
del 2013 dirigida por Steven Knight (Promesas del Este, Taboo) y protagonizada
por Tom Hardy. Filmada íntegramente en el interior de un vehículo, aquella
película también tenía como estrella absoluta a un único personaje, con el que
pasábamos todo el metraje. Fue esa sensación de claustrofobia, de sentirme en
la misma piel del protagonista, la que me mantuvo interesado; Tu hijo repite
esa misma técnica, haciendo de la cámara una extensión misma del protagonista.
Allá donde va él nosotros le seguimos, para bien o para mal nos hacemos
cómplices y testigos de sus acciones.
El problema que tengo con la
historia se puede dividir en dos: por una parte, Tu hijo obvia intencional o
accidentalmente al personaje de la madre, interpretado por Ana Wagener,
relegándola a un papel muy secundario que en ningún momento se explora ni
interactúa con nuestro protagonista. Es una pena, porque Wagener es una de
las mejores actrices españolas actualmente y me decepcionó ver lo
desaprovechada que está en la trama. El segundo elemento que me dejó un cierto amargor
fue precisamente su desenlace. Aunque entiendo las razones por las que puede
gustar a otros espectadores, la necesidad de intentar dejarnos boquiabiertos en
los créditos finales empieza a ser una regla no escrita en el cine actual,
aunque ello conlleve sacrificar todo lo que se había establecido previamente.
Sin entrar en spoilers, Tu hijo se centra en la sobriedad y la crudeza como
vehículo para narrarnos la historia, huyendo así de artificios y dramas
exagerados. Tanto es así, que incluso hay una línea aludiendo al estoicismo que
el Dr. Jiménez mantiene en todo momento. Y es que muchas veces, cuando nos
ocurren desgracias inesperadas, no sabemos siquiera cómo reaccionar; algunos lo
exteriorizan y otros, como el doctor, lo llevan muy adentro. Lo que le ha
ocurrido al protagonista es tan grave, que Coronado no tiene que sobreactuarlo;
el dolor habla por sí solo. Sin embargo, cuando creemos que el final se acerca,
el metraje se alarga un poco más para entregarnos un giro innecesario, que
rompe la armonía de la historia y del personaje. Todas esas incógnitas y dudas
que siembra alrededor de la figura del hijo terminan resolviéndose, en vez de
dejarlas crecer en nuestra mente. Hay ocasiones en que ninguna respuesta es la
mejor respuesta de todas y creo que Tu hijo es una prueba de ello. Lamentablemente,
la sorpresa mata la sutileza.
En cuanto a las interpretaciones,
Coronado se come a todos sus compañeros de reparto. Es como un agujero negro, ya
que ninguno de los secundarios logra brillar, a excepción de una escena donde
Ester Expósito tiene todos los focos sobre ella. Sergio Castellanos y Pol Monen
no hacen demasiado por sus personajes, aunque tampoco ayuda que estos tengan
poco o ningún desarrollo en la historia. Asia Ortega tiene algo más con lo que
trabajar pero nada que tenga un impacto real en el devenir de los
acontecimientos.
Por otra parte, la fotografía y la
música rinden ambas a muy buen nivel, ayudando enormemente a construir esa
atmósfera opresiva tan apropiada. Ambientada en una Sevilla iluminada con luces de neón, el contraste
entre su ritmo pausado, la estética callejera y la música ambiental con toques de
trompeta resulta todo un éxito.
En definitiva, Tu hijo es un drama
que se cuece a fuego lento, con una buena interpretación de Coronado y un ritmo
perfectamente coordinado que ni aburre ni abruma. Todos los elementos van
introduciéndose sin prisas, de forma dosificada, elevando la tensión
paulatinamente hasta su apresurado final. La poca relevancia del personaje de
Ana Wagener y la artificialidad de su desenlace le impiden llegar a cotas más
altas pero, incluso con sus errores, la última obra de Miguel Angel Vivas consigue
dejar poso en el espectador, situándola por encima de muchas de las producciones
nacionales del año. Si este tipo de cine, centrado más en la historia y en las
interpretaciones, te gusta, no puedes pasar por alto Tu hijo, más aún si tú también
tienes uno.
6.5/10: LA FAMILIA ES LO PRIMERO…¿SIEMPRE?
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