Star Wars vuelve por la puerta grande y no, no me refiero a un hipotético episodio X ni a un spin-off de algún tío abuelo de los Skywalker. Estoy hablando de un mandaloriano, Mando para los amigos, el cual nos pilló a todos por sorpresa cuando el año pasado irrumpió en la escena televisiva con la fuerza de un Rancor.
La propuesta de Jon Favreau y Dave Filoni, erigidos como nuevos salvadores de la saga creada por George Lucas, no podría ser más sencilla. Con un formato procedural que cuenta aventuras independientes, pero entrelazadas por la relación entre Mando y el celebérrimo Baby Yoda, la primera temporada de The Mandalorian supo traer de vuelta la esencia de Star Wars.
Ahora, en su segunda temporada, los creadores de la serie cuentan con más recursos, más presupuesto, pero la misma libertad creativa. Su primer episodio ya se ha estrenado (los siguientes vendrán de forma semanal) y estas son mis impresiones sin spoilers.
La acción se retoma justo donde lo dejó el final de la primera temporada. Ya desde su primera escena nos queda claro que este sigue siendo el mismo Star Wars con el que crecimos: sucio, polvoriento, peligroso, aunque no exento de humor y siempre, siempre fascinante.
Nuestro querido mandaloriano sigue jugándose el cuello en cada uno de los viajes intergalácticos que emprende a bordo de su nave y junto a su estimado compañero, el irresistible Baby Yoda, personaje que causó furor en las redes.
Como no podía ser de otra manera, las diferentes razas, clubs nocturnos y trampas mortales abundan en este universo. A los ya míticos gamorreanos, con los que disfrutamos de lo lindo en El retorno del Jedi (1983), se les unen otros bichos como Gor Koresh, un gángster cíclope interpretado por John Leguizamo y más que no desvelaré, pero que ayudan a ampliar poco a poco este gran universo expandido.
Pese a las novedades, Favreau y Filoni no se olvidan de los huevos de pascua, imprescindibles en toda franquicia que se precie. Aquí los hay y están muy bien incluidos: ni son demasiado obvios como para resultar intrusivos, ni demasiado rebuscados. Todo en The Mandalorian 2 está perfectamente compensado.
Lo que más admiro de esta serie es su mezcla de géneros. El tono de aventuras clásicas, muy a lo Lawrence de Arabia, se complementa con escenas de acción frenéticas. Todo ello envuelto en un look western futurista que rescata esas primeras sensaciones que tuvimos todos viendo Star Wars.
El pistolero cazarrecompensas, un lobo solitario que vaga por los confines del espacio dando tumbos de garito en garito, mientras busca algo que llevarse a la boca. No hace falta más. Tampoco menos. El mandaloriano, al más puro estilo Leone, no tiene nombre y apenas pasado, igual que Clint Eastwood en la trilogía del dólar; poco importa, aquí hemos venido a compartir su camino.
Este primer episodio, de casi una hora de duración, rezuma spaghetti western por cada fotograma. La escasez de diálogos, la omnipresencia del suspense, la mezcla de primeros planos y grandes planos generales, los personajes canallas…
The Mandalorian reivindica un tipo de cine (o mejor dicho, de serie) que busca regresar a las raíces para adaptarlas a nuestros tiempos; Disney ha aprendido que los experimentos, mejor con gaseosa.
Pese a su larga duración, el ritmo nunca decae y eso se debe, en parte, a lo bien que miden los tiempos Favreau y Filoni. Todo en este episodio fluye a las mil maravillas: cada línea de diálogo, cada entrada de personaje, cada secuencia de acción está milimetrada.
Además, su formato procedural, muy al estilo de series clásicas, le viene como anillo al dedo.
Para compensar la ausencia de identidad del protagonista, The Mandalorian cuenta con estrellas invitadas como Nick Nolte, Werner Herzog, Carl Weathers o Timothy Olyphant, el cual aparece en este primer capítulo de la nueva temporada en una intervención sensacional (la elección del actor no es casualidad, teniendo en cuenta que protagonizó el maravilloso western de HBO Deadwood).
Este desfile de caras conocidas, junto a un trabajo de ambientación y unos efectos especiales alucinantes, un ritmo frenético y una maravillosa BSO que homenajea al gran Ennio Morricone, hacen de esta serie única en su especie.
Puede que The Mandalorian no sea la apuesta más original, ni la más arriesgada o profunda del panorama seriéfilo, pero sí es una de las más satisfactorias, porque sabe lo que quiere y cómo lo quiere.
Favreau y Filoni han dado con la tecla que llevaba años resistiéndosele a Disney y hacen que, por primera vez en mucho tiempo, los fans de esa galaxia muy, muy lejana nos ilusionemos. No con un Skywalker, sino con un Mandaloriano. ¡Este es el camino!
Completamente de acuerdo!!! (soy Doble Frame)
ResponderEliminar¡Hombre, amigo! Qué bueno verte comentando por aquí :) Gracias por pasarte y por tomarte el tiempo de leerme. Me alegra que te haya resultado interesante. Un abrazo.
ResponderEliminarcoincido totalmente, es un western futurista y muy entretenido, esperemos que Disney siga haciendo experimentos con gaseosa
ResponderEliminar¡Hola, Turista! Gracias por comentar :) El nombre desde luego te viene a las mil maravillas para esta serie jajajaja Siento haberte respondido tarde, me despisté xD Creo que Favreau y Filoni saben muy bien hacia dónde llevar esta serie. Con ellos al timón, no tengo duda de que esta serie seguirá siendo de lo mejorcito. Disney haría bien en ponerlos a cargo de más proyectos "Star Wars", inclusive en el cine...
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