Crítica - El hombre invisible (2020)

En 2004 Leigh Whannell y su amigo James Wan irrumpieron con fuerza en Hollywood de la mano de Saw, película gore que causó furor en su momento e inició una franquicia que aún continúa hoy día. Años después de aquel éxito, emprendieron caminos muy distintos: mientras el malayo se sumergía en las profundidades marinas para dirigir la nueva superproducción de Warner Bros., Aquaman, Whannell se decantaba por el cine independiente fichando por la productora Blumhouse. Su primer proyecto en solitario fue Upgrade (2018), película que convenció a crítica y taquilla e hizo las delicias del amante a la ciencia ficción más sucia y underground. Había nacido una nueva figura dentro del cine de género.

The Invisible Man

De esta forma llegamos a El hombre invisible, última adaptación del clásico literario de H.G. Wells. Producida por Blumhouse, escrita y dirigida por Whannell y protagonizada por Elisabeth Moss, el filme propone un nuevo giro de tuerca a la historia de sobra conocida por todos. Cecilia (Moss) vive controlada por su novio Adrian Griffin, una eminencia en el campo de la óptica. Sin embargo, justo cuando cree haber escapado de su maltratador, la verdadera pesadilla no habrá hecho más que comenzar.

Si por algo destaca esta productora es por hacer productos solventes con una factura técnica respetable para los medios de los que dispone, proporcionándonos altas dosis de entretenimiento. Por supuesto, como cualquier productora que lleve años en el negocio, Blumhouse no está libre de tropiezos, pero creo que, así como Disney ha sabido dar con la tecla en el género de superhéroes, ellos han hecho lo propio con el cine de terror.

El hombre invisible de Blumhouse

El hombre invisible arranca con potencia, con una Elisabeth Moss convincente en su rol de mujer maltratada y un gran uso de los efectos y del montaje sonoros para construir una atmósfera de tensión y alarma constante. Whannell sabe imprimirle el tono y el ritmo necesario para que le historia –que por sí sola no es nada del otro mundo– cale hondo en el espectador.

Sin entrar en spoilers, la secuencia de apertura es todo un clinic de cómo hacer buen terror, sin excesos ni adornos; la acción se cuenta sola. Aquí el terror se siente tan cercano, tan real y humano, que la audiencia queda desprovista del arma de la razón que tanto usa cuando hay zombies o fantasmas de por medio. El director y guionista australiano siembra el miedo en nuestros corazones con un sonido o un movimiento de cámara. Tan sencillo como genial.

Fotograma de El hombre invisible

A su habilidad para contar historias hemos de sumarle a una protagonista con la que empatizamos desde el primer minuto. Su miedo resulta apabullante y la tensión que lo acompaña, que no hace más que crecer a lo largo de la primera mitad de la cinta, termina afectándonos.

Aparte de los ya mencionados efectos de sonido, que aquí tienen una importancia capital, la interpretación de Moss es sorprendentemente buena. Digo esto no porque crea que sea una mala actriz, sino porque estos papeles suelen ser dados a actuaciones desganadas. Sus gesticulaciones, tics nerviosos, expresiones faciales y sus posturas se van ajustando a cada momento del arco de personaje y aunque en algunas escenas peque de cierto histrionismo, a la actriz de El cuento de la criada no se le puede achacar falta de compromiso.


Elisabeth Moss en El hombre invisible

Desafortunadamente, la potencia con la que arranca se ve diluida por una segunda mitad que comienza a trompicones y termina descarriando. Las señales de fatiga van siendo evidentes cuando las incoherencias y las casualidades de guion empiezan a sucederse; algo no pinta bien. Luego comienzan a mostrarnos escenas de acción pobremente ejecutadas –aunque sí violentas– que no pegan con el ritmo sosegado del principio. Finalmente, lo que apuntaba a un buen thriller psicológico, terminó en película de acción genérica. Echando la vista atrás, siento como si esta película fuese en realidad dos: una primera, atmosférica y centrada en lo psicológico y una segunda mucho más ordinaria y predecible.

En mi opinión, al guion le sobra acción y le falta profundizar en ciertos aspectos de la relación tóxica que mantuvieron Cecilia y Adrian Griffin; al menos así el desenlace hubiera cobrado mayor impacto. Lo más terrorífico de esta nueva adaptación de El hombre invisible no es la sangre o los disparos, sino la perturbadora idea de que un demente te quiere hacer daño, pero no sabes ni cuándo, ni cómo, ni dónde. El concepto de invasión de la privacidad, sumado al maltrato y a las relaciones abusivas forman un conjunto inquietante del que se podía haber sacado mayor partido.

Oliver Jackson-Cohen en El hombre invisible

Por otra parte, si antes alababa la interpretación de Elisabeth Moss, no puedo decir lo mismo de algunos como Oliver Jackson-Cohen, que encarna al antagonista Adrian Griffin –papel que, en un principio y bajo otro guion, iba a interpretar Johnny Depp–. Es verdad que sus apariciones se cuentan con los dedos de una mano, pero lo poco que hizo pasó muy desapercibido y nunca me dio la sensación de que su actuación fuese acorde al tipo de personaje que interpreta.

En definitiva, El hombre invisible es una adaptación más que caerá rápidamente en el olvido y que, de ser recordada, lo será por una grandísima Elisabeth Moss y una factura técnica notable. Leigh Whannell no decepciona, pero tampoco apasiona con una historia que arranca bien, pero que poco a poco se le empiezan a ver las costuras. ¿La recomiendo? Depende mucho de tus gustos cinéfilos, pero yo diría que estamos ante una de esas películas hecha a medida para disfrutarse en una sesión de terror moderno desde el sofá de tu casa.

El hombre invisible

5,5/10: Y DE PRONTO, EL GUION SE VOLVIO INVISIBLE.

1 comentario:

  1. Hay una cosa en la que no puedo estar más de acuerdo:

    "En mi opinión, al guion le sobra acción y le falta profundizar en ciertos aspectos de la relación tóxica que mantuvieron Cecilia y Adrian Griffin; al menos así el desenlace hubiera cobrado mayor impacto."

    La venganza del final hubiera ganado mucho si previamente se hubiera visto alguna escena de maltrato físico o psíquico y no solo darlo a entender, porque la venganza se entiende en función de lo que la hayan hecho y eso no se sabe, te toca imaginarte que era algo muy malo, quien imagine que no era tan grave pues el desenlace pierde.

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