Exorcismos, espíritus demoníacos, casas encantadas… Las macabras aventuras de los Warren regresan a la gran pantalla tras perderse el 2020 por culpa de la pandemia. Esta es la tercera entrega de los famosos demonólogos interpretados por Patrick Wilson y Vera Farmiga y la octava de la franquicia, si contamos los spin-off que se han estrenado de un tiempo a esta parte y que la han convertido en una de las sagas más lucrativas de la historia del cine.
Dejando de lado las polémicas figuras de Ed y Lorraine Warren, que han sido objeto de siniestras acusaciones a lo largo de su carrera, lo cierto es que Warner ha encontrado en ellos y en los actores que los interpretan la gallina de los huevos de oro. La taquilla no miente: casi 2.000 millones recaudados en todo el mundo desde que debutará en 2013. Pero, ¿cómo habrá aguantado el tipo esta secuela? ¿Habrá acusado la fatiga y la sobreexplotación de tantos años o seguirá en plena forma?
El guionista David Johnson no es ningún debutante en estas lides, habiendo escrito La huérfana (2009) o Expediente Warren: El caso Enfield (2016), que considero la mejor entrega de la franquicia. No obstante, se nota que en esta tercera parte querían remover el tétrico sótano de los Warren y sacar algo inusual y diferente. La buena noticia es que lo han conseguido; la mala es que quizá no era lo que esperaban.
Mientras las dos primeras entregas estaban envueltas en un halo claustrofóbico y sombrío propio del género de casas encantadas, esta última opta por la investigación criminal. Escenas como la de las palmadas o la de los crucifijos, que hicieron icónica a esta franquicia, aquí brillan por su ausencia. En su lugar, Johnson y Chaves han querido darle un tono cercano al thriller policíaco, dejando al terror sobrenatural en un segundo plano.
Una propuesta atrevida y con ideas dignas de elogio, pero que resultan más estimulantes sobre el papel que en la práctica. El problema de Obligado por el demonio es que no se compromete con ninguna de sus dos vertientes, lo cual le pasa factura al tono y a la eficacia de sus momentos cumbre, que los tiene, pero que se diluyen rápido entre subtramas irrelevantes, personajes planos y algún que otro susto barato. Jamás hemos visto más activos a Ed y Lorraine Warren que en esta película: van de aquí para allá recogiendo pistas e interrogando a individuos que poco o nada tienen que aportar a la historia.
Pero esto no significa que la película sea aburrida ni mucho menos. De hecho, uno de los puntos fuertes es su ritmo. Si algo hay que otorgarle a Chaves y a su equipo es que nunca levantan el pie del acelerador. Ocurren tantas cosas en tan poco metraje –no olvidemos que esta es la más corta de las tres entregas– que la palabra tedio jamás se me pasó por la cabeza.
Si en las anteriores películas brillaban con luz propia, aquí son directamente la estrella polar que guía el proyecto. En esta oportunidad, Expediente Warren es más Warren –y menos expediente– que nunca. Sus actuaciones vuelven a ser notables, pero esta vez el guion no los acompaña. Johnson recurre a la socorrida baza del melodrama para despertar la incertidumbre del espectador, pero le sale el tiro por la culata.
Por otro lado, la faceta audiovisual de Obligado por el demonio sigue rindiendo a un buen nivel, dejando claro que Warner mantiene su apuesta por la franquicia. Como comentaba antes, la presencia de James Wan tras la cámara se siente por momentos. Aunque Michael Chaves figure en el cartel, el hecho de que se produzcan tantos altibajos a lo largo del metraje, puede llevar a pensar que el realizador malayo ha sido algo más que un mero productor. Hay escenas de terror más efectivas y mejor realizadas que otras. Esto es especialmente cierto si comparamos la soberbia introducción con el poco inspirado último acto.
Para ser una película que confía tanto en su trama, tiene unos agujeros imperdonables que acaban lastrando gravemente su desarrollo. El guion desperdicia demasiado tiempo con una especie de gymkana satánica, donde los Warren andan completamente desubicados.
Afortunadamente, el desbordante carisma de la pareja protagonista, ayudada por un ritmo endiablado y algunas imágenes poderosas logran llevarla a buen puerto. No diría que es mala película, entretiene sobradamente y cumple dentro de lo esperado, pero sí baja el listón que había dejado James Wan e invita a Warner a replantearse hacia dónde quieren llevar esta saga.
5,5/10: EXPEDIENTE CHAVES, OBLIGADO POR EL ESTUDIO.
Respeto la nota, pero se me queda corto un 5.5 sobre 10, esta claro que se nota que falta James Wan, que con las dos películas anteriores dejan el pabellón muy alto, pero la película se merece más que rascar un aprobado.
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