Crítica sin spoilers - I saw the devil (2010)


La década del 2010 toca a su fin y con ella recordamos algunas de las grandes películas que nos han acompañado a lo largo de estos años. Una infinidad de historias brillantes, imaginativas, dolorosas, terroríficas y conmovedoras, provenientes de las cuatro esquinas del planeta y elaboradas tanto por figuras veteranas dentro de la industria como por desconocidos, quienes serán los encargados de recoger el testigo de los primeros. Sin embargo, si tuviera que quedarme con un cine en particular, probablemente eligiese el coreano. ¿Por qué? Pues porque esta ha sido su década –¡diablos, está siendo su siglo! –; porque, igual que los padres se emocionan viendo crecer a sus hijos, nosotros hemos sido testigos de la evolución de su cine, desde sus primeros pasos hasta su consagración este 2019. La industria coreana arrancó la década con estruendo y la termina dejando poso, abriendo nuevos y prometedores horizontes que sólo el tiempo podrá juzgar. Es innegable que Parásitos ha causado un impacto brutal en la comunidad cinéfila, abriendo los ojos a aquellos –pocos– que aún no eran conscientes de las maravillas que esconde el cine oriental, pero esta crítica no va dirigida a esa película, sino a la que abrió el camino, en 2010, a la aventura cinematográfica más hermosa de la década: estoy hablando de I saw the devil. Un oscuro thriller policíaco, protagonizado por Lee Byung-Hun (Terminator Génesis) y Choi Min-Sik (Oldboy), que sume al espectador en una espiral de violencia cuando un policía jura venganza contra el asesino de su prometida. Opresiva, gore y profundamente perturbadora, el director Kim Jee-Woon nos enfrenta cara a cara con el peor demonio de todos, ese que llevamos en el interior.


La principal baza de este notable ejercicio sobre el dolor sufrido e infligido es, sin duda, su subtexto; lo que yace tras las capas de sangre y vísceras. Kim Jee-Woon plantea al espectador la siguiente pregunta: ¿podemos justificar nuestros actos de violencia escudándonos en la venganza hacia aquellos que nos han hecho sufrir? Biológicamente, todo ser humano tiene el instinto de conservación de uno mismo y de aquellos que componen su círculo más cercano; esto se manifiesta claramente cuando nosotros o un allegado nuestro cae enfermo, por ejemplo. Nuestra tendencia natural es la de defender y preservar nuestra vida y la de nuestros seres queridos, de ahí que reaccionemos rápido cuando algo o alguien nos amenaza, saltando como un resorte para defendernos. Sin embargo, cuando estos mecanismos fallan y no somos capaces de evitar la tragedia…bueno, ahí es cuando se plantea la disyuntiva de nuestro protagonista. ¿Mantenernos férreamente en la cordura o sucumbir a nuestro instinto animal de resarcimiento? Responder a la violencia con más violencia nunca es la solución, ya que esto no hace sino iniciar un bucle que no conoce la razón ni la justicia. Claro que esto es más fácil decirlo que hacerlo, sobretodo cuando caes, como el protagonista, por el agujero negro de la locura. Lo más trágico del relato es su autodestrucción, su derrumbamiento moral y psicológico; la idea de que nuestros instintos se vuelvan contra nosotros mismos y nos consuman es por sí sola aterradora y es la parte más inquietante de esta obra.


Otro aspecto reseñable del filme son las interpretaciones del dúo protagonista, ofreciéndonos un duelo emocional y físico memorable. Gracias a ellos y a la forma descarnada en que muestran sus emociones, las casi dos horas y media de metraje pasan en un suspiro. I saw the devil es una montaña rusa de emociones que abarca desde el melodrama hasta el terror e incluso algún momento de humor muy, muy negro –en concreto, hay una escena en la que un personaje intenta sacarse un destornillador clavado en la mano–. Choi Min-Sik, al que muchos recordarán por su increíble trabajo en Oldboy, se marca un papelón inolvidable como el sanguinario y retorcido psicópata de la cinta; repugnante, despreciable e imprevisible interpretación que nos helará la sangre y se marcará a fuego en nuestras retinas. Por otra parte, de Lee Byung-Hun destaco lo bien que retrata el proceso de tristeza, venganza y locura que atraviesa su personaje a medida que avanza la historia, culminando en un final tan devastador y desolador como lo fuese el de Seven, por citar una obra similar en tono.


Además, la dirección de Kim Jee-Woon nunca ha estado tan afinada como en esta cinta. Habiendo visto varios títulos de su filmografía, I saw the devil es sin duda su obra culmen. Desde su tensa escena inicial, preparando el terreno para el espeluznante espectáculo que estamos a punto de presenciar, Jee-Woon maneja el ritmo de cada escena y la transición entre ellas de forma magistral. Sublime. Arrolladora. Cuanto más pasa el metraje más deseamos que este se acabe, pero no porque sea aburrida sino porque resulta extenuante y no precisamente por gozar de un ritmo acelerado; si bien hay alguna que otra escena de acción, Jee-Woon no se propone divertirnos sino inquietarnos y sumergirnos en los oscuros rincones de la mente del protagonista, viendo cómo se deteriora y se vuelve cada vez más maquiavélico. Llegado el final, uno acaba destrozado y con el estómago revuelto por las imágenes que acaba de presenciar y por su significado. Simplemente demoledor.

En definitiva, I saw the devil es la representación moderna de la Ley del Talión, del ojo por ojo casi como estilo de vida. Kim Jee-Woon despoja a sus personajes de toda creencia, valor o código ético, para convertirlos en animales rabiosos; mientras, nosotros la audiencia, somos testigos de su encarnizada lucha y nos asustamos viendo las atrocidades que puede cometer el ser humano. Lo peor de todo –y a la vez, lo mejor– es el desencadenante, el motivo que empuja a un hombre cuerdo a cometer actos despiadados e injustificables en nombre de lo que él considera “justicia”. Como dice el protagonista: hacerle sufrir al asesino mil, diez mil veces más de lo que sufrió su prometida. Cuando perdemos todo atisbo de humanidad, cediendo al resentimiento y sucumbiendo a nuestros más bajos instintos, nos miramos en el espejo y ¿qué se refleja en él?


9/10: LA TENTACIÓN DE LA SERPIENTE.



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