Tras una exitosa incursión en el cine de superhéroes, James Wan regresa al género que lo vio nacer. En la pasada década, el director taiwanés se ha convertido en una de las grandes figuras del terror hollywoodiense, gracias a las franquicias de Expediente Warren y Saw; ahora, en plena madurez, se atreve con propuestas más arriesgadas como la que nos incumbe.
Maligno cuenta la historia de Madison, una mujer atormentada que comienza a tener extrañas pesadillas sobre brutales asesinatos perpetrados por un desconocido. Pero lo realmente insólito ocurre cuando se percata de que sus sueños son mucho más que eso; una revelación aterradora que la llevará a desenterrar su oscuro y traumático pasado.
El reparto, que carece de grandes nombres, está encabezado por Annabelle Wallis, George Young y Maddie Hasson, entre otros. El guion, escrito por Akela Cooper, parte de una idea original del propio Wan y de su pareja, Ingrid Bisu. La película cuenta además con un holgado presupuesto de $40 millones, lo que la convierte en el buque insignia del género este año 2021.
Lo primero que cabe mencionar es que el filme ha sido un sonoro fracaso en taquilla, recaudando hasta ahora escasos $15 millones en todo el mundo. Este hecho rompe la racha de un cineasta al que siempre se la dio bien arrastrar público a las salas.
Sin embargo, más allá de su rendimiento en taquilla, lo verdaderamente importante es saber si la película está a la altura de lo esperado. La respuesta rápida es sí. Aunque Maligno no pasará a la historia como una cinta especialmente revolucionaria o inquietante, sí que ofrece un entretenimiento de lo más original.
Si algo ha demostrado James Wan a lo largo de su lustrosa carrera, es una capacidad inusitada para adaptarse a cualquier subgénero de terror. En Saw, su ópera prima, comprobamos su pasión por la hemoglobina; en Sentencia de muerte, vimos que tampoco se le daban mal los thrillers violentos; y en Expediente Warren, se disfrazó de Robert Wise o de Tobe Hooper para revitalizar el género de casas encantadas.
En Maligno, Wan se atreve con una sugerente mezcla entre el giallo tardío y el slasher ochentero con aroma a serie B. Por una parte, tenemos la figura del asesino implacable e inhumano, casi sobrenatural; por otro, la historia juega a los detectives y al misterio, siempre cuidando la estética e iluminación del escenario y hasta la del propio criminal —traje de cuero, look gótico y fantasmagórico y un arma blanca cuanto menos curiosa—. Ningún aspecto técnico está dejado al azar, lo cual hace que esta película sea toda una golosina para los fans del género.
Otro de sus grandes aciertos es un guion llamativo y lleno de giros, a cada cual más inverosímil. Wan bebe de diversos autores como Dario Argento, Brian De Palma o Frank Henenlotter, cogiendo ideas de aquí y de allá para dar vida a un monstruo decididamente suyo.
Maligno es teatral y exagerada, hasta esperpéntica en ocasiones, pero eso es precisamente lo que la diferencia del resto de la cartelera. La cinta busca despertar emociones en el espectador, poco importa cuáles —sorpresa, rechazo o repulsión—, mientras merezca el precio de la entrada.
Maligno es teatral y exagerada, hasta esperpéntica en ocasiones, pero eso es precisamente lo que la diferencia del resto de la cartelera. La cinta busca despertar emociones en el espectador, poco importa cuáles —sorpresa, rechazo o repulsión—, mientras merezca el precio de la entrada.
Además, el ritmo va en un delicioso in crescendo hasta explotar en un tercer acto apoteósico que deja poco lugar para la imaginación. Wan le da la espalda a la nueva ola de terror psicológico de Eggers o Ari Aster y apuesta, a todo o nada, por un terror tan espeso y tangible como los litros de sangre y las extremidades que vuelan frente a la cámara.
En el debe, Maligno debe anotarse unas interpretaciones discretas en el mejor de los casos. Aunque Annabelle Wallis resulta creíble en el agónico papel protagonista, no puedo decir lo mismo de sus compañeros de reparto, George Young y Maddie Hasson, que apenas tienen peso en la película. El realizador intenta hacerles un favor introduciendo una subtrama romántica entre ellos, pero esta jamás pasa de un chiste sin gracia o un intercambio de miradas.
También he de decir que me costó más de lo habitual entrar en la película. Quizá se deba a que abarca mucho en poco tiempo, a que la historia avanza a tirones entre asesinato y asesinato o al toque de humor que entra en conflicto con lo seria que se toma a sí misma, pero lo cierto es que en más de una ocasión me preguntaba adónde quería llegar el cineasta taiwanés. Cierto es que al final obtuve las respuestas que andaba buscando, pero la película exige dar un salto de fe que no todos estarán dispuestos a hacer.
En definitiva, detrás de Maligno se nota la mano de un cineasta sin miedo a probar cosas diferentes. A no encasillarse. Puede que esto la vuelva un tanto irregular y que brille más cuando se desmelena, que cuando retrata a unos personajes que se antojan planos, pero la mezcla de body horror y cine de posesiones bien vale el viaje.
6,5/10: LOS SUEÑOS... ¿SUEÑOS SON?
Muy de acuerdo con tu crítica, ese Sí con algunos "peros" hace que me sienta muy identificado con tu exposición.
ResponderEliminarMi mayor problema con la película, aparte de las actuaciones, es que me costó demasiado entrar en su juego. Durante buena parte de la historia, Wan me tenía descolocado y creo que confía demasiado en ese glorioso desenlace —que sí, es genial, pero tarda en llegar—. Hasta que no me di cuenta de la copla, la trama me parecía algo trillada, la verdad.
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