De la mano de Netflix, nos llega esta cinta de ciencia ficción cerebral con una dirección y un reparto de primera. ¿Estará a la altura de las expectativas?
Aniquilación
es la nueva obra del director de Ex Machina, Alex Garland. Basada en la novela homónima
de Jeff VanderMeer, esta adaptación ha traído controversia en el mundo cinematográfico
a causa de la extraña distribución que ha recibido. La última producción de
Paramount y Skydance salió en los cines de tres países: EE.UU., Canadá y China.
En el resto del mundo, Europa incluida, la cinta vio su estreno en la
plataforma digital Netflix, amada y odiada a partes iguales. Según informan diversas fuentes, las
proyecciones previas al estreno no fueron del todo halagüeñas, tildando el
trabajo de Garland de ser demasiado intelectual para el gran público. Tras haber
cosechado ya un éxito con Ex Machina, Paramount lo contrató pensando en producir
una película de ciencia ficción más asequible y comercial. Descontentos con el resultado
final y con los más de cincuenta millones de dólares que había costado el
filme, Paramount decidió hacer caja vendiendo los derechos a Netflix. Imagino
que el reciente batacazo comercial que supuso Blade Runner 2049 y las recientes
decepciones que se ha llevado Paramount con Madre!, Ghost in the Shell y
Transformers: El último caballero, tendrían algo que ver en la toma de decisión
–mirando el lado positivo, al menos podemos disfrutar de ella–. La historia nos
presente a Lena, una bióloga y antigua soldado del ejército americano, que
llora la presunta muerte de su marido. Un día su vida dará un vuelco al descubrir que detrás de la desaparición de su esposo se encuentra la zona X, un
extraño ecosistema extraterrestre del que nadie ha salido con vida.
Protagonizada por Natalie Portman, el elenco incluye también a Jennifer Jason
Leigh, Tessa Thompson, Gina Rodríguez y Oscar Isaac. Un extraordinario reparto
al servicio de esta onírica, salvaje, bella y por momentos espeluznante obra de
ciencia ficción. ¿Merece la pena Aniquilación? ¿Se convertirá en un referente
moderno del género?
Empezaré
hablando de Alex Garland, el verdadero artífice de este proyecto. Hace poco,
Karl Urban hizo saltar la noticia reconociendo que fue él y no Pete Travis quien dirigió Dredd.
De ser cierto, esa sería su ópera prima, convirtiendo Aniquilación en su tercer título. Sea como sea, Garland va camino de
convertirse en el nuevo gran visionario de este género –junto a Denis
Villeneuve– por su habilidad para crear universos paralelos y usarlos para
estudiar la condición humana. Se nota que además de ser un gran escritor y
guionista, Garland bebe de las mejores fuentes cinematográficas; aquí vemos un
poco de Tarkovski –esa zona X roba inspiración de Stalker y su protagonista
recuerda al melancólico psicólogo Kelvin de Solaris–, otro poco de La cosa y
también de La Llegada, del mencionado Villeneuve. También se apoya en autores como Philip K. Dick y su Laberinto de muerte para mostrarnos la
fragilidad de la mente humana cuando se adentra en las fronteras de lo
desconocido. Aniquilación junta un sinfín de referencias para crear algo
propio; una atmósfera única y majestuosa con un tono notablemente distinto a otros grandes
del género.
Lo
que más me gusta de esta historia es cómo consigue mantener esa sensación
onírica –como si de un sueño se tratase– durante la mayor parte del metraje. Al
igual que en otras cintas de terror psicológico, aquí volvemos a encontrar ese
ritmo pausado al inicio, partiendo de lo mundano y lo cotidiano para ir avanzando más hacia lo extraño y fantasioso. La primera escena es prácticamente un calco de La cosa
de John Carpenter, que curiosamente también pretende utilizar el miedo a lo
desconocido para construir una atmósfera surrealista y de pesadilla. Los
diálogos no abundan pero tampoco escasean y el suspense está siempre presente, en mayor o
menor medida. Habiendo empezado su carrera con la escritura, Garland conoce la
importancia de la narrativa para mantener vivo el interés del espectador. No he
leído la novela en la que se basa pero el grupo de mujeres protagonistas está
muy bien tratado y eso se agradece. Resulta refrescante escuchar
conversaciones con el objetivo de enriquecer a los personajes, en lugar de
cubrir alguna agenda socio-política. En mi opinión, esta película debería convertirse en un modelo a seguir
para todos aquellos que buscan una mayor inclusión en Hollywood. Historias y conceptos originales protagonizados por personajes complejos con los que podamos
conectar, independientemente de su género. Mi mayor problema con este guión es
que aborda muchos temas –como la vida, la muerte, las relaciones humanas y la
propia existencia– pero no profundiza ninguno. Garland va sembrando la trama de
ideas y alegorías pero no termina de concretar nada, lo cual se hace más
palpable llegado el desenlace. Prácticamente en cada escena me iba planteando
una pregunta o una teoría y estas se iban acumulando conforme transcurría la
trama, de manera que al final me esperaba algún tipo de respuesta. Ni esperaba ni deseaba un sermón final que expusiera todas sus cartas pero sí que dejara intuir alguna pista; que dejara unas migas de pan para poder seguir el camino que el guión pretende trazar. Desgraciadamente, lo que me encontré fue algo insípido y decepcionante que, por
momentos, rozaba lo esperpéntico. Aparte de esto, Garland inició un buen número
de subtramas que no supo –o no quiso– desarrollar; una pena, porque los
cimientos estaban ahí y algunos personajes podrían haber dado algo más de sí.
