Crítica sin spoilers - Expediente Warren: Obligado por el demonio

Exorcismos, espíritus demoníacos, casas encantadas… Las macabras aventuras de los Warren regresan a la gran pantalla tras perderse el 2020 por culpa de la pandemia. Esta es la tercera entrega de los famosos demonólogos interpretados por Patrick Wilson y Vera Farmiga y la octava de la franquicia, si contamos los spin-off que se han estrenado de un tiempo a esta parte y que la han convertido en una de las sagas más lucrativas de la historia del cine.


Expediente Warren: Obligado por el demonio nos sitúa en los años 80, en la pequeña localidad de Brookfield, Connecticut, donde los Warren han de practicar un exorcismo a un niño hostigado por un ente maligno. Sin embargo, cuando creen haberlo logrado, la verdadera pesadilla no habrá hecho más que comenzar. Realizada por Michael Chaves, director de la cantera que debutó con La Llorona (2019), la película cuenta con guion de David Johnson y más importante aún, con la dupla estelar Wilson-Farmiga.

Dejando de lado las polémicas figuras de Ed y Lorraine Warren, que han sido objeto de siniestras acusaciones a lo largo de su carrera, lo cierto es que Warner ha encontrado en ellos y en los actores que los interpretan la gallina de los huevos de oro. La taquilla no miente: casi 2.000 millones recaudados en todo el mundo desde que debutará en 2013. Pero, ¿cómo habrá aguantado el tipo esta secuela? ¿Habrá acusado la fatiga y la sobreexplotación de tantos años o seguirá en plena forma?


Tras un prólogo fulgurante, en el que algunos verán la fantasmagórica mano de James Wan moviendo los hilos, Obligado por el demonio muestra sus cartas en un primer acto bastante atractivo. En este tramo, Michael Chaves sorprende a propios y extraños con una gran madurez y sobriedad a la hora de narrar la historia, algo que contrasta con un guion que se presenta muy distinto al de las dos entregas anteriores.

El guionista David Johnson no es ningún debutante en estas lides, habiendo escrito La huérfana (2009) o Expediente Warren: El caso Enfield (2016), que considero la mejor entrega de la franquicia. No obstante, se nota que en esta tercera parte querían remover el tétrico sótano de los Warren y sacar algo inusual y diferente. La buena noticia es que lo han conseguido; la mala es que quizá no era lo que esperaban.


Mientras las dos primeras entregas estaban envueltas en un halo claustrofóbico y sombrío propio del género de casas encantadas, esta última opta por la investigación criminal. Escenas como la de las palmadas o la de los crucifijos, que hicieron icónica a esta franquicia, aquí brillan por su ausencia. En su lugar, Johnson y Chaves han querido darle un tono cercano al thriller policíaco, dejando al terror sobrenatural en un segundo plano.

Una propuesta atrevida y con ideas dignas de elogio, pero que resultan más estimulantes sobre el papel que en la práctica. El problema de Obligado por el demonio es que no se compromete con ninguna de sus dos vertientes, lo cual le pasa factura al tono y a la eficacia de sus momentos cumbre, que los tiene, pero que se diluyen rápido entre subtramas irrelevantes, personajes planos y algún que otro susto barato. Jamás hemos visto más activos a Ed y Lorraine Warren que en esta película: van de aquí para allá recogiendo pistas e interrogando a individuos que poco o nada tienen que aportar a la historia. 


Su desarrollo se vuelve deslavazado, con un segundo acto que se resiente tras el gran arranque de película y un tercero que se ve desarmado a la hora de ofrecerle algo refrescante al público. Ni el juicio de Arne Johnson en el que se basa esta historia ni la investigación paralela de los Warren llegan nunca a cautivar, en parte porque se sienten como dos historias paralelas en vez de una cohesionada.

Pero esto no significa que la película sea aburrida ni mucho menos. De hecho, uno de los puntos fuertes es su ritmo. Si algo hay que otorgarle a Chaves y a su equipo es que nunca levantan el pie del acelerador. Ocurren tantas cosas en tan poco metraje –no olvidemos que esta es la más corta de las tres entregas– que la palabra tedio jamás se me pasó por la cabeza. 


Otra de sus mayores virtudes es sin duda el reparto, empezando por la pareja protagónica. Wilson y Farmiga, Farmiga y Wilson, el orden de los actores no altera el producto. Llevan tres películas juntos, pero parece como si se conociesen de siempre. Es más, me atrevo a decir que nadie en los últimos años ha tenido mayor sintonía y química en pantalla que estos dos veteranos de la actuación. 

Si en las anteriores películas brillaban con luz propia, aquí son directamente la estrella polar que guía el proyecto. En esta oportunidad, Expediente Warren es más Warren –y menos expediente– que nunca. Sus actuaciones vuelven a ser notables, pero esta vez el guion no los acompaña. Johnson recurre a la socorrida baza del melodrama para despertar la incertidumbre del espectador, pero le sale el tiro por la culata. 


En cuanto a los secundarios, el único que merece una mención aparte es John Noble, conocido por su papel de Denethor en la trilogía de El señor de los anillos entre otros créditos. Aunque sus minutos en pantalla son escasos, es el único aparte de los Warren que deja una impronta significativa. El resto de actores entran y salen sin pena ni gloria.

Por otro lado, la faceta audiovisual de Obligado por el demonio sigue rindiendo a un buen nivel, dejando claro que Warner mantiene su apuesta por la franquicia. Como comentaba antes, la presencia de James Wan tras la cámara se siente por momentos. Aunque Michael Chaves figure en el cartel, el hecho de que se produzcan tantos altibajos a lo largo del metraje, puede llevar a pensar que el realizador malayo ha sido algo más que un mero productor. Hay escenas de terror más efectivas y mejor realizadas que otras. Esto es especialmente cierto si comparamos la soberbia introducción con el poco inspirado último acto.


Expediente Warren: Obligado por el demonio se acerca más al thriller oscuro que al terror clásico de las dos primeras partes. Desgraciadamente, esta secuela no es ni la mitad de espeluznante ni mucho menos memorable que las anteriores. 

Para ser una película que confía tanto en su trama, tiene unos agujeros imperdonables que acaban lastrando gravemente su desarrollo. El guion desperdicia demasiado tiempo con una especie de gymkana satánica, donde los Warren andan completamente desubicados. 

Afortunadamente, el desbordante carisma de la pareja protagonista, ayudada por un ritmo endiablado y algunas imágenes poderosas logran llevarla a buen puerto. No diría que es mala película, entretiene sobradamente y cumple dentro de lo esperado, pero sí baja el listón que había dejado James Wan e invita a Warner a replantearse hacia dónde quieren llevar esta saga.


5,5/10: EXPEDIENTE CHAVES, OBLIGADO POR EL ESTUDIO.

1 comentario:

  1. Respeto la nota, pero se me queda corto un 5.5 sobre 10, esta claro que se nota que falta James Wan, que con las dos películas anteriores dejan el pabellón muy alto, pero la película se merece más que rascar un aprobado.

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