Por
otra parte, las interpretaciones me parecieron mayoritariamente sólidas; todos
resultan creíbles en sus respectivos papeles. Si bien este argumento parecería encajar
más con un reparto coral que con un único protagonista, lo cierto es que el
personaje de Lena (Natalie Portman) se lleva los mejores momentos de la cinta
–tanto los dramáticos como los de acción–. Intérpretes del calibre de Jason
Leigh –a la que vimos brillar recientemente en Los odiosos ocho– o Tessa
Thompson pintan más bien poco, lo cual no quiere decir que sus personajes sean
unidimensionales. Al contrario. Todas las mujeres tienen una personalidad bien
diferenciada y todas tienen algún demonio interior, sólo que el de Lena cobra mayor importancia que el de las demás. Sobre Oscar Isaac poco puedo decir, ya que
queda relegado a un segundo o tercer plano. Pese a ser fundamental en el
devenir de los acontecimientos y en la forma en la que entendemos al personaje
de Natalie Portman, su participación es irrisoria. En mi opinión, este es un
grave error, ya que termina yendo en detrimento del drama que pretende
elaborar; una interesante subtrama sobre la pérdida de la confianza en las
relaciones humanas, que debería de haber vertebrado la película pero que se
emplea mal y a destiempo. Un auténtico desperdicio.
Sin
embargo, el aspecto que más me ha fascinado ha sido sin duda el diseño de producción
y los efectos especiales. Aunque la apuesta por la ciencia ficción sesuda se
entrevé desde el principio, más tarde nos deleita con un apartado visual impecable.
Pese a no contar con un gran presupuesto, el trabajo que hay detrás es
encomiable y supone una parte muy importante en el éxito del filme. Me parece
especialmente reseñable la habilidad de las imágenes para introducirte en un
estado de ensoñación –verla colocado debe ser toda una experiencia sensorial–. En
ocasiones pasa de la belleza a la locura en un abrir y cerrar de ojos, de forma totalmente inesperada y eso le
añadió un punto de tensión que se agradece.
La
música es una faceta que valoro mucho en cualquier película y en una de estas
características más aún pero he de reconocer que aquí no me entusiasmó demasiado.
No es un desastre pero tampoco la consideraría un acierto; hubo momentos
dramáticos en los que la música me distrajo. La banda sonora es bastante
sencilla. Priman sobretodo los acordes de guitarra, parecidos a los escuchados
en el videojuego The Last of Us pero me resultó demasiado melodiosa e
inofensiva.
En
definitiva, continuaré apoyando este tipo de cine arriesgado que busca entregar
al espectador una experiencia diferente. En ese aspecto, esta película brilla
con luz propia. Alex Garland consigue construir un ecosistema nuevo y evocador
y sumergir al público en él. Por lo general, los personajes están bien
tratados; sus emociones y sus acciones difieren dependiendo de su personalidad
y ninguno de ellos cae en estereotipos flagrantes. El hecho de que sean mujeres
hace la historia aún más refrescante e innovadora; me gusta que Garland lo
enfoque con completa naturalidad, en lugar de recordárnoslo continua e innecesariamente. A
él no le importa tanto el sexo del personaje sino que sea complejo y rico en
matices. Así debería ser siempre. En cuanto a lo negativo, el desenlace
decepciona, desproveyendo al público de cualquier tipo de respuesta. Por momentos
me sacó de la acción e hizo que me preguntara si Garland había
ido demasiado lejos en ese viaje por la zona X o simplemente se había quedado
sin ideas. Termina siendo algo predecible y no ofrece ninguna conclusión a las
subtramas que había presentado a lo largo del filme. Aún así, creo que la
ciencia ficción tiene un nuevo nombre de moda y es Alex Garland. Con
Aniquilación no ha firmado una obra maestra pero sí un producto notable con un
aura de misticismo absorbente y un mensaje lo suficientemente cautivador como
para seducir a cualquier buen cinéfilo.
7’5/10:
CIENCIA Y FICCIÓN VAN DE LA MANO
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